Desde finales del año pasado Ucrania se ha convertido nuevamente en escenario de la contienda entre los imperialistas, desatando vientos de preparativos de guerra imperialista. Y aunque en los últimos días se hable de acuerdos para “desescalar” el conflicto, se anuncie por parte de Rusia el retiro de sus tropas de la frontera con Ucrania y Estados Unidos comprometa a la OTAN a no seguir realizando movimientos militares en Europa, persisten los preparativos que pueden desencadenar una nueva guerra mundial imperialista, ya sea sacrificando al pueblo de Ucrania o estallando en cualquier otro lugar.
Más que los pormenores de lo que está ocurriendo en Ucrania, de la división de las clases dominantes, de la diplomacia y las declaraciones mentirosas de los gobernantes, de los movimientos de tropas y armamentos que a diario son noticia, a los comunistas les incumbe examinar los hechos y las causas más profundas de la guerra imperialista, una carnicería humana que el proletariado internacional rechaza, no terciando del lado de uno u otro imperialista o defendiendo a los reaccionarios gobernantes títeres, sino oponiéndole la revolución para impedirla o, en caso de presentarse, luchando por transformarla en guerra civil revolucionaria, en guerra de clases, en guerra popular.
No puede ser de otra forma, por cuanto más allá de la apariencia política del fenómeno donde los imperialistas se rasgan las vestiduras hablando “en defensa de la paz, la democracia, la libertad, la soberanía nacional”, están sus verdaderos intereses económicos. Es necesario entonces poner sobre la mesa, la esencia de los mismos que caracterizan esta época, donde la propia naturaleza del capital financiero lo empuja a una carrera desenfrenada por la explotación de los países oprimidos y a la lucha por un nuevo reparto del mundo. Época donde la demanda creciente de materias primas incita la lucha por sus fuentes, acentuando el desarrollo desigual de los países imperialistas y exacerbando los conflictos entre las grandes potencias por el nuevo reparto de territorios y esferas de influencia.
Época en que la supremacía del monopolio aumenta la frecuencia, profundidad y explosividad de las crisis, cuyas abruptas manifestaciones de superproducción irrumpen violentamente en una sociedad donde la concentración y el dominio del capital financiero, ha amplificado en cientos de veces la anarquía de la producción capitalista. Crisis que llevan a la burguesía a emprender guerras imperialistas, reaccionarias, de rapiña, que originan fisuras entre las clases dominantes, haciendo tambalear el sistema en su conjunto y despertando las fuerzas de la revolución proletaria.
La guerra por un nuevo reparto del mundo no es la consecuencia de la particular perversidad de los capitalistas, o de las locuras de cualquier gobernante, sino del grado de concentración de la riqueza mundial en unos cuantos grupos monopolistas y países que les obliga a seguir este camino para continuar obteniendo ganancias: la guerra armada es apenas la continuación de la guerra económica y diplomática.
A propósito de la crisis y la guerra imperialista, en la Propuesta de formulación de una línea para la unidad del Movimiento Comunista internacional, publicada por la Unión Obrera Comunista (mlm) en 2016, se destacan algunos aspectos que son de importancia para una mayor comprensión de lo que está pasando en Ucrania y en el mundo:
Después de La Gran Depresión de 1929 en los países imperialistas de Europa y Norteamérica, los límites de otras crisis profundas, a un grupo de países o a ciertas ramas de la producción — tales como la crisis del petróleo en los años 70 que afectó sobre todo a Estados Unidos y su esfera de influencia, o la crisis de finales de siglo originada en Asia con repercusiones en los países occidentales— han sido rotos por la gran crisis económica desatada en Estados Unidos desde el 2008 y convertida en la primera crisis realmente mundial, por su profundidad y extensión a todos los continentes, por su tendencia a ser larga y de leves recuperaciones, por sus embestidas contra todas las gigantescas economías de los países imperialistas y capitalistas, por la agudización que ha causado a las contradicciones mundiales del imperialismo, por la grave crisis social que ha desatado ya no solo en los países oprimidos sino también en los países imperialistas.
Atenuar las crisis, sortear las contradicciones inter-imperialistas e inter-monopolistas, hacen así mismo inevitables las guerras imperialistas, reaccionarias, de las cuales dos han alcanzado un carácter mundial de rapiña y matanza imperialista. La burguesía imperialista, desesperada e impotente ante las crisis y las leyes que impulsan la sociedad hacia el socialismo, pretende contrarrestarlas quemando medios de producción, matando millones de soldados del ejército industrial de reserva y amasando ganancias extraordinarias con la industria militar en una nueva guerra mundial, en el irrefrenable apetito explotador de repartirse el mundo ya repartido, peligro ante el cual el proletariado mundial debe mantener firme la línea internacionalista: ¡O la Revolución detiene la guerra o la guerra desata la Revolución!; como lo ha enseñado la experiencia de las dos guerras mundiales, transformar una nueva guerra mundial imperialista en guerra civil contra toda la burguesía y por el triunfo mundial de la Dictadura del Proletariado. Los comunistas, a la vez que rechazan las guerras imperialistas, luchan contra toda forma de chovinismo nacional que tienda a comprometer al proletariado con la defensa de los intereses de la burguesía de su país o de cualquier país imperialista.
La crisis iniciada en el año 2008 [agravada por la pandemia del coronavirus] ha llevado a una extrema agudización de las contradicciones sociales, ha develado las lacras mundiales del capitalismo, ha revelado el parasitismo burgués, ha mostrado la caducidad de un sistema convertido en la causa de los peores sufrimientos de la humanidad, ha corroborado que ¡más allá del imperialismo sólo sigue la revolución proletaria! Ante el imperialismo, los desastres causados por la crisis y el peligro de la guerra mundial, ¡no basta resistir!, ¡el mundo necesita la revolución! Sólo la Revolución Proletaria Mundial podrá salvar a la humanidad del atolladero imperialista.
En conclusión, a los vientos de una nueva guerra imperialista es necesario oponer los vientos de la Revolución Proletaria Mundial.
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
19 de febrero de 2022