El pueblo está hastiado de la podredumbre en todas las instituciones del Estado y en particular de la gestión del Gobierno y del Congreso en favor de los capitalistas y en contra de los trabajadores. Y más rabia aún sienten los asalariados, cuando ahora, para elecciones, todos los partidos politiqueros —de derecha, de centro y de izquierda— se erigen en los «salvadores del pueblo» fingiendo ser enemigos de la corrupción, defensores del empleo, salud, vivienda, educación y otras maravillas que ahora prometen a los pobres.
Pero he aquí, que partidos reformistas —llámense «verdes», «progresistas», «polo-moir», «farc» y otros mamertos— se empeñan en aprovechar esa animadversión de los trabajadores contra los gobernantes, para engañarlos con el cuento de «no votar por los mismos politiqueros tradicionales» sino por «nuevos candidatos», que en realidad no son tan «nuevos», pues varios como Fajardo, Petro, Navarro, Mockus, Clara López al igual que sus antecesores Samuel Moreno y los Garzones, han demostrado que gobiernan igual o peor que los burgueses de cuna. Incluso si gobernaran mejor, tampoco resolverían el problema, puesto que todos sus programas consisten en «gestionar mejor» el capitalismo, es decir, «gestionar mejor» la explotación asalariada del trabajo, ley económica base del sistema que sólo puede garantizarse mediante el dominio político del capital sobre el trabajo, esto es, preservando la dictadura de clase de los explotadores envuelta en la «democracia burguesa» que los pequeñoburgueses acreditan con la refinada fórmula de «democracia participativa en el Estado social de derecho».
Defender el Estado actual, dizque remodelado con un «cambio» del mal Gobierno «no votando por los mismos de siempre», es un embeleco reformista para confundir y engañar a trabajadores honestos del campo y la ciudad, que ingenuamente les ayudan en sus campañas politiqueras, donde incluso algunos dirigentes naturales de las masas, aceptan ser «candidatos» y otros hasta se inventan “movimientos políticos” para presentar sus nombres a las elecciones también como «salvadores del pueblo» y así, arrastrar los votos de sus comunidades y organizaciones. Es un embeleco porque oculta a los trabajadores que todo Estado es en esencia una dictadura de clase, como en efecto sucede en Colombia: dictadura de la burguesía, los terratenientes y el imperialismo, dictadura de los explotadores, dictadura de los enemigos del pueblo.
Decir que «cambiar» el Gobierno y el Congreso «no votando por los mismos» resuelve los problemas del pueblo, es una gran mentira, porque el Gobierno, el Congreso, las Cortes, las FFMM,… son precisamente instituciones estatales cuya función es ejercer la dictadura de los explotadores escondida bajo la forma democrática de la republica burguesa.
Argumentar que en Colombia hay democracia porque se hacen elecciones, y con el voto el pueblo ejerce su poder absoluto constitucional, es un artificio trabajado durante siglos por los explotadores para engañar al pueblo, y es una triquiñuela clásica de los oportunistas para envolatar a los obreros, pues la llamada «democracia burguesa» lejos de ser democracia para todos, es democracia de clase, democracia para los ricos dueños del capital y dictadura para los pobres que no tienen más que su fuerza para trabajar.
Reaccionarios y reformistas engañan al pueblo cuando presentan la democracia burguesa y sus elecciones como un libre juego donde la gente decide con los votos, cuando en realidad en las elecciones burguesas decide el poder económico de los dueños del poder político, que no solamente imponen de antemano al nuevo gobierno los planes económicos y políticos diseñados por los imperialistas —como ya lo hicieron los gremios con su Agenda Empresarial 2018-2022—, sino que con su poder económico y militar convierten gobernaciones, alcaldías y partidos en poderosas maquinarias para condicionar la voluntad de los electores obligados a votar por determinados candidatos, además de las incontables tramoyas y trampas utilizadas por los capitalistas en el proceso electoral. Y para darle más realismo a la farsa, con su poder económico e ideológico en la educación, las iglesias y los medios de comunicación, los capitalistas moldean a su favor la que llaman «opinión pública».
Sin importar quién quede en la Presidencia, ni quiénes vayan a parasitar en el Congreso, en las Gobernaciones, en las Alcaldías… a los trabajadores siempre les irá peor, porque todas esas instituciones estatales son mecanismos políticos del sistema capitalista para oprimir y explotar al pueblo.
En el capitalismo las elecciones sirven a los opresores para ocultar la falsedad de la democracia burguesa y legitimar su dictadura de clase sobre el pueblo; y sirven a los explotadores capitalistas para dirimir entre ellos, cuál de sus facciones toma las riendas del Estado en el Gobierno de cada período, incluyendo en ciertas condiciones la utilización de los reformistas, pues como lo indica el Manifiesto Comunista «el gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa» y en esa junta cabe cualquier defensor del capitalismo.
Llamar al pueblo a «no votar por los mismos» es un embeleco reformista que confunde, nubla y corrompe la conciencia de los trabajadores, los aparta de su verdadera lucha, los divide contraponiéndolos a la gran masa del pueblo que ya aprendió la lección: los politiqueros cuando están en campaña electoral juran proteger a los pobres, pero cuando suben al gobierno, al congreso y a cualquier otro cargo del poder público, se ensañan contra los de abajo, utilizando el poder del Estado para exprimir más y más el trabajo de los explotados, y para reprimir más y más la rebelión de los oprimidos.
Es una gran equivocación que trabajadores apoyen a los partidos reformistas y oportunistas cuyos programas electorales son salvaguardar el Estado actual y mantener la explotación capitalista, esto es, defender la dictadura de los explotadores y perpetuar la esclavitud asalariada. Partidos que llevan décadas y décadas defendiendo la institucionalidad del Estado burgués, maquillando su carácter de dictadura de clase, y cuando han sido gobernantes, también han ejercido rabiosos la dictadura burguesa sobre el pueblo y contra los mismos trabajadores que los apoyaron en elecciones.
Los trabajadores conscientes en vez de morder el anzuelo de «no votar por los mismos», deben alzar la bandera de ¡NO VOTAR POR NINGUNO! y fortalecer las filas de esa inmensa mayoría del pueblo colombiano que desde hace ya bastantes años ha decidido NO VOTAR como forma espontánea en muchos y consciente en otros, de rechazar la farsa electoral que legitima el poder político de los verdugos capitalistas.
La lucha politiquera electoral que llama a votar por los reaccionarios, a votar por los reformistas, a no votar por los mismos, a votar en blanco… perjudica y somete a los trabajadores, porque en lo ideológico siembra confianza en el Estado de los enemigos del pueblo, y en lo político impone desmovilización y desconfianza en sus propias fuerzas.
No se trata de desconocer el Estado de los enemigos absteniéndose de toda participación política, error clásico del anarquismo; sino de transformar la abstención electoral pasiva en lucha activa contra la farsa electoral, en denuncia a la hipócrita democracia burguesa, en movilización contra las mentiras y componendas de los politiqueros, en apoyo y participación en la lucha directa actual de las masas trabajadoras, cuyas manifestaciones, paros, huelgas políticas y demás vías de hecho, son las únicas que sirven para exigir solución a los problemas inmediatos del pueblo, y las únicas que, guiadas por la conciencia revolucionaria de clase, conducen y sirven al avance general de la lucha revolucionaria del pueblo colombiano.
La lucha politiquera electoral confunde, divide y desmoviliza a los trabajadores; los aparta del camino revolucionario. La movilización callejera, los paros, las huelgas económicas y políticas, unen a los trabajadores, dan confianza en sus propias fuerzas, sirven a la preparación consciente de los pobres del campo y la ciudad para la revolución.
¡Contra la farsa electoral y la paz mentirosa de los ricos: NO VOTAR, Unir y generalizar la Lucha Obrera, Campesina y Popular!
¡Abajo el podrido Estado burgués y sus elecciones: Viva el futuro Estado de Obreros y Campesinos!
¡NO VOTAR! ¡Ni el Estado, ni los politiqueros! ¡Solo el Pueblo Salva al Pueblo!
¡Los derechos se conquistan y defienden con la lucha directa de las masas, no en el establo parlamentario!
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Febrero 10 de 2018