Alexandra Kollontai es para los comunistas una mujer digna de emular, pues su trabajo influyó en el papel que las mujeres pueden y deben desempeñar en la transformación de la sociedad. Ahora, en medio de la importante tarea de impulsar un Movimiento Femenino Revolucionario, el Portal Digital Revolución Obrera dedica las siguientes líneas que de alguna manera retratan su destacado trabajo por la revolución, y con ella por la emancipación de la mujer. Con un espíritu internacionalista y rebelde Alexandra Kollontai es una de las revolucionarias a quien hoy rendimos homenaje.
Un año después de la Comuna de París, el 31 de marzo de 1872, nació en San Petersbugo (Rusia), Alexandra Mijáilovna Domontovic, quien sería mundialmente conocida como Alexandra Kollontai. Su infancia y juventud la pasó entre Rusia y Finlandia, dado que su padre (de origen ucraniano) era general del ejército ruso y su madre provenía del campo finlandés.
Desde su infancia le gustó escribir, por eso a los 16 años aprobó los exámenes de bachillerato y empezó a seguir cursos particulares. Fue precisamente su profesor de historia de la literatura, Viktor Petrovich Ostrogorsky, quien la animó a escribir y aprovechar sus dotes literarios.
Se casó muy joven y contra la voluntad de sus padres, escogió por esposo a su primo el ingeniero Vladimir Kollontai. Este matrimonio solo duró tres años, pues sus intereses se dirigían cada vez más hacia el movimiento obrero revolucionario de Rusia. Tras el divorcio, Alexandra asumió la educación de su hijo Mijaíl Vladímirovich Kollontai y se siguió llamando con el apellido de casada. Con apenas algo más de una veintena de años, en 1896, visitó las fábricas de hilado Krengolmsk (ubicadas en la frontera entre Rusia y Estonia) y la asombró el terrible sojuzgamiento de 12.000 obreros(as) tejedores. Esa impresión fue decisiva en su vida, según sus propias palabras, escritas en Valor y finalidad de mi vida: “No podía llevar una vida feliz y pacífica si el pueblo obrero era esclavizado en forma tan inhumana. Tenía que ingresar en dicho movimiento”. Así pues, empezó a estudiar marxismo y economía política.
En ese mismo año, las famosas huelgas de los textileros en Petersburgo, calificadas por Lenin como la “célebre guerra industrial de San Petersburgo”, la empujaron al campo marxista. Junto a Yelena Dmítrievna Stásova ─quien luego sería presidenta del Socorro Rojo Internacional─, organizaron colectas para apoyar a los 36.000 huelguistas.
En agosto de 1898 Alexandra partió a Zúrich para estudiar ciencias económicas y sociales. Un año más tarde viajó a Inglaterra para ilustrarse sobre el movimiento obrero inglés, de la misma forma que lo había hecho Federico Engels entre 1842 y 1844. Fue en Inglaterra donde vio toda la agudeza de las contradicciones sociales existentes y la incapacidad del reformismo para paliarlas; se convenció, entonces, de la justeza de las concepciones de los marxistas “ortodoxos”, por ello regresó a Rusia y se afilió al partido socialdemócrata ruso.
Pero en 1899 la unificación del marxismo legal y clandestino en Rusia había llegado a su fin. El marxismo legal se había alineado abiertamente con la defensa del gran capital industrial, mientras que el ala izquierda optó por el trabajo ilegal y la defensa de la táctica revolucionaria del proletariado. Durante ese período Kollontai escribió artículos contra Bernstein (quien pretendía que el Partido Comunista dejara de ser el partido de la revolución social para transformarse en un partido democrático de reformas sociales) y sobre el papel de la lucha de clases; pero la censura prohibió su publicación, por lo que decidió dedicarse a dominar la economía política.
En 1900 Alexandra vio la creciente fuerza del proletariado industrial finlandés y el establecimiento de un nuevo partido obrero en ese país, entonces ayudó a organizar el primer fondo de huelga en la ciudad de Äbo y empezó a publicar artículos sobre Finlandia en revistas económicas, científicas y educativas. De 1900 a 1903, reunió materiales para su extenso trabajo económico y estadístico sobre Finlandia que, debido a la censura, tuvo que aparecer bajo el inofensivo título de: La vida de los obreros finlandeses.
En aquellos años su trabajo no se restringió a lo literario y científico, también militaba ilegalmente: organizaba reuniones en las barriadas, redactaba llamamientos, almacenaba y difundía la literatura ilegal…
Partió al extranjero en 1901, y así pudo tener contacto personal con Rosa Luxemburgo, en Zúrich; con Plejánov y Kautsky, en Ginebra; fue en aquellos tiempos cuando publicó artículos en la revista que editaba Kautsky, firmando con el seudónimo Elna Malin.
El 12 de enero de 1903, por primera vez, Alexandra tomó la palabra en una asamblea pública, en su discurso contrapuso la cosmovisión socialista con la idealista.
Kollontai tenía amigos entre los mencheviques y los bolcheviques. El espíritu netamente revolucionario del bolchevismo la atraía más, pero el encanto por la personalidad de Plejánov le impedía condenar el menchevismo. Cuando regresó del extranjero en 1903 no se unió a ninguna de esas dos tendencias, por ello colaboró con ambas fracciones en los trabajos cotidianos de la militancia y como agitadora.
A finales de 1903 y durante todo 1904, bajo el pretexto de dictar lecciones de geografía o aritmética (único método legal para difundir las ideas del marxismo y el socialismo científico entre las masas trabajadoras) dirigió un círculo de 30 trabajadores; con muchos de ellos se reencontró durante las jornadas de Octubre, participando en la revolución. En aquella época escribió artículos donde polemizaba contra el revisionismo, por ejemplo, publicó el folleto La lucha de clases, que fue censurado y confiscado poco después.
En el Domingo Sangriento (1905) estaba en la calle, haciendo parte de los manifestantes que se dirigieron al Palacio de Invierno. En su Ensayo autobiográfico describió el dolor de aquel día: “La imagen de la feroz descarga de fusiles, ejecutada contra obreros desarmados, quedó grabada para siempre en mi memoria. Un sol inusualmente brillante de enero, rostros expectantes y crédulos… La fatídica señal a las tropas que se alineaban alrededor del palacio… Los charcos de sangre sobre la blanca nieve… los gritos de los gendarmes… los muertos, los heridos, los niños fusilados”.
Sin embargo, en el Domingo Sangriento los zaristas mataron no solo a los “súbditos” del emperador-padrecito, sino algo más: la confianza de las amplias masas de trabajadores y su creencia en que se podía obtener justicia del gobierno zarista. Ese día se inició el gran movimiento de las masas trabajadoras contra la vieja Rusia de los terratenientes y de la burguesía. Los bolcheviques en Petersburgo comenzaron a publicar su propio periódico ilegal, en el cual Alexandra colaboraba como técnica de la imprenta y periodista. Durante el período 1904-1905 publicó artículos sobre la cuestión agraria, la protección del trabajo y el movimiento obrero en Finlandia.
Por iniciativa de grupos de mujeres de todos los matices políticos, la primera gran concentración de mujeres se celebró en Petersburgo en abril de 1905. Hablaron las representantes del movimiento de mujeres burguesas, y las mencheviques también abogaron por una “plataforma unificada para las mujeres”. Alexandra tomó la palabra para distanciarse del idilio de la cooperación entre socialistas revolucionarias y las activistas burguesas, exigió la separación más neta de las feministas y la unidad en el movimiento revolucionario del proletariado de ambos sexos, pidió que se prestara más atención al triste destino y a la doble privación de derechos de las trabajadoras.
Para octubre de 1905 Alexandra militaba activamente entre las masas. Hacía propaganda en las grandes fábricas y centros industriales para que las obreras asistieran a las reuniones y las conferencias revolucionarias. También fue en 1905 cuando vio a Lenin, por primera vez, en una reunión clandestina; Lenin regresaba del extranjero para liderar el movimiento revolucionario y cuestionar las posiciones del menchevismo.
En septiembre de 1906 Alexandra asistió a la IV Conferencia de Mujeres Socialdemócratas en Alemania, dicha conferencia le ofreció un punto de apoyo en la cuestión del trabajo entre las mujeres. Las reuniones y conversaciones con Clara Zetkin le permitieron tomar conciencia de que en Rusia se había hecho muy poco para atraer a la trabajadora a la lucha por la emancipación; finalmente, se convenció de lo correcto de su esfuerzo por crear dentro del partido un aparato para el trabajo entre las mujeres.
En el otoño de 1907 Alexandra comenzó a trabajar seriamente en la organización de las trabajadoras en Petersburgo. Como era muy difícil acceder a la gran masa de las mujeres a través del trabajo legal, junto a un grupo de colaboradoras fundaron un club para trabajadoras, al que debieron llamar “Sociedad de Socorros Mutuos para las Obreras”. Al club pertenecían entre 200 y 300 trabajadoras de diversas profesiones y estaba abierto todas las tardes.
El objetivo principal del trabajo era atraer a las masas al movimiento, educarlas para la revolución, involucrarlas en la lucha por la completa transformación en la situación de las mujeres; buscaban impresionar a las masas de mujeres, estimularlas, agitarlas, despertar su iniciativa para involucrarlas en el movimiento revolucionario y en el partido. Todo ello les exigía vincularse con la gran masa de mujeres, sacudirlas, despertar su iniciativa y convencerlas de la necesidad de un movimiento de liberación de las mujeres de la clase trabajadora, ya que la liberación femenina solo puede ocurrir como resultado del triunfo de un orden social nuevo y de un sistema económico distinto.
Alexandra no solo fue una activista en pro de la emancipación femenina, también teorizó sobre la situación de las mujeres, fue así como, en 1908, escribió su libro Fundamentos sociales de la cuestión de la mujer, la editorial “Conocimiento” se comprometió a publicarlo y fue enviado a Capri, para ser revisado por el maestro Máximo Gorki.
Desde diciembre de 1908 hasta marzo de 1917 Kollontai estuvo exiliada en Alemania, Inglaterra, Francia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Suiza, Bélgica y Estados Unidos; durante su exilio militó entre las masas trabajadoras de diferentes nacionalidades desarrollando las tareas encargadas por el Partido Socialdemócrata de cada país. Todo este trabajo fortaleció su convicción en las cualidades creadoras del proletariado como clase.
Para agosto de 1910 participó en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Copenhague; participó en la lucha entre las dos corrientes sobre la táctica a adoptar para lograr el derecho de sufragio para las mujeres y sobre la protección del trabajo femenino.
En 1911, por primera vez, se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, Alexandra participó en la preparación de esa jornada y habló en Fráncfort; también hizo todo lo posible para asegurar que las trabajadoras en Rusia conmemoraran este día, escribió en la prensa rusa sobre el significado de esta jornada, tratando de preparar el terreno para su organización al año siguiente.
A principios de febrero de 1915, Alexandra viajó a Noruega con la idea de organizar para el 8 de Marzo una manifestación internacional de trabajadoras contra la guerra; la idea fue apoyada por Clara Zetkin, pero los dirigentes del Partido Socialdemócrata alemán no contribuyeron a la materialización de esa iniciativa. Solamente en Noruega, en una escala muy modesta, se logró darle un carácter antibélico al 8 de Marzo.
Sin embargo, el trabajo de Alexandra no cayó en saco roto: el 18 de febrero de 1917 estalló, en Petrogrado, la huelga de los obreros de la fábrica Putilov y cuatro días más tarde entraron en huelga los obreros de la mayoría de las grandes fábricas. Para el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, las obreras respondieron al llamamiento del Comité Bolchevique de Petrogrado y se lanzaron a la calle en manifestación contra el hambre, la guerra y el zarismo; la beligerancia de las obreras fue apoyada con una acción huelguística general de los obreros de Petrogrado y se convirtió en una manifestación política general contra el régimen zarista.
Para agosto de 1917 Kollontai era miembro del Comité Central del Partido y desde allí sugirió que se realizara la primera conferencia de representantes de las obreras industriales. Del 12 al 15 de noviembre de 1917 se realizó la conferencia, a la que asistieron más de 500 delegadas de las diferentes fábricas de Petrogrado. Las mujeres trabajadoras debatieron en torno a las medidas que el Gobierno soviético debía introducir de manera inmediata para el cuidado de las madres y de sus bebés; también fue allí donde se decidió crear un Departamento para la Protección de Madres y Niños.
El 6 de noviembre de 1917, Kollontai dio un discurso sobre la protección de la maternidad. Las obreras acudieron a la conferencia, discutieron y elaboraron las tesis con las que se buscaba aligerar la carga de la maternidad para las mujeres; dichas tesis fueron tomadas como una guía por el Comisariado del Pueblo para el Bienestar Social y el Comisariado del Trabajo. Durante los primeros meses del poder soviético, el Comisariado del Pueblo organizó y reorganizó las instituciones que podían ayudar a aligerar la carga de la maternidad y combatir la alta tasa de mortalidad infantil; por eso se ordenaron y reorganizaron los hospitales especializados en la maternidad, se crearon guarderías ejemplares, centros de consulta, un dispensario de comida para bebés, un centro de adopción…
En 1918 Kollontai quiso convocar al I Congreso Panruso de Obreras, contó con el apoyo del gran organizador Yákov Sverdlov, y se convocó el congreso para noviembre de ese año. El congreso adoptó el proyecto trazado entre Inessa Armand y Kollontai, y el Comité Central confirmó la constitución de las “comisiones” femeninas que luego fueron transformadas en secciones.
Por iniciativa de Kollontai en 1919 se creó la Comisión Contra la Prostitución. Y, bajo su responsabilidad, el 20 de noviembre de 1920 se reunió por primera vez la Secretaría Femenina Internacional, cuyo objetivo general era: “Desarrollar la influencia de la Internacional en las más amplias masas de las trabajadoras proletarias o semiproletarias, y contribuir al fortalecimiento de los lazos entre las secciones femeninas [Jenotdel] de los partidos comunistas de los países occidentales y orientales”.
Entre abril y junio de 1921 Alexandra dictó conferencias en la Universidad de Sverdlov explicando por qué las soluciones de los problemas atinentes a la explotación femenina están ligadas a una transformación profunda de los modos de producción. Del 9 al 15 de junio de 1921, bajo la presidencia de Clara Zetkin, y en vísperas del Tercer Congreso de la Internacional, se desarrolló la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas.
En 1922 Alexandra Kollontai fue designada como representante diplomática de la URSS en Noruega, era la primera vez que una mujer ocupaba un cargo de estos. En agosto de 1924, fue nombrada «Ministro Plenipotenciario» y la prensa burguesa en todos los países aprovechó para echar pestes en su contra, pues era la primera mujer de la historia moderna en ocupar un cargo equivalente al de embajador.
Durante su actividad diplomática, escribió El Eros alado, una novela corta, Camino del amor, La moral nueva y la clase trabajadora y un estudio socioeconómico titulado Situación de la mujer en la evolución de la economía nacional.
El 17 de septiembre de 1926, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS acordó remover de su cargo, como embajador en México, a Stanislav Pestkovsky, designando en su lugar a Alexandra Kollontai.
Fue condecorada, en 1933, con la Orden de Lenin por su «trabajo con las mujeres».
En septiembre de 1935 viajó a Ginebra para participar como representante soviética en una conferencia de la Sociedad de las Naciones sobre derechos de la mujer. Hasta 1945 ejerció como diplomática en Suecia, su último destino antes de volver a la URSS.
En 1941 empezó a publicar en Estocolmo un boletín diario antifascista para influir en las masas y que estas impidieran que Suecia entrara a la guerra del lado de Alemania. En reconocimiento por esas actividades, el 19 de marzo de 1942 el Gobierno soviético le concedió la condecoración de Heroína del Trabajo. En 1943 una embolia la dejó paralizada de la mitad izquierda del cuerpo, forzándola a usar silla de ruedas, pero aun así no abandonó su puesto, por lo que en marzo de 1945 fue convocada de vuelta a Moscú y siguió trabajando como asesora para el ministerio de Asuntos Exteriores. Ese año, sus amigos suecos la postularon como candidata al Premio Nobel de la paz, que sin embargo no obtuvo. Alexandra Kollontai murió en Moscú el 9 de marzo de 1952, pero su legado pervive y alienta la lucha por la liberación femenina, lo que implica la destrucción del mundo burgués y la creación del socialismo, un sistema que garantiza la protección social para las mujeres, las madres y los infantes, un sistema que emancipa a la mujer del yugo patriarcal y del yugo del capital.