Hace 22 años, sucedió la masacre de El Salado, una cruenta orgía de muerte, cometida por los paramilitares bajo las órdenes de Rodrigo Tovar Pupo alias ‘Jorge 40’, subalterno de Carlos Castaño, máximo comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC); respaldada por Salvatore Mancuso, jefe del Bloque Catatumbo, de Rodrigo Mercado Pelufo, alias ‘Cadena’, jefe del Bloque Héroes de los Montes de María y por las tropas del Ejército Nacional. Fue una de tantas masacres perpetradas por estos mercenarios de los capitalistas que dejó heridas muy profundas en el pueblo.
Las miles de víctimas dejadas por la guerra reaccionaria librada desde la década del 80, siguen esperando verdad, reparación y no repetición, promesas que hicieron los diferentes gobiernos a través de leyes como la 1448, panacea de Juan Manuel Santos, o las que se prometieron con el acuerdo de paz con las FARC, o todas las promesas que suelen hacerse en vísperas de elecciones.
Pero el hecho real es que las verdaderas víctimas de la guerra, sobre todo los campesinos pobres y proletarios agrícolas, han sido burlados. Porque lo que ha sucedido en esencia, advertido por Revolución Obrera, es que el despojo de más de 6 millones de hectáreas ha sido legalizado por intermedio del Estado burgués, en beneficio de los grandes capitalistas que financiaron la guerra para quitar a los que les estorbaban en sus proyectos agroindustriales de coca, marihuana, palma aceitera, teca y megaminería. Lo mismo han legalizado otra parte a los jefes de los ejércitos paramilitares y la misma guerrilla, quienes hicieron el trabajo sucio y también reclaman su parte. Por lo que los más de 4 millones de desplazados simplemente han recibido algunas limosnas de los millones que han ingresado a través de las ONGs, y que por intermedio de instituciones como la Unidad de Víctimas han entregado, cuando no se las roban.
Pero no siendo suficiente con esta ausencia completa de reparación a las masas trabajadoras, por estos días se dio una nueva afrenta, en este caso dentro de la formalidad burguesa; lo sucedido en las pasadas elecciones del 13 de marzo, en las que Jorge Rodrigo Tovar, el hijo del paramilitar ´Jorge 40´, fue electo para la cámara de representantes dentro de las circunscripciones para las víctimas, recurso obtenido por el proceso de paz. Un hecho que esencialmente no cambia en nada la situación de los pobres del campo, pero sí refleja que los poderosos continuarán con sus planes de expoliación, asesinato y miseria.
Este delfín de la mafia es un consentido del gobierno de Duque, tanto así que fue nombrado como director de la oficina de víctimas del Ministerio del Interior cuando fue ministra Alicia Arango y aunque fue destituido poco tiempo después, continuó trabajando en el Ministerio hasta hace poco cuando se lanzó a su campaña. También se conoció que su mamá y su abuela, es decir, la esposa y la mamá del paramilitar ´Jorge 40´, son dueñas de un edificio en Valledupar, el cual tienen arrendado a través de un tercero al Ministerio del Interior como oficina de víctimas, y según dicen los que han investigado el caso, el Estado les paga más de 200 millones de arriendo al mes.
Los tales 16 mil votos, que obtuvo el hijo del masacrador ´Jorge 40´, víctimas que “conmovidas” por su “sufrimiento” lo eligieron para que gobierne en favor de ellas, son una mentira, lo que refleja es el poder que sigue teniendo la mafia en el Estado, y que no quiere soltar; por eso perfila a personajes como “yoyo” Tovar para que sigan chupando de la teta del Estado y garantizando el lucrativo negocio del narcotráfico.
Es evidente que “yoyo” Tovar, ha ingresado al Congreso por las maquinarias, como realmente funciona la “democracia” burguesa, no por el voto popular que realmente no existe en las elecciones burguesas. Es la plata la que pone congresistas, son las familias, clanes y los capitalistas los que ponen senadores y representantes a la cámara, el voto es una mera formalidad para mantener la farsa.
En conclusión, desde la formalidad del Estado burgués las verdaderas víctimas de la guerra no tendrán una auténtica reparación, no solamente porque el hijo de un asesino, no las representará, sino porque los 15 restantes representantes de estas circunscripciones especiales para las víctimas, que tal vez sí estén interesados en ayudarlas, no lo podrán hacer desde el establo parlamentario. Y no pueden hacerlo, porque los auspiciadores de la violencia, de la miseria, del desplazamiento, de la expoliación, siguen conservando el poder económico y por tanto el poder del Estado, y por ninguna circunstancia repararán, ni dirán la verdad, ni mucho menos cumplirán con la no repetición.
La violencia contra el pueblo continúa y cada día aumenta el número de víctimas, esta guerra contra el pueblo solo parará con la lucha revolucionaria de las masas y con el triunfo de la revolución proletaria; avanzando hacia ella con la preparación del próximo levantamiento popular, en donde la alianza de los obreros y campesinos organizados y armados responda a los fusiles de los matones que siguen masacrando bajo las órdenes de los capitalistas. Y todo el dolor que han ocasionado estos criminales por fin será reparado con la justicia popular.