¡Avanzar en la Preparación del Paro Nacional Indefinido!
La orden de liberación y recaptura de Jesús Santrich destapó algunas lacras de la corruptela oficial y, sobre todo, las contradicciones en el seno de las clases dominantes, que hoy todos —desde el títere presidente Duque y su partido, hasta la llamada bancada de la oposición— llaman a conjurar en un nuevo “pacto nacional” o “acuerdo nacional”.
Renunció el Fiscal Néstor Humberto Martínez utilizando la negativa de la JEP de extraditar a Santrich. Y lo hizo mediante un show mediático apareciendo como defensor del “Estado social de Derecho”, de la Constitución y del tratado de extradición con Estados Unidos. Un papelón que mereció las alabanzas de sus amos del norte, pero que la opinión general reconoce como una cortina de humo para opacar las denuncias en su contra por corrupción, sus relaciones licenciosas con el “cartel de la toga” y las sospechas por la extraña muerte de Jorge Pizano acusador del siniestro personaje y del Grupo Aval en el caso de Odebrecht.
Pero el show no solo sirvió de cortina de humo para que el bandido a sueldo del Grupo Aval se evadiera, incluso del país, antes de que la Corte aceptara su renuncia. Inmediatamente se alzaron las voces del uribismo hablando de crisis institucional, de declarar el estado de emergencia y se manifestaron a favor de una constituyente… del lado de la oposición oficial se alzaron las voces contrarias alegando que se trata de una justificación de la derecha para imponer una reforma regresiva no solo a la justicia… Pasado el show del Fiscal, el títere Duque convocó reuniones para sellar un “pacto nacional”; por su parte, la bancada de la oposición, no invitada al festín del nuevo pacto, tomó la iniciativa para convocar un “acuerdo nacional” de verdad.
Las declaraciones y el trapicheo politiquero de estos días, muestran algunas paradojas que permiten comprender mejor los intereses de clase que defienden los distintos partidos y sus representantes:
El uribismo propone ahora una nueva constituyente cuando se opuso a esa propuesta hecha antes por los jefes de las Farc para ratificar el “acuerdo de paz”, y quienes por años han defendido la idea de una tal constituyente democrática y popular la rechazan ahora. La “política es dinámica” dicen los politiqueros, un eufemismo para encubrir las volteretas e inmundicia de la democracia y la política burguesas, resultando vanos sus esfuerzos por diferenciarse. La propuesta de constituyente de la llamada izquierda no es distinta a la de la derecha: ambas, mientras siga intacto el poder del capital y cualquiera sea el nombre que le pongan, no pueden ser más que burguesas y por consiguiente, reaccionarias. Tanto la del uribismo como la de la llamada izquierda solo pueden servir para legitimar la explotación asalariada y la dominación política de los parásitos burgueses, terratenientes e imperialistas; en esencia, ambas buscan la prolongación del bandidaje, la corrupción y la podredumbre de todas las instituciones, que todos esos partidos dicen rechazar.
En cuanto a la corrupción, los hechos solo ratifican que en la república democrática burguesa el capital ejerce su poder mediante la corrupción directa de los funcionarios y mediante la alianza del gobierno con la Bolsa; métodos perfeccionados por los monopolios en esta época de agonía del capitalismo imperialista. El caso del Fiscal Néstor Humberto Martínez es solo un botón de muestra; como lo es también que la misma Corte “renunciara” al Fiscal Ad hoc nombrado por ella misma para investigar al ahora ex fiscal y su oficina fuera allanada por el CTI. La corrupción está en la esencia de la sociedad capitalista, de la mercantilización de las relaciones entre los hombres, de la anarquía de la producción y la disputa entre los distintos capitalistas, siendo la corrupción actual, generalizada en todos los Estados, apenas un síntoma de la decadencia del sistema moribundo, cuya solución no es ponerle paños de agua tibia y reformarla como proponen los partidos de la pequeña burguesía y el oportunismo, sino darle sepultura, aboliendo la explotación y estableciendo la democracia directa de los obreros y campesinos armados.
Por su parte, el caso de Santrich ocasionó un nuevo enfrentamiento entre Iván Márquez y Timochenco. Ya eran manifiestos los reparos del primero respecto a que las clases dominantes no iban a respetar el “acuerdo de paz”, dada la persecución a los dirigentes, incumplimiento de los compromisos en materia de salud, educación y trabajo para la guerrillerada y asesinato sistemático de los militantes desmovilizados; por eso alegó que no debieron haber entregado las armas sin las suficientes garantías y ante la inminencia de su captura decidió “volverse al monte”. Actuación que mereció el rechazo furibundo de Timochenco criticado hace meses por varios jefes del partido a quien califican de arrodillado a las clases dominantes y al imperialismo, defensor de la explotación capitalista y de la dictadura burguesa.
Ahora se repite el episodio pero con mayor virulencia: en defensa de Santrich, Iván Márquez insiste en que se trata de un montaje de la DEA y el uribismo, critica duramente a Timochenco por abandonarlo e insiste en que fue un “grave error” haber entregado las armas antes de la implementación del acuerdo total. El lamento de Iván Márquez por haber dejado las armas nada tiene que ver con haberlas utilizado para la lucha revolucionaria, sino estrictamente para garantizar las migajas prometidas por el sometimiento de los jefes guerrilleros al Estado de los ricos. Timochenco, por su parte, le responde agriamente, criticándole por haber abandonado la curul, le recrimina su falta de autocrítica por la “extraña y peligrosa relación” de su sobrino Marlon Marín con Santrich, a la vez que mantiene la misma actitud servil frente al Estado y al compromiso con la paz de los sepulcros. La carta de Timochenco, como era de esperarse, recibió los aplausos de representantes de todos los partidos, empezando por los uribistas.
Así, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común – FARC está demostrando no ser alternativa alguna y, por el contrario, va quedando reducido ya a otro grupo politiquero más de la maquinaria estatal burguesa. Hechos que deben llevar a la reflexión de la base revolucionaria engañada para que retome el camino de la lucha uniéndose al esfuerzo por construir el Partido de la clase obrera y a la preparación de la guerra popular que barra para siempre la explotación y la podredumbre estatal burguesa.
Pero más allá de las paradojas, del alboroto, de los discursos mentirosos e interesados de los politiqueros, de los tira y afloje en los círculos gobernantes y en el propio seno de los partidos y grupos reformistas que defienden la institucionalidad burguesa, los hechos evidencian la inestabilidad del gobierno como producto de las contradicciones en el seno de las clases dominantes, contradicciones agravadas por los coscorrones de gobernantes, senadores y medios imperialistas de Estados Unidos. Una situación que el proletariado y el pueblo deben aprovechar para hacer retroceder los planes de sus enemigos. No acudiendo a los cantos de sirena del “acuerdo nacional” propuesto por la “bancada de la oposición”, sino arreciando la lucha revolucionaria y acelerando los preparativos del Paro Nacional Indefinido.
El proletariado revolucionario sabe que las contradicciones en el seno de las clases explotadoras son una reserva indirecta de la lucha de los explotados y oprimidos, siempre y cuando no se dejen arrastrar a las componendas por arriba y mantenga su lucha con independencia.
Que los de arriba se saquen los trapitos al sol, que dejen en evidencia la defensa de la podredumbre de su Estado, que se dividan por cómo manejar y administrar sus negocios comunes debilita a las clases dominantes, pero ello no cambia la esencia del Estado ni el papel del gobierno y sus instituciones, como quedó evidenciado con la aprobación del antiobrero Plan Nacional de Desarrollo, a pesar de las divisiones y los “airados” discursos de la oposición.
Aprovechar la debilidad de los de arriba consiste ahora en avanzar en los preparativos del Paro Nacional Indefinido para que los obreros, los campesinos y el pueblo en general no se dejen imponer el Plan Nacional de Desarrollo. El plan de las clases dominantes que aumentará la dependencia semicolonial del país al imperialismo yanqui, aumentará la superexplotación de los asalariados, arruinará a los pequeños y medianos productores, culminará la legalización de las tierras despojadas, acabará con lo que queda de la salud y la educación pública, y continuará destruyendo el medio ambiente para garantizar la ganancia de los enemigos del pueblo colombiano.
No acudir en ayuda de los enemigos, como proponen los jefes de la llamada bancada de la oposición y su convocatoria a un “Acuerdo Nacional”. Por el contrario, arreciar la lucha para ahondar sus divergencias y la crisis que le permitan a las fuerzas del pueblo trabajador tomar la iniciativa y garantizar con su lucha independiente y revolucionaria la conquista de sus reivindicaciones inmediatas y la preparación de sus fuerzas para las batallas decisivas por el poder del Estado.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Mayo 27 de 2019