El gobierno uribista del títere Duque ordenó que los colegios y universidades entraran en un periodo de estudio virtual que se unirá con el adelantamiento de las vacaciones para evitar la expansión del Covid-19. Dicha medida es mutilada como todo lo concerniente a la democracia de los ricos. Mutilada porque aún hay colegios y jardines que no se sumaron a esa medida poniendo en riesgo la salud pública. También lo es porque si bien los estudiantes no deben ir a los centros de enseñanza, sí lo deben hacer los miles de maestros que a diario se concentran en sus lugares de trabajo para planear clases y calificar trabajos, siendo este otro foco de posibles contagios.
El régimen uribista envía los niños a las casas pero poco o nada le importa quién va a cuidar de ellos o quién va a garantizar que estudien virtualmente (claro, los que tienen acceso a internet). Evidentemente la responsabilidad de las medidas desesperadas de los gobiernos, incluyendo los de los Estados imperialistas, recaen sobre las mujeres y los abuelos, que finalmente son los cuidadores de los niños o en ellas porque trabajan gratis al estar al frente de las tareas del hogar, o son las que se retiran de los empleos porque en esta sociedad lo normal aunque no sea correcto, es que en estas situaciones el hombre trabaja mientras la mujer está en la casa.
Los esclavos del salario, es decir, los obreros que le garantizan las superganancias a las clases ociosas, no tienen derecho al «teletrabajo» o al «#QuédateEnCasa». No. Los centros fabriles o zonas industriales de todas las ciudades siguen con su producción normal porque en medio de la crisis económica que afronta el capitalismo mundial, la burguesía no permite que sus trabajadores puedan gozar de un tiempo pago en sus casas para evitar la propagación del nuevo coronavirus. Esta situación también la padecen entre otros, los maestros como ya se dijo y los trabajadores del sector financiero cuyos patrones, los dueños de los bancos, no permiten que sus multimillonarias ganancias en medio de la crisis mundial capitalista, se vean afectadas. Tampoco tienen esa opción los funcionarios de entidades estatales y ni qué decir de los obreros que viven del diario, como por ejemplo, las miles de obreras de la confección que les pagan por pieza confeccionada, o los vendedores ambulantes.
El Covid-19 hizo visible una realidad: este tipo de crisis en la salud mundial es descargada sobre los hombros de la clase obrera, de los ancianos y de las mujeres principalmente. Mientras tanto los jefes burócratas de las centrales sindicales llaman a la desmovilización del pueblo disfrazándola de «protestas virtuales» usando exclusivamente las redes sociales, renunciando a la unidad de los explotados y oprimidos en las calles para realizar el Paro Nacional Indefinido. Es ejemplar la actitud de la clase obrera en las regiones italianas de Liguria, Piamonte, Lombardía y Emilia Romaña, Turín que espontáneamente y sin declarar huelga por parte de las direcciones de los sindicatos confederados, paralizaron la producción al interior de las fábricas y posteriormente salieron en masa a movilizarse en las calles el pasado 12 de marzo, en oposición a las medidas del gobierno central que declaró la cuarentena al ingreso de clientes en supermercados y centros comerciales, pero no así en las fábricas donde trabajan los obreros de forma masiva, hacinados y sin la distancia de seguridad recomendada.
El covid-19 no es excusa para dejar de luchar. Siempre la burguesía buscará motivos para desmovilizar la lucha de la clase obrera apoyada por los quinta columnistas infiltrados en la dirección del movimiento sindical: antes frente a la crisis económica llamaron a los obreros a solidarizarse con sus enemigos de clase; hoy con la pandemia, desmovilizan al pueblo con los preparativos del paro nacional indefinido.
Se puede luchar y se puede vencer. Los obreros deben actuar con audacia para conquistar un aislamiento preventivo pagado por sus patronos mientras se movilizan en las calles con las medidas de seguridad necesarias. Esta crisis deja en cueros al capitalismo imperialista que no permite el desarrollo de las fuerzas productivas en todo su esplendor y esto se ve reflejado en el campo de la ciencia. El capitalismo condena a muerte a la clase obrera a costa de que esta produzca superganancias a los ricachones que están sobrellevando una de las peores crisis económicas. Es hora de convertir esta crisis en fuerzas para la revolución proletaria mundial y que en Colombia se traduce en fuerzas para la construcción del Partido político del proletariado que dirija al pueblo hacia la construcción del Socialismo, único sistema económico que potencia el desarrollo científico y resuelve con medidas sociales la crianza y educación de los niños.