El peligro evidente: La Pandemia. El enemigo Esencial: El Capitalismo Imperialista

El peligro evidente: La Pandemia. El enemigo Esencial: El Capitalismo Imperialista 1

La sociedad está viviendo una pesadilla por cuenta del Covid-19; la cifra de muertos aumenta de manera exponencial en todo el planeta y el virus se sigue extendiendo sin que existan medidas que sean realmente efectivas para frenarlo. Sobre la cantidad de muertos, además de ser escandalosa, no se sabe en realidad su magnitud, pues como el caso de Guayaquil (para tomar solo un ejemplo) reporta cerca de 500 muertos, cuando en realidad en la región de Guayas la mortalidad ha aumentado en el mismo período de 3000 a 11.000 en 15 días, lo que pone en evidencia que las cifras oficiales son mentirosas, y lo que se presupone es que esta sea la característica en muchas partes del mundo.

Pero, ¿es la pandemia en realidad el peligro más grave? La realidad es que no; veamos algunas consideraciones para llegar a esta conclusión:

La cantidad de muertos. Saquemos del escenario, por un momento al Covid-19. Uno de los fenómenos que más golpea a la sociedad es sin duda la mortandad que se da prácticamente en todo el mundo, pero que se ceba con especial frenesí en los países de Asia, África y América Latina y sobre todo en los pobres. Enfermedades curables como la malaria, el sarampión, el ébola, la tuberculosis y muchas otras más, son causa de millones de muertos en una situación que dramáticamente se ha hecho parte del paisaje, una situación “normal”, pero que no sería de esa manera, si estuviera en primer orden el bienestar de la humanidad y no los apetitos de poder de los “dueños del mundo”. El hambre, que ocupa un penoso lugar de privilegio como causa de muerte de millones (muchos de ellos niños) en todos los continentes, la ausencia de alimentos y no porque no los haya, sino porque el sistema todo lo convierte en mercancía, con un valor de cambio que choca directamente con la imposibilidad de la mayoría de la población para adquirirlos. Las guerras reaccionarias, que reportan millones de muertos en varias partes del planeta, confrontaciones que principalmente son motivadas por la disputa entre bloques imperialistas, que se pelean a muerte el control económico del planeta y que en su insaciable apetito de poder, no tiene ninguna importancia la cantidad de muertos; al final, para ellos el pueblo es solo carne de cañón sin ningún valor real. Son todas ellas, y muchas otras que se podrían seguir enumerando, realidades propias de la sociedad gobernada por una minoría en contra de la inmensa mayoría, y que hoy por hoy, deja muy claro que, siendo el Covid-19 una tragedia para la humanidad, es un “juego de niños” en comparación con la cifra de muertos sólo por culpa del sistema capitalista.

Proteger la humanidad de la pandemia. En todo el mundo, sin excepción, lo que se pone como primer problema es la crisis económica y no el bienestar de la humanidad, veamos: Los ancianos, son para la economía capitalista un problema, que la mayoría no va a reconocer, pues tienen que ocultar esta verdad con palabrería sobre el cuidado de los seres humanos, llegando al colmo de levantar toda una red de propaganda sobre el “cuidado de nuestros ancianos”, cuando la verdad es que a los gobernantes y a sus amos dueños de los negocios, les importa un soberano comino lo que pase con nuestros viejos; para el sistema económico, ellos son un estorbo y un “peso muerto” que anhelan desaparecer; la producción capitalista desecha por completo a la mayoría de adultos mayores con un caudal de conocimiento y experiencia que otra sociedad les aprovecharía brindándoles todas las garantías para llevar una vejez pletórica de felicidad, sintiéndose útiles para la humanidad; pero para el capitalismo, son una carga y un estorbo; y si la pandemia les echa una mano, bienvenida sea. La cantidad de seres humanos, que según los estudios macroeconómicos de la burguesía ha desbordado las expectativas, manifestando que hay un problema de sobrepoblación en el planeta y al que se debe poner límite ya, con campañas de planificación y esterilización entre los jóvenes para que no tengan hijos, límites de cantidad de hijos en varios países para los núcleos familiares. Argumentan el “exceso” de población porque se presenta un ejército de desempleados que aumenta en relación a las capacidades de la economía para ocuparlos, pues es mejor reemplazarlos con tecnología mientras se súper explota a una parte con largas jornadas de trabajo por el mismo o por menor sueldo. Mientras la mayoría de los campos están despoblados, las ciudades en el capitalismo son verdaderas jaulas donde se apiñan por millones a los obreros y sus familias causando una aparente densidad demográfica desbordada; y todo, porque así los necesita la irracional producción bajo el capitalismo. No se puede detener la economía; ni siquiera por el interés de salvar vidas, eso es muy peligroso para el sistema económico pues este colapsa ante la quietud de “importantes renglones de la producción”; la máxima es que hay que seguir produciendo, y si eso pone en riesgo la vida de los seres humanos, pues “hay que hacer sacrificios”, al fin de cuentas los que van a poner los muertos son los obreros, campesinos y sus familias. Tras la palabrería de que se tomarán todas las medidas para garantizar la seguridad, la verdad tozuda es que en ello no se podrá invertir mucho, pues eso iría en contravía de la ganancia. Hay que “solidarizarse” con los dueños del capital, y volcarse a producir; aún incluso reconociendo cínicamente que la pandemia se extenderá, ante lo cual prometen armar una red de asistencia médica lista para la previsible crecida exponencial de los muertos. Una vulgar mentira, pues la verdad es que los equipos de asistencia especializados, están reservados para los que tengan los medios económicos y el poder político; a los obreros, que se queden en sus casas, eso es una realidad que se vive en todos los países.

Cubrir las necesidades básicas de la población. No se cubren, todo lo contrario, la situación se empeora, otra gran realidad que salta a la vista a propósito de la pandemia y no porque sea un problema nuevo, sino porque pone de relieve una condición absurda de la sociedad: el hambre del pueblo. La pandemia ha obligado a gran parte del pueblo a lanzarse a las calles a rogar y en muchos casos a exigir alimentos, pero vuelve y se presenta un contrasentido absurdo propio de esta sociedad, un sistema que produce grandes cantidades de alimentos y una población que no tiene recursos para adquirirlos. Los productores de alimentos salen en los medios de comunicación quejándose de que tienen sobreproducción y tienen que lanzarla a la basura, pero el obstáculo aquí, es nuevamente la ganancia. La sociedad basada en la ganancia es incapaz de resolver el hambre y aquí, nuevamente no es la pandemia el peor problema, es el capitalismo absurdo. La salud del pueblo y la seguridad de los que están en la primera línea. No hay recursos para armar al cuerpo médico y asistencial para enfrentar la pandemia; la realidad es que sí los hay pero vuelve la burra al trigo: valen mucho dinero; el maldito fetiche de la ganancia nuevamente se atraviesa y no se puede utilizar todo el recurso necesario y mucho menos en países del mal llamado “tercer mundo” que son las semicolonias de los países imperialistas donde llegan literalmente migajas de lo que hay en países como Alemania, Estados Unidos, China, Rusia, etc. Si en estos países poderosos, se dejan sin asistencia a quienes están poniendo el pecho, qué decir del resto del planeta; y todo otra vez, por el maldito poder del dinero, por el asqueroso sistema capitalista que es el principal estorbo de la humanidad.

La perspectiva de derrotar la pandemia. No es muy alentadora en realidad, y no porque desde el punto de vista científico la sociedad no esté bien armada; todo lo contrario, a marchas forzadas están los científicos en una carrera contra reloj por encontrar la vacuna (bueno, tomemos eso como una realidad, que la verdad, en este sistema hay que ponerlo en duda también); y lo más seguro es que lo harán. El gran problema es la inversión, las patentes, los permisos, los precios, las prioridades para ponerla a disposición, la comercialización, los aliados a quienes se irá a favorecer, las condiciones económicas y políticas para que lleguen a los países y a sus habitantes, etc., etc., etc. La cura podrá estar lista, pero acceder a ella, será toda una lucha a muerte entre los traficantes que gobiernan el sistema de salud y las masas que ponen la mayoría de los muertos; bajo este sistema de explotación y hambre nada llega gratis al pueblo, vendrá una dura batalla y todo nuevamente por el maldito sistema, por el fetiche del dinero y por el insaciable anhelo de poder.

Podríamos seguir mirando muchos más aspectos que ponen en evidencia lo expuesto en la conclusión anticipada de este escrito: la destrucción de la naturaleza, la situación de la mujer en la pandemia y su relación con la situación bajo el capitalismo, la causa misma que dio surgimiento al Covid-19, el desempleo, el papel del Estado en la manera como se enfrenta la pandemia, la asquerosa corrupción y lo que hace que pulule bajo este sistema… En fin, lo que hasta aquí queda suficientemente claro, es que una cosa es resolver los problemas bajo un sistema basado en la ganancia, y muy otra es lo que se haría (y ya lo ha hecho en la URSS de 1917 a 1956 y China 1949 a 1976) bajo un Estado gobernado por la fuerza organizada de obreros y campesinos quienes tienen todo el conocimiento y las capacidades para dirigirlo todo.

Que esta coyuntura mundial sirva para fortalecer la fuerza de los obreros revolucionarios, en su lucha por dotarse de La Internacional Comunista y del Partido Político Revolucionario en cada país, dispositivos estratégicos para convertir todo su potencial en una gran fuerza para darle su merecida sepultura al anacrónico sistema capitalista.

¡El capitalismo es la verdadera pandemia!

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