En los 100 Años de la Revolución de Octubre (XV)

El Sitio de Leningrado

—La Ciudad que no se rindió—

“Toda una vida no será suficiente para agradecer lo que hizo el ejército rojo por la libertad”.
Ernest Hemingway

En los 100 Años de la Revolución de Octubre (XV) 1 Leningradenses cavando trincheras durante el sitio.

El 3 de julio de 1941 J. Stalin pronunció por la radio un discurso en el que expuso el documento programático fundamental del periodo de guerra. Las consignas promulgadas por el Partido:

«¡Todo para el frente, todo para la victoria!» y «¡Nuestra causa es justa, el enemigo será derrotado, la victoria será nuestra!» fueron los cañonazos con que el partido reorganizó a todo el país para frenar la embestida fascista. Toda la economía se reestructuró para satisfacer las necesidades del frente, asimismo los más valerosos y combativos elementos del pueblo soviético se alistaban al Partido Bolchevique en masa para ir al encuentro con el enemigo; eran numerosas las cartas de adhesión que manifestaban: «Quiero ir al combate siendo comunista». La adhesión les otorgaba el privilegio de ir al encuentro del enemigo en combates audaces y en cumplimiento de las misiones más difíciles y mortales. Ese fue el espíritu que movió al pueblo soviético y que lo llevó a realizar hazañas heroicas en masa jamás conocidas antes en la historia. Esta alta moral combativa fue la roca que frenó desde el inicio la invasión, le ejerció una resistencia tenaz, desconocida para aquel momento en el curso de toda la guerra.

Los fascistas comenzaron a desgastarse, a perder material de guerra y a sus mejores divisiones. Su rápida conquista de los países eslavos y la destrucción del país de los Soviets, no podía ya cumplirse en los tiempos estipulados y los objetivos les costaban bajas que superaban sus expectativas. La Guerra Relámpago tropezaba a cada paso y se avizoraba su estruendoso fracaso, mientras crecían las fuerzas soviéticas por doquier. En la retaguardia del enemigo, en los vastos territorios bajo el dominio temporal de los hitlerianos, el partido bolchevique organizó el ejército guerrillero más grande de la historia, llegando a contar en sus filas con más de un millón y medio de hombres —los partisanos o guerrilleros bolcheviques— que cumplían las misiones de sabotaje, destrucción de material de guerra, de líneas ferroviarias y de comunicaciones del enemigo, convertido en un verdadero problema para el alto mando hitleriano, que constantemente se vio obligado a destinar fuerzas del frente hacia su retaguardia.

Aquel alto espíritu combativo del Ejército Rojo fue demostrado incluso en los primeros días de la contienda en la defensa heroica de la fortaleza de Brest. Durante un mes pelearon los guardafronteras y unidades de tropas de campo que se hallaban en la pequeña guarnición fronteriza, a pesar de que las tropas nazis ya habían avanzado hacia el Este cientos de kilómetros, allí un pequeños grupo de soldados soviéticos continuaba luchando heroicamente, rechazando con desdén las reiteradas exigencias de los hitlerianos de capitular; sin importar el hambre, la fatiga y la escasez de municiones, casi la mayoría de sus defensores ofrendaron sus vidas en la defensa de su patria, otro poco logró evadir el cerco y llegar hasta el frente. La fortaleza de Brest se convirtió en un brillante símbolo de la firmeza y valentía inquebrantables de los soldados soviéticos que inclusive hoy en día se recuerda con orgullo.

Este fue el preámbulo que tuvo que afrontar los grupos de ejércitos fascistas. Por su parte, el Grupo de Ejércitos Norte, con más de un millón de soldados, centenares de tanques y miles de aviones tuvieron la misión de capturar Leningrado; este ataque militar fue coordinado con sus tropas satélites de la aliada Finlandia que avanzó por el norte para atenazar Leningrado. Aquella arrolladora máquina militar fue detenida por la fuerte resistencia del Ejército Rojo y del pueblo soviético en septiembre de 1941, para la fecha los fascistas ya habían cercado casi por completo la ciudad. En aquellos momentos difíciles el camarada Stalin ordenó al comandante Gueorgui Zhúkov organizar la defensa de la ciudad. El Ejército Rojo en pocos días movilizó a los habitantes de la ciudad para la defensa. Se lograron evacuar 500.000 mil habitantes. Quienes quedaron, entre ellos ancianos, mujeres y niños elevaron fortificaciones, produjeron armamento y tecnología en las fábricas y cosieron la vestimenta para el ejército. Con esfuerzos increíbles, los habitantes consiguieron defender su ciudad y la ofensiva alemana fue detenida. Los Hitlerianos decidieron cambiar de táctica y optaron por matar de hambre a los habitantes de Leningrado destruyendo la ciudad con bombardeos. En el primer otoño del asedio, la fuerza aérea nazi bombardeo puntos estratégicos para facilitar su captura y exterminio. Uno de los primeros blancos fueron las reservas alimenticias de la urbe, creadas para satisfacer las necesidades de la probación en la temporada de invierno. También destruyeron la central eléctrica, logrando cortar el suministro eléctrico, de agua y de calefacción de toda la ciudad. El primer invierno fue extremadamente duro para los leningradenses. Las reservas de agua se congelaron y para abastecerse del preciado líquido las masas tuvieron que cavar fosas en el congelado río Nevá. El tranvía y el transporte dejó de funcionar, para alimentar a la población el Estado Soviético y las organizaciones de masas tuvieron que elaborar pan a base de madera y desperdicios de harina de trigo, la ración eran dos trozos de pan para cada ciudadano por día, cada trozo de pan pesaba 125 gramos.

Vladimir Semago un sobreviviente veterano del asedio recuerda sobre aquellos momentos difíciles: «Había que moverse permanentemente, no debíamos estar en la cama, mucha gente murió porque pasaba todo el día acostada tomando mucha agua, estaban demasiado débiles para poder moverse, se acostumbraron a estar acostados siempre, así murieron mis tíos». La ciudad nunca se paró, en ella los ciudadanos soviéticos luchaban y resistían al cerco. El gran compositor Shostakovich elaboró en esas difíciles condiciones la séptima sinfonía o sinfonía Leningrado en 1941 en conmemoración de la heroica defensa de la ciudad, así lo expresó: «dedico mi Séptima Sinfonía a nuestra lucha contra el fascismo, a nuestra futura victoria sobre el enemigo y a mi ciudad natal de Leningrado». Ésta fue estrenada el 5 de marzo de 1942 y sonó en todos los rincones de la ciudad, inclusive en las líneas del frente los soldados rojos pudieron escucharla por radio, también el ejército nazi escuchó esta hermosa sinfonía, algunos registraron en sus libretas aquel suceso, muchos de ellos se sorprendieron de la firmeza de los residentes de Leningrado. La séptima sinfonía está compuesta por 4 movimientos y se le puede interpretar de la siguiente manera: 1. Allegretto, tensión antes de la batalla. 2. Moderato (poco allegretto) en el rigor de la batalla. 3. Adagio, calma después de la batalla y 4. Allegro non troppo, la victoria sobre el enemigo y la hermandad entre los hombres1. Está bella sinfonía llegó a varios países donde obtuvo enormes reconocimientos. En New York, se convirtió en un símbolo de la lucha del pueblo soviético en contra del fascismo.

1 Escuchar la sinfonía 7 de Shostakovich completa en [https://www.youtube.com/watch?v=QJzqy1Iu8YY](https://www.youtube.com/watch?v=QJzqy1Iu8YY)

A los primeros en concederles el título de héroes de la Unión Soviética fueron los pilotos S. Zdórovtsev, M. Zhúkov, P. Jaritónov por defender la ciudad, «embistiendo» sus aviones contra bombarderos enemigos una vez hubieron agotado sus municiones. En los meses de enero y marzo de 1943 comenzó la ofensiva general de las tropas soviéticas, abarcando desde Leningrado hasta el Cáucaso, la cual se coronó con brillantes victorias. El 12 de enero de ese año emprendieron la ofensiva las tropas de los Frentes de Leningrado y de Vóljov (comandados por los generales L. A. Góvorov y K. A. Meretskov). Esta ofensiva, pequeña por su envergadura y por la cantidad de tropa que participó en la misma, tuvo, sin embargo, un gran significado político-militar, pues determinó que había llegado la hora y las posibilidades de romper el bloqueo de Leningrado que duró casi un año y medio, a la vez de unir la ciudad por tierra con el resto del país, de aliviar los sufrimientos de los leningradenses y operar conjuntamente las acciones combativas del Frente de Leningrado y de la Flota del Báltico.

Con ayuda de la artillería y aviación de la Flota del Báltico, al mando del almirante V. F. Tributs, las tropas de ambos frentes lograron romper el cerco de la ciudad de Lenin el 14 de enero de 1944. Su comunicación con el país por tierra fue restablecida. ¡La Ciudad-Héroe permaneció en pie y resistió! En julio de 1944 fue rota la defensa del enemigo en Carelia, fueron liberadas las ciudades de Viborg y Petrozavodsk. El peligro que amenazaba a Leningrado desde el Norte fue liquidado. En septiembre Finlandia rompió las relaciones con Alemania y salió de la guerra. El asedio duró 900 días aproximadamente, le costó la vida a más de 1,2 millones de ciudadanos soviéticos, quienes perecieron por los bombardeos, el hambre y el frío, las armas con que la Alemania Nazi pretendió derrotarlos.

La heroica resistencia vive aún en los ciudadanos de la actual San Petersburgo —llamada así por los capitalistas que detentan temporalmente el poder en Rusia— e inmortalizada por el dicho popular: «Troya cayó, Roma cayó, Leningrado no cayó».

En los 100 Años de la Revolución de Octubre (XV) 2 Leningrado destruida por los constantes bombardeos.

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