Según los informes presentados desde diferentes organizaciones, se puede afirmar que la violencia contra los defensores de derechos humanos y contra los dirigentes populares en general, alcanzaron niveles casi iguales a los del año pasado. Sin embargo, este 2021, ha sido notoria la autoría material por parte de diferentes instituciones de la fuerza pública, siendo la Policía Nacional la más asesina y ejecutora del terrorismo de Estado en el último periodo. Según la ONU, van 52 defensores de derechos humanos asesinados en lo que va corrido de este año. De estos, 27 ocurrieron en el Valle del Cauca donde se concentró el Paro Nacional iniciado el 28 de abril pasado. Por su parte, la organización Somos Defensores, en su informe «Resiste», corrobora que la violencia contra dichos defensores pasó de ser selectiva a generalizada, y principalmente durante el mes de mayo en pleno Paro Nacional. El informe detalla que se cometieron 524 agresiones contra 484 dirigentes, de las cuales el 41,6% ocurrieron durante el Paro.
El abuso de autoridad fue el delito más cometido durante el mes de mayo y principalmente en las ciudades, siendo Cali y Bogotá las más afectadas por el accionar violento de los uniformados contra el pueblo desarmado al cual asesinaron, violaron, amenazaron y retuvieron arbitrariamente. Esto se corresponde con el carácter del régimen uribista de la mafia, hoy en cabeza del presidente títere Iván Duque. Al concentrase el Paro Nacional en estas dos ciudades -pero que también se sintió en Medellín, Bucaramanga, Pereira, Barranquilla, entre otras- se puede afirmar que la violencia que común y abiertamente se siente en el campo y regiones rurales, se trasladó hacia las capitales de departamentos, esto se puede apreciar por la disminución de asesinatos de dirigentes sociales en el campo en un 39%, respecto al primer semestre del 2020, cifra que aún sigue siendo aterradora, pues nadie debería ser asesinado por el Estado y los monopolios por defender los derechos en sus comunidades.
¡Abajo el terrorismo de Estado en el campo y la ciudad! La mejor forma de contrarrestar estos ataques contra las masas, es con la propia organización del pueblo en Guardias y Milicias Populares, que cuiden la vida de sus líderes populares y de la comunidad en general, ante la brutal embestida del régimen paramilitar. Centrar las esperanzas en que con un cambio de gobierno va a cesar el terrorismo de Estado, es un engaño en el que el pueblo no debe caer a pesar de que los reformistas socialdemócratas se empeñen en ilusionar a las masas con que votando «por el menos malo» se van a acabar los asesinatos selectivos o la brutal represión contra los manifestantes en las ciudades: el terrorismo de Estado va más allá de que esté uno u otro representante de una facción de la burguesía o pequeña burguesía como presidente, pues de fondo son las clases dominantes dueñas de los medios de producción bajo el capitalismo, las encargadas de garantizar que esa horrorosa política se lleve a cabo contra las masas populares.
Por eso, acabar con el terrorismo de Estado exige acabar con el podrido Estado burgués por medio de la fuerza organizada de las masas, de la violencia revolucionaria que los desposeidos emprenden contra los despojadores, guiados por el Partido político del proletariado que los obreros revolucionarios en Colombia están bregando a construir como parte de la Nueva Internacional Comunista basada en el mlm. Por nuestros muertos, ¡a organizarse políticamente para construir el verdadero Partido de la clase obrera que dirija la lucha contra el capital y por la construcción del Socialismo en Colombia!