La gran bolchevique Inessa Armand

La gran bolchevique Inessa Armand 1

“En el curso de los siglos, [la mujer] ha sido esclava. Al principio, bajo el reino de la pequeña producción, lo fue de la familia; después, con el desarrollo del capitalismo, pasó a serlo por triplicado: en el Estado, en la fábrica, en la familia […]. Mientras exista el poder burgués, la obrera, la campesina, no podrá escapar de esa triple servidumbre, que es la base sobre la que reposa el régimen capitalista y sin la que no puede existir […] La socialización de la producción, la expropiación de los capitalistas y de los grandes propietarios, conducen hacia la anulación completa de toda explotación”.

La obrera en la Rusia Soviética (1920), Inessa Armand.

La gran bolchevique Inessa Armand nació en París, el 8 de mayo de 1874. Sus padres, un francés cantante de ópera y una actriz de origen inglés, la llamaron Elisabeth Inessa Stéphane de Herbenville.

Cuando Inessa tenía tan solo 5 años, perdió a su padre y al año siguiente perdió a su madre; por ello fue trasladada a Moscú, para ser cuidada por su tía y su abuela que eran maestras. Se educó en casa, recibiendo lecciones particulares y cuando tenía 17 años aprobó el examen para también convertirse en maestra.

En 1893, cuando tenía solo 19 años, se casó con Alexander Armand, heredero de una boyante industria textil rusa. El matrimonio Armand tuvo 4 hijos: Alexandr, Fiodor, Inna y Varvara; influidos por el humanismo social de Lev Tolstoi, fundaron en los alrededores de Moscú una escuela para niños campesinos y también promovieron una organización caritativa dirigida a mujeres que ejercían la prostitución.

Tras 9 años de matrimonio (1902), Inessa inició una relación con su cuñado Vladimir Armand, quien estudiaba en la Universidad de Moscú y participaba en los círculos de estudiantes marxistas. Por ello, en 1903, Inessa decidió renunciar a la sociedad filantrópico-feminista que dirigía y comenzó a colaborar con el movimiento marxista, afiliándose al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. Al año siguiente, en Suiza, Inessa dio a luz a su quinto hijo: André.

Para mayo de 1904, Inessa y Vladimir ya eran militantes bolcheviques, así que volvieron a Moscú y abrieron una biblioteca clandestina, con los libros marxistas que habían comprado en Suiza.

El 6 de febrero, cuando apenas empezaba la revolución de 1905, Inessa fue arrestada y encarcelada. Pero ocho meses después fue liberada, gracias a una poderosa huelga que obligó al zar Nicolás II a decretar una amnistía general. Para 1906, con ayuda de varios de los hermanos Armand, que también eran militantes, estableció una imprenta clandestina y coordinó círculos de estudio para obreros. En ese mismo año, quiso participar dentro del movimiento estudiantil, por eso se inscribió en la Universidad Femenina de Moscú para cursar la carrera de leyes. Sin embargo, de 1906 a 1907 fue arrestada y condenada a prisión tres veces; la tercera vez fue desterrada a Mezén, en el círculo polar ártico.

En octubre de 1908 Inessa consiguió huir de su lugar de deportación y se dirigió a Kiev. A finales de 1909 se trasladó a París, donde vivían Lenin, Krúpskaya, Zinoviev, Kámenev y otros colaboradores esporádicos. Inessa Armand se sumó a ellos.

Para agosto de 1910, como delegada de la facción bolchevique, viajó a Copenhague y participó en el VII Congreso de la Internacional Socialista y en el Congreso de Mujeres Socialistas, que fue donde se instituyó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.

Un año después (1911), Lenin fundó una escuela de cuadros en Longjueau, cerca de París, y se le encargó a Inessa coordinar seminarios de economía política y dictar cursos sobre la historia del socialismo belga. En 1912 Inessa se dirigió a Petersburgo para asesorar la redacción del Pravda, que acababa de ser fundado por Stalin y Molotov; sin embargo, al poco tiempo fue arrestada durante seis meses. En marzo de 1913 salió libre gracias a que su exmarido, Alexandr Armand, pagó la fianza; pero las terribles condiciones de aquel presidio debilitaron su salud para siempre.

Durante la I Guerra Mundial (1914) Inessa distribuyó propaganda antibelicista en Europa; desde febrero de ese mismo año, junto a Nadezhda Krúpskaya, Konkordia Samoilova y otras mujeres bolcheviques se encargaron de editar el periódico Rabotnitsa (La obrera). La tirada del primer número fue confiscada y sus editoras fueron arrestadas, pero, gracias a la labor de Anna Ulianova Elizarova, que no había sido arrestada, se pudieron imprimir 12.000 ejemplares para la conmemoración del Día de la Mujer.

La I Guerra Mundial también ahondó las diferencias entre el feminismo burgués y quienes de manera revolucionaria abogaban por la emancipación de las mujeres explotadas: mientras la Unión de Mujeres por la Igualdad de Derechos convocó en agosto de 1915 a una movilización de las “hijas de Rusia” en apoyo al gobierno y a la guerra reaccionaria, las mujeres socialistas que compartían las opiniones del Partido Bolchevique intentaron convertir el 8 de marzo y todas las manifestaciones de mujeres en movilizaciones contra una guerra que derramaba la sangre obrera de muchos países, las mujeres socialistas promovieron que el proletariado de cada país imperialista volviera las armas contra su propia burguesía.

En marzo de 1915 tuvo lugar en Berna la III Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, fue convocada por la revista Rabotnitsa. En la conferencia Inessa Armand defendió la declaración de las mujeres bolcheviques, que abogaban por apresurar el fin de la guerra, sin embargo, las chauvinistas denunciaron a la posición revolucionaria como “escisión”.

En 1917, Inessa regresó a Rusia junto con Lenin y otros líderes comunistas; Inessa se dirigió a Moscú donde se integró al comité distrital del Partido, también dictó conferencias y participó en una escuela de cuadros. En julio de 1917 fundó la revista local Jizn’ Rabotnitsy (La vida de la obrera), mientras tanto también era corresponsal del periódico femenino nacional: Rabotnitsa.

Para 1918 Alexandra Kollontai organizó el I Congreso de las Mujeres Obreras de Rusia, en él se decidió fundar un departamento femenino al que llamaron Zhenotdel. El Zhenotdel fue fundado en 1919 y se nombró como presidenta a Inessa Armand, desde dicho departamento se trabajó por:

• Realizar permanente agitación y propaganda entre las mujeres
• Organizar escuelas de alfabetización
• Establecer guarderías y orfanatos para niños sin hogar
• Facilitar la participación de las mujeres en la vida política
• Movilizar las fuerzas del Partido para el trabajo entre las mujeres
• Realizar conferencias de mujeres que no pertenecían al Partido 
• Divulgar conocimientos sobre sexualidad y reproducción entre las mujeres de la Unión Soviética

Para 1920, en tan solo un año, el Zhenotdel había formado a 3897 mujeres, organizado más de 3000 mítines, facilitado la preparación de más de 4000 informes y 30.000 folletos y comunicados.

Inessa Armand estuvo al frente de la jefatura de Zhenotdel hasta 1920. En ese año, para el 8 de julio, escribió el artículo La obrera en la Rusia Soviética, que apareció firmado con el seudónimo de Helène Blonina; en dicho texto Inessa señala como “Bajo el régimen burgués se priva a la obrera de los escasos derechos políticos que se otorgan al obrero. En la fábrica, en el taller, está todavía más oprimida, más explotada que el obrero, porque el patrón usa su poder para oprimirla no solamente en su calidad de proletaria, sino también para infligirle todo tipo de ultrajes y violencia en tanto que mujer. Y en ningún sitio ni en ningún momento, la prostitución, el fenómeno más repugnante, el más odioso de la esclavitud asalariada del proletariado, se ha extendido tan escandalosamente como bajo el reino del capitalismo”.

Igualmente, en La obrera en la Rusia Soviética Inessa Armand presenta un análisis de los logros de la nueva Constitución Soviética referente a la emancipación femenina, pues gracias a la revolución del proletariado ruso, las viejas formas de la familia y la economía doméstica ─pesado fardo para la obrera, que le impiden convertirse en combatiente de la revolución─ fueron abolidas y, a través del Estado de dictadura del proletariado, las clases productoras organizaron, administraron, dirigieron toda la producción y la distribución, y crearon nuevas formas de economía, como por ejemplo los comedores públicos que liberaron a la obrera de sus funciones de ama de casa, pues hicieron que la cocina (castigo insoportable que consume todo el tiempo libre de las mujeres, las priva de la posibilidad de ir a las reuniones, de leer y de tomar parte en la lucha de clases) desapareciera poco a poco de la economía doméstica. Igualmente, el Estado de dictadura del proletariado hizo de la educación y del cuidado de los niños una obligación del Estado, para suprimir las preocupaciones materiales del padre y la madre se crearon guarderías, parvularios, campamentos, etc.

El 24 de septiembre de 1920, con tan solo 46 años, falleció en Beslán (Rusia) Inessa Armand, víctima del cólera que había contraído en unas vacaciones en el Cáucaso.

A 149 años del nacimiento de la camarada Inessa Armand, honramos su vida y su lucha. Como mujeres revolucionarias compartimos su legado y continuamos el camino que ella señaló, luchamos por el socialismo, único sistema de producción que puede conducir hacia la verdadera emancipación femenina, cuando la economía colectiva reemplace a la esclavizante economía doméstica y así se continúe hacia el futuro comunista. Como Inessa Armand, estamos convencidas de que nuestras tareas de mujeres revolucionarias están directamente relacionadas y solo pueden conquistarse si hacen parte de las tareas comunes de todo el proletariado: la revolución proletaria y el triunfo del comunismo.

Que las llamas de la insurrección mundial de las obreras y los obreros consuman el viejo modo capitalista y, con él, la esclavitud de la mujer; tal como lo hizo la camarada Inessa Armand invitamos a las obreras y a las campesinas a levantarse bajo la roja bandera y por la construcción de un auténtico Partido Comunista Revolucionario en Colombia, dispositivo necesario para que alcanzar la victoria de la revolución.

¡A romper en pedazos las cadenas que durante siglos han oprimido a la obrera y a la campesina!

¡Adelante por el socialismo, el comunismo y por la verdadera emancipación de la mujer!

¡Transformemos la estructura económica y social, sin ello la liberación de las mujeres no puede completarse!

Comparte

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *