Como no se había visto en la historia republicana, la posesión de Joe Biden, el nuevo al mando del imperialismo estadounidense, se realizó en medio de un gigantesco operativo militar con despliegue de más de 25.000 efectivos de la Guardia Nacional, movilización de decenas de camiones militares, colocación de vallas y bloques de concreto rodeando la Casa Blanca, cierre de carreteras y líneas del metro. En los actos protocolarios, además del acostumbrado show artístico, se destacó la ausencia del monigote Donald Trump quien organizó su propia despedida a kilómetros de la sede de gobierno.
La reiterada afirmación del “triunfo de la democracia” en todos los medios, solo oculta la decadencia del país que los capitalistas se han esforzado en mostrar como la democracia perfecta y ejemplo para los pueblos del mundo. Son tiempos turbulentos y de gran inestabilidad para un orden moribundo azotado por la crisis económica, social y política, y no son las pataletas y maniobras de Trump y su séquito de recalcitrantes reaccionarios el principal peligro para la dictadura de la burguesía imperialista, sino el creciente odio, rechazo y lucha del proletariado y los pueblos del mundo que cada día horadan más su capacidad para seguir rigiendo los destinos de la sociedad.
El símbolo por excelencia del capitalismo imperialista se encuentra herido de muerte, por ello la burguesía estadounidense afanada por preservar el sistema agonizante, le entrega hoy la dirección del poder del Estado a uno de sus mejores representantes y fiel defensor de sus intereses. Una figura distinta al detestable Trump, pero que seguirá ejerciendo su poder y mortífera dictadura, solo que con la cara demócrata de un veterano experimentado y respetable.
El nuevo gobernante tras el libreto inofensivo de su discurso “… lideraremos, no solo con el ejemplo de nuestro poder, sino con el poder de nuestro ejemplo. Seremos un socio fuerte y confiable para la paz, el progreso y la seguridad”, realmente afirmó: “seguiremos mostrando ejemplarmente nuestro poder, seguiremos promoviendo con nuestros aliados la guerra en nombre de la paz, para garantizar nuestro progreso y la seguridad de nuestros negocios”. Biden no es mejor que Trump y su presidencia no cambiará el carácter del imperialismo yanqui.
Ya se sabe que seguirá la política criminal contra los migrantes “con un enfoque más humano”, como lo hizo desde la vicepresidencia en tiempos de Obama; no por su voluntad sino obligado por la crisis social que se ha convertido en el principal peligro para la estabilidad de lo que representa, ampliará el subsidio para los desempleados e invertirá billones en infraestructura; igualmente, de antemano se sabe que seguirá utilizando a Israel, su perro de presa en el Medio Oriente, para continuar bombardeando a los pueblos de la región; seguirá apoyando los regímenes lacayos de los países oprimidos bajo su égida, como en el caso de Colombia que, encabezados por Álvaro Uribe salieron a lamer sus zapatos; también seguirá promoviendo y apoyando golpes de Estado contra los cipayos alineados con sus contradictores imperialistas europeos, rusos y chinos en cualquier latitud, por ello, por ejemplo, anunció que persistirá en la política de tumbar a Maduro para poner a su títere Juan Guaidó en Venezuela; asimismo sus promesas en la defensa del medio ambiente son apenas una mampara que no puede impedir la continuidad de la devastación de la naturaleza, pues el imperialismo solo puede sobrevivir a cuenta de destruirla y exprimir el trabajo de la sociedad, las dos únicas fuentes de riqueza.
Con Biden, el imperialismo yanqui continuará siendo el representante por excelencia de la esclavitud asalariada, y azote de los países, pueblos y naciones oprimidos. De ahí que las alabanzas de la democracia pequeñoburguesa, el oportunismo y el reformismo en general para el nuevo representante de la burguesía imperialista estadounidense, solo demuestran su falso antiimperialismo y en el fondo, su carácter servil a sus amos del norte.
Biden no podrá conjurar las fuerzas desatadas por las leyes económicas y sociales que condenan a muerte el capitalismo imperialista; cuando más, podrá aplazar su sepultura, sobre todo, por el apoyo que le están prestando la falsa izquierda, los falsos revolucionarios y comunistas que oscurecen la conciencia de los explotados y oprimidos, haciéndoles creer que este siniestro personaje es mejor que Trump, ocultando su prontuario criminal de guerra y terrorismo contra los pueblos del mundo.
Aun así, a pesar del gran favor que le hacen los falsos amigos del pueblo, Biden no podrá darle la estabilidad que quisiera la burguesía imperialista a su sistema decadente; porque su paraíso ha demostrado ser un infierno para las masas trabajadoras del mundo; porque su orden agonizante seguirá agrietándose abriendo posibilidades de generalizar la lucha revolucionaria de los pueblos que oprime, la cual, unida a la lucha revolucionaria de las masas trabajadoras, oprimidas y humilladas en la metrópoli, podrá asestar golpes demoledores a la vieja máquina de dominación a su servicio, para inaugurar una nueva época, donde la democracia directa del pueblo armado expropie todo su poder económico y edifique el socialismo, rumbo inevitable de la sociedad actual.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Enero 21 de 2021
Un comentario