El mérito histórico universal de la revolución bolchevique en Rusia radica en que marcó el punto de inicio de la era de la Revolución Proletaria Mundial, demostrando la madurez del proletariado y su capacidad como clase social para derrocar a las clases dominantes instaurando su dictadura, transformando toda la sociedad a favor suyo y la naturaleza; derrotando la ofensiva militar de la burguesía en la Segunda Guerra Mundial, creando el campo socialista que albergó gran parte del planeta, y que por aquellos años hizo palidecer a la burguesía mundial, pasando tragos amargos.
Sin importar la derrota y la restauración del capitalismo en los países socialistas, hoy la dura crisis económica, social y sanitaria que atraviesa el mundo, con sus protestas que sacuden de oriente a occidente a muchos países, vemos cómo va madurándose la revolución proletaria y el alto grado en el que se han agudizado las condiciones para la revolución mundial, una revolución que retome el camino recorrido por los obreros y campesinos en la URSS y luego en la China socialista, que extendió y desarrolló a un nivel superior la Revolución Proletaria Mundial con su experiencia entre 1949 y 1976.
Asimismo ocurrió hace más de 100 años, ya que la Primera Guerra Mundial puso al mundo en una tensión de todas sus contradicciones hasta un grado tan agudo, que inevitablemente la cadena imperialista mundial debía romperse en su eslabón más débil, y fue allí precisamente en la Rusia zarista, en donde las clases dominantes se encontraban divididas y desgastadas por la guerra, pero a la vez enfrentaban un poderoso movimiento obrero y campesino en auge, donde se forjó el Partido que supo avanzar a la vanguardia mundial del proletariado manteniendo en alto las banderas del marxismo: El partido bolchevique dirigido por Lenin.
Rusia a pesar de ser uno de los países más atrasados de Europa en cuanto a su desarrollo capitalista, en donde el proletariado industrial no superaba el 10% de su población, contaba con la particularidad de tener el proletariado más concentrado que su contraparte europea y americana, además la guerra había aumentado el número del proletariado industrial, vinculando a las mujeres en masa. Sin importar su número, Lenin ya había analizado aquel peso del proletariado ruso y consideraba que la fuerza del proletariado es incomparablemente mayor que su proporción numérica en la masa general de la población, para tales efectos Lenin aseguraba: «Y esto es así porque el proletariado domina económicamente en el centro y en el nervio de todo el sistema económico del capitalismo, y también porque, bajo el capitalismo, el proletariado expresa, económica y políticamente, los verdaderos intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores.»1
El partido bolchevique supo apoyarse en dicha clase, la clase más revolucionaria y avanzada del sistema capitalista mundial para hacer estremecer al mundo con la Revolución de Octubre, una labor titánica lograda a través de un gran esfuerzo de organización, agitación y propaganda, en donde no fueron pocos los grandes sacrificios y duras pérdidas.
1 V. I. Lenin. Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado. O.C., t. 40, pág. 23
La revolución de febrero de 1917 había logrado destronar al zar, esa odiada cadena que oprimió al pueblo ruso durante siglos, la cual había sido rota mediante una insurrección en donde participaron por igual obreros y soldados del viejo ejército quienes se sumaron a los sublevados, tras derrocar al zarismo en las calles de Petrogrado.
Las masas volvieron a crear su forma de gobierno llamado Soviet, una invención popular de organización y poder que había aparecido en la revolución de 1905, soviets que se traducían en la forma descubierta e inventada por el proletariado ruso para ejercer su poder a manera de dictadura proletaria. Esta vez no solo se crearon soviets de obreros por fábrica sino además soviet de soldados y marinos, en el campo las llamas de la revolución comenzaron a extenderse rápidamente con la aparición de grandes levantamientos campesinos en contra de los terratenientes, con ocupación de sus tierras por la fuerza. Aun para esa fecha, la influencia de los bolcheviques sobre el pueblo se había centrado en el sector fabril y en las mismas filas del ejército zarista en el frente de batalla, y la primera etapa de la revolución rusa, cuyo blanco de ataque fue el zar, fue de carácter democrático burgués.
En reemplazo al zar se creó un Gobierno Provisional integrado por la burguesía liberal y una coalición de mencheviques y social-revolucionarios, quienes comenzaron a maniobrar en nombre de la revolución pero en realidad, no a favor del pueblo, sino a favor de los intereses de los imperialistas en guerra, favoreciendo a la Triple Entente en su compromiso por mantener a Rusia en aquella injusta guerra, igualmente no resolvieron el problema de la reforma agraria, ni las demandas de los obreros en las ciudades; poco a poco el gobierno burgués fue perdiendo su cara democrática y desnudó su verdadero rostro.
Por aquel tiempo el Partido inicia una sistemática labor encaminada a explicar pacientemente a las masas sobre la nueva situación y la necesidad de ganar la mayor simpatía en los soviets, que para el momento de la insurrección de febrero, estaba en manos de los mencheviques. Tal labor da su fruto en contados meses y los bolcheviques logran tomar la mayoría en los soviets y expanden su influencia, victoria facilitada por el aplastamiento del golpe de estado de Kornilov para reestablecer al zar en el poder, en el cual actuaron activamente los ferroviarios quienes se opusieron a trasladar las tropas cosacas alistadas para tomarse el poder y derrocar al gobierno provisional, perdiendo el factor sorpresa, la korniloviada se cayó por sí misma. La incapacidad del gobierno provisional frente al golpe de estado puso de relieve el papel organizador y gran influencia de los bolcheviques sobre las masas obreras.
En julio de 1917 ocurre una gran manifestación de obreros y soldados exigiendo el cumplimiento de las demandas burladas por el gobierno provisional en Petrogrado, cuya única respuesta fue la de perpetrar una masacre a plena luz del día y frente a toda la multitud, disolviendo por la fuerza la movilización popular, dando fin al breve periodo de acumulación pacífica de fuerzas y colocando sobre la mesa la necesidad de la preparación de la insurrección armada; el partido bolchevique comenzó a concentrar todas sus fuerzas.
El 25 de octubre del viejo calendario ruso (7 de noviembre en el actual), los bolcheviques ejecutan un plan de forma meticulosa y cumplido con la más férrea disciplina militar, toman el poder. Se organizaron destacamentos armados de obreros y soldados para tomar y militarizar puntos neurálgicos de Petrogrado, tomándose la central telefónica, la estación de ferrocarril del Báltico, la agencia telegráfica; paralizando en el acto a los junkers de Peterhov y las fuerzas de la reacción vecinas de la capital, muchos ministros del viejo régimen habían sido detenidos, otros como el jefe de la milicia municipal, un tal Meyer, fue fusilado. En todas partes había un frenético choque violento entre las fuerzas revolucionarias de los guardias rojos y las fuerzas del viejo orden de los junkers, pero dicha insurrección fue aprobada por las masas trabajadoras rusas quienes garantizaron la continuidad y existencia del nuevo poder popular, organizadas en aquella época en los soviets de Petrogrado y Moscú.
El gran periodista norteamericano John Reed, quien presenció aquellos convulsivos días, atestiguó en su novela Los Diez Días que Estremecieron al Mundo sus impresiones sobre la Gran Revolución Socialista de Octubre, novela cuyo prefacio elaborado por Lenin dan cuenta clara de la importancia de la misma: “Después de haber leído, con inmenso interés e inalterable atención hasta el fin, el libro de John Reed, desde el fondo de mi corazón lo recomiendo a los obreros de todos los países. Quisiera que este libro fuese distribuido por millones de ejemplares y traducido a todas las lenguas, ya que ofrece un cuadro exacto y extraordinariamente útil de acontecimientos que tan grande importancia tienen para comprender lo que es la revolución proletaria, lo que es la dictadura del proletariado. Estas cuestiones son hoy objeto de discusión general; pero, antes de aceptar o rechazar las ideas que encarnan, es indispensable comprender toda la significación del partido que con relación a ellas se tome. El libro de John Reed, sin duda alguna, ayudará a esclarecer este fundamental problema del movimiento obrero universal.”
Tierra, pan y paz fueron las consignas agitadas en aquel mes de octubre y que debieron cumplir los bolcheviques sobre dificilísimas condiciones en un país arruinado tras 3 años de barbarie de guerra, debieron hacerle frente a la invasión imperialista extranjera que tras el curso de la guerra civil de 1918-1920 derrotó la invasión de 21 países extranjeros y enemigos, organizar la gran revolución socialista en las ciudades a través del desarrollo de colosales fuerzas productivas con planes quinquenales y en el campo con la colectivización a través del movimiento kolsojiano. Fueron muchas las duras pruebas que tuvo que pasar el gran país de los soviets, cuyos años más sombríos los pasó durante la pérfida invasión de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, en donde ni el ejército más grande reunido en la historia con más de 3.5 millones de soldados pudo aplastarla, guerra de la cual salió victoriosa la URSS y le arrebató a los imperialistas la mitad de Europa a través del gran campo socialista.
La derrota del campo socialista y de la URSS tras la muerte de Stalin, no obedece a que el sistema socialista hubiera colapsado y haya fracasado tal y como pregonan los burgueses y partidos oportunistas, lo que ocultan es que el socialismo fue derrotado por la “nueva burguesía roja” enquistada en los puestos burocráticos y en las cúpulas del ejército rojo, quienes paulatinamente fueron desmantelando la dictadura proletaria y los soviets para ya en el momento decisivo usar la fuerza contra las masas como todo gobierno burgués y aplastarla mediante el poder del Estado. El camino de la revolución socialista de octubre está abierto, de lo que hay es que aprender de sus errores y lecciones olvidadas ya legadas desde la Comuna de Paris.