Fundación del Ejército Rojo de obreros y campesinos en Rusia

Lenin, discurso sobre el Ejército Rojo

El 28 de enero de 1918 fue creado el Ejército Rojo en Rusia, a escasos meses de haber sido conquistado el poder por las masas organizadas en los soviets de Moscú y Petrogrado y dirigidas por los bolcheviques. Hasta el histórico asalto al palacio de invierno había bastado la organización de la Guardia Roja y la actuación de destacamentos militares adheridos a la revolución, especialmente de marinos de la flota; incluso tras el triunfo de la revolución, la misma Guardia Roja bastó para emprender la noble tarea de la expropiación de los expropiadores y la pesquisa de todos los bienes que por fuerza se negaban a entregar las clases dominantes. Sin embargo, la revolución llegó a un punto de desarrollo y de agudización de la lucha de clases en Rusia que, especialmente, bajo la amenaza de una inminente invasión imperialista y la organización de numerosos ejércitos blancos financiados por los países de la Entente, fue necesario crear un Ejército Rojo.

Lenin a mediados de enero de 1918, ya dirigía llamamientos a los nuevos destacamentos militares socialistas que se estaban creando:
“Camaradas, saludo en ustedes la resolución del proletariado ruso de luchar por el triunfo de la revolución rusa, por el triunfo de sus grandes consignas, no sólo en nuestra tierra, sino también entre los pueblos de todo el mundo. Saludo a ustedes como primeros heroicos voluntarios del ejército socialista, que crearán un poderoso ejército revolucionario. Y este ejército está llamado a defender las conquistas de la revolución, nuestro poder popular, los soviets de diputados obreros, soldados y campesinos, todo este nuevo sistema auténticamente democrático”. (Ver: Discurso de Despedida a los Primeros Destacamentos del Ejército Socialista, 14 de enero 1918, Lenin, Obras completas, Tomo 28).

Por supuesto que la creación del nuevo ejército rojo no fue una tarea para nada fácil, pesaba sobre la balanza no solo cuatro años de salvaje guerra imperialista que trajo la ruina y el hambre, sino el saboteo de los oportunistas mencheviques y social-revolucionarios, opuestos a la revolución socialista, al cual se sumaba a la resistencia activa de las antiguos mandos militares que se negaban a que su ejército fuera disuelto, además la inexperiencia del arte militar y las normas de la disciplina castrense jugaban también un papel negativo.

Al tiempo de crear los primeros destacamentos militares del ejército rojo, el partido se dio cuenta de la necesidad de reclutar cuadros militares en masa para confrontar a los ejércitos blancos en organización, cuyos epicentros se centraban al este, sur y noroeste del país. La flexibilidad táctica de los dirigentes del partido los llevó a llenar ese vacío temporalmente reclutando para tal fin a viejos oficiales del ejército zarista, mientras se proyectaba la creación de escuelas para la formación cuadros militares obreros.

Con la intervención militar imperialista cambió radicalmente la situación y todo el país de los soviets debió transformase en Frente de guerra. El partido aplicó la política del “Comunismo de Guerra” para sostener la lucha en este nuevo periodo con la consigna “Todo para el frente”. Inicialmente el Ejército Rojo estaba formado por obreros fabriles voluntarios y marinos, pero una vez el conflicto comenzó a escalar y a extenderse, fue necesario reclutar en masa a los campesinos, parte mayoritaria en la población rusa en esa época. Solo apoyándose en las masas básicas y con la correcta dirección del partido bolchevique, el país socialista pudo soportar la invasión de más de 21 países enemigos, sumada a la insurrección interna de los blancos en una guerra civil que duro casi 6 años.

Sobre el Ejército Rojo se han establecido muchos mitos para tratar de denigrar de su papel en la revolución. Por ejemplo, la burguesía ha sembrado la idea de que el Ejército Rojo siempre estaba escaso de armas, munición e indumentaria, por lo cual se veía obligado a empujar a sus hombres como carne de cañón frente a las ametralladoras enemigas; siendo por supuesto una vil mentira. Tal idea surgió tras la ofensiva de Brusilov, cuando el ejército zarista emprendió su mayor ofensiva a mediados del año 1916 en la Primera Guerra Mundial, en dicha ofensiva la escasez de armas y de recursos era aterradora, el déspota zar solo armó a 1 de cada 7 hombres con un fusil y los lanzó como carne de cañón antes las trincheras alemanas y austriacas, así se creó el mito, aprovechado por los invasores imperialistas para alentar a sus tropas, recordándoles a sus mercenarios que los rusos peleaban sin armas. Históricamente en los primeros momentos de la contienda sí existía un déficit de armas y de munición tras el triunfo de la revolución, pero ni el partido ni el Ejército Rojo usaron nunca a los soldados como carne de cañón; es más, una vez que el todo el país se transformó en un frente de guerra y la economía socialista fue condicionada a las necesidades de la guerra revolucionaria, una vez el partido comenzó a aplicar una guerra prolongada de desgaste, fueron los ejércitos blancos quienes sí sufrieron de desabastecimiento y comenzaron a desmoronarse y a caer bajo los golpes de la revolución. Aún hoy dicho mito vive interesadamente en las propagandistas de Hollywood.

Frente al reclutamiento masivo de los campesinos ocurrió otro hecho bastante interesante, pues éste se realizaba sin una necesaria preparación y con el agravante del atraso cultural e intelectual de las masas campesinas. Este hecho fue aprovechado por la burguesía rural para tratar de engañar a los campesinos con el supuesto papel ruin de los comunistas, logrando en algunos casos engañarlos y organizar sublevaciones en donde fusilaban a los comunistas, desertaban y se unían a las filas del enemigo; dicha táctica solo prosperó en algunos sitios y en los momentos iniciales de la guerra civil, pues por los hechos los campesinos comprendieron pronto la realidad y pasaron a aceptar las consignas y guía del partido. También en los momentos iniciales los campesinos no contaban con mucha experiencia militar, siendo fácilmente derrotados por la caballería del ejército enemigo, y el destino de los prisioneros la tortura y la muerte en masa. Fue solo cuestión de tiempo para que los campesinos se templaran hasta el punto de ser respetables soldados del Ejército Rojo y se convirtieran en temible azote de los blancos e imperialistas.

Ni siquiera la ayuda de las potencias imperialista con armas, tanques de guerra y aviones para el ejército blanco pudo detener el avance del pueblo ruso. Asimismo ocurrió en la segunda guerra mundial que le han dado fama universal al Ejército Rojo como el ejército más poderoso en la historia, el más noble y revolucionario de todos. No por algo el gran escritor Ernest Hemingway aseguro: “Ni toda una vida bastaría para agradecerle al Ejército Rojo lo que hizo por la libertad”. No por otra razón recordamos este 28 de enero como ese maravilloso y grandioso esfuerzo de romper las cadenas de la esclavitud asalariada.

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