Explotados, rebelión contra la tercerización y la intermediación

Explotados, rebelión contra la tercerización y la intermediación 1

Una de las lacras propias del sistema capitalista es la tendencia mundial de la burguesía a precarizar cada vez más las formas de contratación laboral con que vincula a millones de obreros a la producción, lo que facilita la superexplotación de la clase obrera. Partiendo de esta realidad indiscutible, que también se manifiesta en Colombia, según otros datos obtenidos mediante la investigación científica, se plantea correctamente en el Programa para la Revolución en Colombia de la UOC (mlm), que Colombia es un país capitalista inserto en el sistema imperialista mundial como país oprimido.

Por ello, es necesario investigar permanentemente el fenómeno de la sub-contratación o intermediación laboral, que genera multimillonarias ganancias a los capitalistas y, al mismo tiempo, provoca pobreza a una gran cantidad de masas proletarias en el país.

Gracias a la lucha del movimiento obrero —que costó centenares de muertos— se conquistó la contratación directa, los contratos de trabajo indefinidos, con total cobertura frente a la seguridad social y cobijados por las conquistas de las convenciones colectivas ganadas por el movimiento sindical.

Sin embargo, en Colombia, los capitalistas fueron favorecidos por la legislación del Estado burgués-terrateniente con la implementación de la Ley 50 del 90, que les permitió tercerizar (cuando se acude a terceros para obtener un resultado final en la producción de un bien o la prestación de un servicio y que se ejecuta por el contratado con sus propios recursos técnicos, administrativos, financieros y humanos, y con plena autonomía) e intermediar (envío en misión de trabajadores a terceros para ejecutar temporalmente en desarrollo de sus actividades misionales permanentes) la contratación laboral por medio de diferentes formas como son las Cooperativas de trabajo asociado y precooperativas, Sociedades comerciales, Contratos de prestación de servicios y el Contrato Sindical. Cada una de ellas con sus características especiales que merecen posteriores pronunciamientos.

Según el Observatorio del Mercado Laboral de la Asociación Colombiana de Empresas de Servicios Temporales (Acoset) que agrupa a estos capitalistas que se lucran a costa de la subcontratación de mano de obra barata o intermediación laboral, los trabajadores en misión para 2023 fueron 448.000 -dentro de ese total el 57 % es personal femenino–, pagaron en salarios once billones novecientos sesenta y cuatro mil millones de pesos, el 23 % fue empleo joven y primer empleo, 16,3 % refiere a inclusión y diversidad laboral («personas de la tercera edad, con dis-capacidad, víctimas del conflicto armado y poblaciones desatendidas»).

Los lugares que más concentran el empleo temporal en Colombia son Bogotá (167.060), seguido por Atlántico (100.417), Antioquia (85.481) y Valle del Cauca (40.596). El empleo misional se divide en sectores de la producción así: comercio (143.837); manufactura (123.225); transporte, almacenamiento y comunicaciones (53.323); construcción (40.328) y el sector inmobiliario (35.604). El Observatorio afirma que «entre parafiscales, seguridad social (pensión, salud, ARL) y caja de compensación, sumaron aportes por el orden de los 3.1 billones de pesos».

Un análisis rápido de estas cifras nos permite afirmar que si entre salarios y seguridad social las Empresas de Trabajo Temporal pagaron 15 billones de pesos en el 2023, eso quiere decir que fue mucho mayor el capital que se ahorraron los capitalistas si hubieran contratado directamente a ese casi medio millón de trabajadores, pues por estar vinculados directamente perciben más beneficios al ser cobijados por las convenciones colectivas donde hay sindicatos o, incluso, por los pactos colectivos que las empresas se ven obligados a implementar para oponerse a que sus trabajadores se organicen en sindicatos. Bogotá se consolida como el centro económico del país y, por lo tanto, debe ser el centro del trabajo político de los revolucionarios en el país. La mujer es apetecida por los capitalistas para subcontratarla y pagarle peores salarios que a los hombres, en parte por las condiciones concretas que la obligan a aceptar ofertas laborales paupérrimas para poder sobrevivir, generalmente como madres cabeza de hogar.

Por tanto, si bien la tercerización laboral y la intermediación es legal, no quiere decir que sea justo que a través de dichas figuras las empresas evadan la contratación directa por las empresas contratantes, disfrazando o enmascarando que los verdaderos patrones son aquellos capitalistas que subcontratan fuerza de trabajo por medio de estos mercaderes de la fuerza de trabajo barata, encubriendo así, las verdaderas relaciones laborales con ayuda de estas «negreras» modernas.

Esto queda en evidencia cuando se renuevan contratos eternamente por una u otra intermediadora o tercerizadora, alternando la contratación con diferentes razones sociales para aparentar una supuesta temporalidad que no existe, pues esta se convierte en una situación indefinida, todo con la complacencia de los capitalistas que finalmente se benefician de estas formas de superexplotación económica, que, entre otras, dificulta la organización sindical de los tercerizados para resistir los embates del capital.

Frente a esta situación, los comunistas revolucionarios le presentamos al movimiento obrero, campesino, estudiantil, etc., una propuesta de Programa Inmediato que sirva para unir al pueblo y conquistar con su lucha la solución a los graves problemas que lo aquejan, y que en concreto para este problema exige: Empleo formal, estabilidad laboral y acabar la tercerización e intermediación laboral. Y para ello, estamos llamando a organizar de inmediato Asambleas Populares que concreten la unidad y organización del pueblo para enfrentar a los sus enemigos; para que este decida democráticamente por medio del centralismo democrático sobre todos los asuntos; para que se decida la mejor forma de resistir y vencer por medio de la violencia revolucionaria en las calles la embestida del Estado burgués.

Sin embargo, sabemos que esto no es suficiente, pues las reformas que el pueblo conquiste en las calles por medio de su lucha directa deben servir al objetivo máximo de conquistar el poder político del Estado para los obreros y los campesinos armados.Y no hablamos de este Estado burgués-terrateniente, pues quedó demostrando que los capitalistas no pudieron ser doblegados por el gobierno reformista de Petro, pues a pesar de que está en la presidencia y cuenta con algunos escaños en el establo parlamentario, no posee el poder político, económico y militar que aún se encuentra bajo las garras de las clases reaccionarias y enemigas del pueblo trabajador.

Por ello, llamamos a la organización política revolucionaria de los mejores hijos e hijas del proletariado en su Partido clandestino, que, guiado bajo el marxismo-leninismo-maoísmo y su Programa para la Revolución en Colombia, logre movilizar a las masas hacia la destrucción del viejo Estado y sobre sus ruinas construyan el Nuevo Estado de Obreros y Campesinos, en el que el trabajo será la fuente de riqueza para toda la sociedad y no para un puñado de parásitos sociales a costa de la miseria de millones de familias proletarias, como sucede hoy bajo el moribundo capitalismo-imperialista. Esas son las grandes tareas que deben encarar grandes mujeres y hombres que se comprometan organizadamente con la Revolución Socialista en Colombia.

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