Un verdadero ejemplo de lo que significa ser una mujer combativa y revolucionaria
Chiang Ching nació el 19 de marzo de 1914 en Zhucheng, en la provincia china de Shandong, y fue actriz bajo el seudónimo de Lan Ping. En el año 1921 se fundó el Partido Comunista Chino (PCCh), el cual obtuvo rápidamente reconocimiento entre las masas obreras y campesinas del país, especialmente de la región norte, muchos intelectuales se adhirieron al partido para luchar por la liberación del yugo imperialista y feudal, entre esos Chiang, quien se afilió al PCCh en 1933 y continuó su trabajo como actriz hasta 1937, desde allí aprovechaba sus horas de descanso y dictaba clases nocturnas para educar a los trabajadores. En 1939 conoció a Mao Tse-tung con quien se casó posteriormente.
Tras el triunfo de la revolución de Nueva Democracia en 1949, ocupó el cargo de Ministra de Cultura del primer gobierno de la República Popular China, desempeñando un importante papel como gran dirigente de masas, pasando por las duras pruebas como el avance hacia la Revolución Socialista con el Gran Salto Adelante de 1956 y la Gran Revolución Cultural Proletaria de 1966 donde pasó por duras y difíciles batallas.
Por ejemplo, en la década del 60 se preocupó profundamente por una desviación en el campo del arte y la literatura, cuando se comenzaron a propagar las ideas de las clases poseedoras y explotadoras, planteando una crítica demoledora que permitió recuperar el rumbo del arte. “En nuestras óperas reinan emperadores, reyes, generales, cortesanos, letrados y beldades, y para colmo espíritus y monstruos… En nuestro país hay más de 600 millones de trabajadores, campesinos y soldados, pero apenas un puñado de terratenientes, campesinos ricos, contrarrevolucionarios, elementos malos, derechistas y burgueses. ¿Serviremos a este puñado o a los 600 millones? Los cereales que comemos los cultivan campesinos, la ropa que nos ponemos y las casas en que vivimos las hacen los trabajadores, y el Ejército Popular de Liberación hace guardia en los frentes de defensa nacional. Sin embargo no los representamos en la ópera. Artistas, permítanme preguntarles ¿cuál es su posición de clase? ¿Y dónde está la ‘conciencia’ de artista de que siempre hablan?”
En la Revolución Cultural Proletaria desempeñó un papel importantísimo al ser la directora de la misma, entrando en 1969 al Buró Político del Partido, dando allí una fuerte disputa con los revisionistas (nueva burguesía disfrazada de roja) enquistados en las altas esferas del partido y que se afanaban por restaurar el capitalismo en China.
Chiang Ching reconoció el grandísimo papel de la clase obrera y le dio los merecidos méritos cuando entró a participar activamente en la Revolución Cultural, la cual obtuvo un carácter más disciplinado, organizado y contundente en aquel gran torbellino de rebelión popular por salvar la revolución de la debacle revisionista. En un discurso dado en 1968 ante un mitin de las masas revolucionarias en Pekin, pronuncio las siguientes palabras:
“No debemos olvidar que la juventud revolucionaria y los jóvenes combatientes de la guardia roja han realizado grandes hazañas en las etapas inicial y media de la revolución” (…)
“Al mando de nuestro gran líder el Presidente Mao, la clase obrera, esta fuerza principal, subió el 27 de julio al escenario de la lucha, de la crítica y de la transformación de la superestructura. Le respalda el Ejército Popular de Liberación. Los jóvenes combatientes guardias rojos, y todos los profesores, empleados y trabajadores que quieren hacer la revolución deben dar la bienvenida a este acto de la clase obrera y aceptar su dirección”.
Aunque la Gran Revolución Cultural Proletaria fue el mejor y más grande movimiento de masas del siglo XX y un hito que desarrolló el marxismo a una nueva etapa, los auténticos revolucionarios fueron allí derrotados tras la muerte de Mao Tse-tung en 1976. Los revisionistas chinos terminaron usurpando completamente el poder y aplicando la más burda y cruda represión contra los seguidores y defensores de la revolución, entre ellos la gran camarada Chiang Ching. Los golpes dados en la Gran Revolución Cultural no fueron completamente certeros para destronar a esa nueva burguesía enquistada en las altas esferas del poder, nutrida por el burocratismo y escudada por la existencia del Ejército Popular de Liberación, convertido en un ejército especializado y separado de las masas, un ejército que contrarío las enseñanzas que extrajera Marx de la Comuna de París acerca de la disolución de los ejércitos profesionales y su reemplazo por el armamento general del pueblo. El Ejército Popular de Liberación de China fue usado como garrote para acabar con la revolución, fue el único blanco donde no apuntó la Gran Revolución Cultural Proletaria China.
Chiang Ching fue arrestada y condenada a juicio junto con los otros 4 miembros del Buró Político del Partido, denominada por la nueva burguesía como “la banda de los 4”, siendo además expulsados del partido. En 1981 se dictaron las más duras penas sobre los acusados, Chiang Ching fue condenada a pena de muerte, pero su sentencia fue cambiada a cadena perpetua; tras su prisión nunca cedió a los chantajes de los revisionistas, lo que le hizo objeto de terribles campañas sucias, las más falsas calumnias y mentiras para desprestigiarla y enlodar su intachable imagen. En 1991 y como maniobra para evitar que muriera en prisión debido a sus graves quebrantos de salud, Chiang fue liberada y murió a los 10 días de salir de prisión.
Chiang en toda su vida demostró ser un gran ejemplo para las mujeres revolucionarias y para los comunistas. Fue una mujer que siempre luchó contra la tradición, intransigente contra las antiguas tradiciones chinas que condenaban a las mujeres a ser simples esclavas del hogar y de la lujuria de los hombres, intransigente con las ancestrales tradiciones heredadas de la vieja sociedad que arrastraban fuertemente la revolución hacia la contrarrevolución. Chiang fue una mujer revolucionaria hasta el fin y por ello es recordada con cariño por el movimiento obrero internacional.