La guerra desatada en Ucrania por la repartija entre potencias imperialistas del dominio y explotación del Este de Europa, causa muerte y confinamiento, tortura y ejecuciones sumarias, desolación y desplazamiento, hambre y desarraigo, en las masas de los pueblos ucraniano y ruso, víctimas de las atrocidades de una guerra reaccionaria entre los agresores imperialistas rusos y el régimen de Kiev neo-nazi y títere de los sanguinarios imperialistas de la OTAN.
Pero más allá de las fronteras de Ucrania, los trabajadores del mundo cargan con los costos y consecuencias de una guerra que no les pertenece, que no los libera, porque es una guerra injusta y reaccionaria urdida por los intereses económicos que, en última instancia, persiguen todos los imperialistas.
Si la política es la expresión concentrada de la economía, y la guerra es lucha política con derramamiento de sangre, entonces, detrás de las altisonantes declaraciones políticas de los imperialistas y sus abyectas campañas guerreristas por “la paz”, “la libertad”, “la soberanía” de los pueblos… están los estrictos intereses económicos de uno y otro bando imperialista.
Hace 107 años Lenin resaltaba esta cuestión, que por ser de la esencia de la fase imperialista del capitalismo, hoy es cuanto más vigente: «Los capitalistas reparten el mundo, no como consecuencia de su particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino para obtener beneficios; y se lo reparten «según el capital», «según la fuerza»; otro procedimiento de reparto es imposible en el sistema de la producción mercantil y del capitalismo. La fuerza varía a su vez en consonancia con el desarrollo económico y político; para comprender lo que está aconteciendo hay que saber cuáles son los problemas que se solucionan con los cambios de la fuerza, pero saber si dichos cambios son «puramente» económicos o extra-económicos (por ejemplo, militares), es una cuestión secundaria que no puede hacer variar en nada la concepción fundamental sobre la época actual del capitalismo. Sustituir la cuestión del contenido de la lucha y de las transacciones entre los grupos capitalistas por la cuestión de la forma de esta lucha y de estas transacciones (hoy pacífica, mañana no pacífica, pasado mañana otra vez no pacífica) significa descender hasta el papel de sofista» 1
1 Del folleto de Lenin "El imperialismo, fase superior del capitalismo"
Para la guerra en Ucrania, al lado de los escuadrones profesionales y mercenarios, los imperialistas reclutan a los obreros que obligan a pisotear su carácter de clase internacional, y una vez uniformados se degüellen por “su nación”, en una guerra para que ellos, los imperialistas, anexen territorios, dominen zonas estratégicas, se adueñen de recursos naturales y fuentes de materias primas, exploten nuevos ejércitos de proletarios, todo con un único fin: monopolizar y agigantar sus ganancias.
A la vez, en la guerra económica, las “sanciones” impuestas por los imperialistas de Estados Unidos y Europa, de Australia y Japón, a sus competidores de Rusia, expresan la frenética lucha por la monopolización de ramas enteras de la economía mundial —como la energética donde Rusia ha sido una potencia mundial que choca con otros monopolios del gas licuado donde la familia Biden tiene directos intereses— pues, «Desde el punto de vista económico, el imperialismo es el capitalismo monopolista. Para que el monopolio sea completo hay que eliminar a los competidores no sólo del mercado interior (del mercado del Estado en cuestión), sino del mercado exterior, del mundo entero. ¿Existe «en la era del capital financiero» la posibilidad económica de suprimir la competencia incluso en un Estado extranjero? Existe, en efecto: los medios para ello son la dependencia financiera y el acaparamiento de las fuentes de materias primas y, después, de todas las empresas del competidor» 2
2 Del folleto de Lenin “Sobre la caricatura del marxismo” y el “economismo imperialista”.
Pero aún más, obtener mayores ganancias como objetivo de la guerra, y la lucha por la monopolización económica, es también evidente en el exorbitante crecimiento de la producción, comercialización y uso de armas en esta guerra. La industria militar, siempre ha sido una bocanada de oxígeno para los imperialistas, ante el agobio de la asfixia producto de las crisis económicas. Y la guerra en Ucrania no es la excepción sino la aterradora comprobación de que, tanto los países imperialistas como sus satélites lacayos, han encontrado en la quema de armas en Ucrania, una escapatoria para reactivar maquinaria industrial instalada, para luchar por la monopolización de la industria armamentista y las jugosas ganancias como proveedores internacionales, rama en la cual también Rusia ha sido una potencia mundial. Y aunque el examen de las ganancias en este negocio de muerte y destrucción, escapan a los propósitos de este escrito, baste mencionar los costos de algunas de sus mercancías más económicas:
FUSIL de asalto semiautomático, capaz de disparar de cuarenta a cien balas por minuto, cuesta casi mil dólares, y respecto a la munición, la caja de mil balas cuesta más de doscientos cincuenta dólares.
AMETRALLADORA pesada M2 de calibre cincuenta, la más usada por la OTAN, cuesta 14.000 dólares y el “cinturón” de mil quinientos de cincuenta cal. municiones cuesta la asombrosa cantidad de 6.500 dólares, o lo que es lo mismo, 6,5 dólares por bala, y si hace entre 450 y 600 disparos por minuto, significa que cuesta hasta 3.000 dólares por minuto operar esta arma.
GRANADAS de mano son en realidad unas de las más baratas, alrededor de cuatro dólares por cada granada de mano M67.
LANZACOHETES antitanques RPG-7, un lanzacohetes de hombro que puede disparar una gran variedad de cohetes cuyo valor puede oscilar entre unos pocos cientos y miles de dólares cada uno.
OBUSES autopropulsados, como el Hawkeye, capacidad para efectuar rápidamente de diez a doce disparos por minuto, cuyos cartuchos de quince kilogramos de peso, cuestan más de 300 dólares cada uno, lo que significa que operar este tipo de armamento puede llegar a costar más de 3.000 dólares por minuto a plena capacidad.
MISILES balísticos como el FGM-148 Javelin, uno de los misiles antitanque de hombro más avanzados del mundo, alcance de más de dos kilómetros y es capaz de destruir cualquier tanque moderno, dispara la ojiva Tándem HEAT, de 8,4 kilogramos, cuyo coste asciende a 147.000 dólares por cohete. El Hellfire Rocket uno de los misiles aire-tierra más utilizados y potentes del mundo, vale 115.000 dólares cada uno. El Advanced Precision Kill Weapons System II considerado una “ganga” según los estándares militares a “solo” 28.000 dólares por cohete. El misil Spike cuesta 5.000 dólares por unidad. El misil Tomahawk BGM-109 es uno de los misiles de crucero más conocidos y probados en combate, cuesta un millón y medio de dólares, aunque eso es solo la punta del iceberg cuando se trata de misiles. El misil Patriot PAC-3 viene como una unidad independiente con un costo inicial de 45.000.000 de dólares; tarda 30 minutos en preparar sus dieciséis misiles y reemplazarlos completamente cuestan más de 4.000.000 de dólares. El misil THAAD montado en camiones pesados capaz de transportar ocho misiles a la vez; recargar completamente un solo vehículo cuesta más de 12.000.000 de dólares. Por último, el Trident II es, de lejos, el arma más cara de todas; misil balístico intercontinental que se lanza desde los submarinos, el ejército de EE.UU., cuenta con catorce de estos submarinos y cada uno cuenta con veinticuatro misiles, con un coste de 30.000.000 de dólares cada uno, significa que tiene más de diez mil millones dólares en misiles desplegados en el océano ahora mismo.
VEHÍCULOS, avión de combate F35 de 80 a 115 millones de dólares, con costes operativos de 44.000 dólares por hora. Los portaaviones son una de las líneas más caras de su presupuesto de defensa, los nuevos portaaviones de la clase Ford cuestan alrededor de quince mil millones de dólares cada uno, y realizar una operación de su grupo de ataque cuesta alrededor de seis millones y medio de dólares por día. 3
3 Datos tomados de La guerra en números: ¿Cuánto cuesta disparar un arma? (larazon.es)
TANQUES de guerra, Armata cuesta alrededor de 18 millones de rublos. El T-90 cuesta 118 millones de rublos. El Leopard-2 cuesta 167 millones de rublos. El ucraniano T-80 cuesta 120 millones de rublos. Todos en cifras del 2018.
En una comparación entre guerra y pandemia, una página española, dice que el costo de un tanque de guerra Leopard 2E de 11 millones de dólares, equivale al costo de 440 respiradores médicos. Un caza F-35 vale 89 millones de dólares, igual al costo de 3.244 camas UCI. Un misil Trident II cuesta 31 millones de euros, con lo cual se comprarían 17 millones de mascarillas.
Y lo peor, es que, solo en lo relacionado con la guerra en Ucrania, el costo de las poderosas armas desplegadas a través de la OTAN, por los imperialistas occidentales en el Este de Europa alegando un propósito “defensivo”, más el costo de las innumerables armas entregadas al régimen neo-nazi de Zelenski tras el argumento de la “protección” de Ucrania, más el costo de la máquina de guerra movilizada hacia Ucrania por los imperialistas rusos con el pretexto de “liberarla” y a sus nacionales rusos… no son dádivas de los Estados imperialistas, ¡son cubiertos con los impuestos! que pagan todos los ciudadanos, principalmente los trabajadores de Estados Unidos, de Europa, de Rusia, de Ucrania… quienes por su cantidad, son quienes de conjunto pagan la mayor masa de impuestos, los mismos que son trasladados directamente por los Gobiernos al bolsillo de los monopolios fabricantes de armas.
Pero, la afectación económica de los trabajadores por causa de la guerra reaccionaria en Ucrania va más allá de las fronteras de los países más directamente involucrados, y agrava la situación económica de todos los trabajadores de todos los países, porque los costos de esta guerra y las “sanciones” entre los imperialistas, han impactado ya en las propias economías de los países imperialistas guerreristas y sancionadores 4
, han causado estragos en las economías de los países oprimidos, en pocas palabras, han ido agravando la crisis económica del capitalismo mundial 5
que se sabe, sus pérdidas se endosan en la forma de mayor calamidad para los trabajadores, víctimas principales del alto índice de la inflación mundial, y como tal, son ellos los principales damnificados por los sobrecostos de los fertilizantes, del trigo, del maíz, de la soya, que impactan directamente la “canasta familiar” de los más pobres; son ellos los golpeados por el hambre, expandida a tal punto, que las mismas instituciones imperialistas como la ONU, tienen la desvergüenza de “predecir” una hambruna mundial, esto es, el reconocimiento oficial del empeoramiento de la crisis social mundial, a la cual ha aportado su cuota la guerra reaccionaria en Ucrania.
4 Se han disparado los precios del trigo (ha subido más del 25%), del gas (más de un 64%) y petróleo (más de un 40%)
5 La organización imperialista OCDE anuncia que según sus cálculos, el Producto Interno Bruto se reducirá en un 1,08% en todo el mundo.
El imperialismo es un sistema mundial de opresión y explotación, un yugo que ya no soporta la sociedad mundial. Por eso, por ser remiendos a un sistema podrido y parasitario, las decisiones económicas, políticas y militares de la burguesía imperialista de Occidente y de Oriente, son como piedras que levantan para dejar caer sobre sus propios pies, se les devuelven como un búmeran en la forma de más profundidad de su crisis económica, de más agudización de la lucha de clases y mejores condiciones objetivas para el desarrollo de la revolución en todos los países. No son otras las causas de las protestas y rebeliones que bajo el ropaje de rechazo mundial a la guerra provocada por los imperialistas en Ucrania, hoy se libran en todos los continentes realmente contra el sistema imperialista mundial, fuente y base de todos los sufrimientos y calamidades a los que son sometidos los trabajadores y pueblos del mundo.
Esa agudización mundial de la lucha de clases, objetivamente tiende hacia la revolución. Y aunque sus manifestaciones son predominantemente espontáneas, son el preludio de la única solución posible a la debacle mundial creada por el imperialismo: ¡Avanzar en la Revolución Proletaria Mundial! Son la demostración palpable de la certera orientación de los comunistas: ¡O la revolución detiene guerra, o la guerra desata la revolución!
Los hechos de la guerra de agresión imperialista en Ucrania, cuyos efectos lejos de apaciguar, incendian más la lucha de clases mundial, reafirman la urgente necesidad de organizar verdaderos partidos comunistas en todos los países, la urgente necesidad de avanzar en su unidad internacional, pues sea cual sea el desenlace inmediato de esta guerra, los imperialistas de uno y otro bando y sus lacayos saldrán a declarar que se ha inaugurado un “nuevo orden mundial”, y entonces, al igual que cuando en 1919 los social-chovinistas socialdemócratas instalados en el Gobierno del Estado alemán, declararon ¡el orden reina en Berlín!, hoy los comunistas reafirmamos la histórica sentencia de Rosa Luxemburgo antes de ser asesinada:¡Estúpidos secuaces! Vuestro ‘orden’ está construido sobre la arena. Mañana la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!