Según se conoció, el régimen uribista de Duque, planea aprobar la incorporación de 34.000 policías más, redoblar las fuerzas del asesino Escuadrón Móvil Anti-Disturbios (ESMAD), entre otras medidas represivas contra el pueblo. En momentos en que las masas están exigiendo en medio de las protestas el desmonte de dicho escuadrón de asesinos a sueldo, la respuesta del Estado de dictadura de los ricos es el refuerzo de su aparato militar represivo que tanto odian las masas populares. ¡Esa es la mentirosa “Conversación Nacional” del régimen mafioso y terrorista del presidente títere!
Ante las masivas protestas, el Estado en cabeza de Uri-Duque ha respondido con el ESMAD que ya mató a Dilan Cruz en Bogotá y que se suma a la larga lista de luchadores del pueblo asesinados por dicho escuadrón de muerte. Además, son muchas las denuncias contra la Policía Nacional por golpear mujeres y hombres indefensos que no participaban de las actividades del paro, por sacar ojos de los manifestantes al disparar balines directamente contra la cara de los mismos, de vandalizar barrios obreros en Bogotá el 22 de noviembre como quedó evidenciado en diferentes videos, por provocar disturbios artificialmente para tachar de vándalos y terroristas a la gran masa juvenil que ha nutrido el paro con sus protestas.
Así responde el Estado de los monopolios a las necesidades de las masas: impunidad hacia los asesinos del pueblo, represión de todas las formas posibles e incremento de la bota militar para amedrentar a los luchadores populares. Ante la burla a la exigencia del desmonte del Esmad y el incremento de la represión y criminalización de la protesta popular, el pueblo debe redoblar la lucha callejera organizando los grupos de choque cuanto antes ya que la política de Estado es persistir reforzando el terrorismo contra el pueblo. A la violencia reaccionaria el pueblo está obligado a responder con la violencia revolucionaria.
Los policías que ahora son instrumentos ciegos de los enemigos del pueblo, deben saber que están defendiendo intereses ajenos a los de su clase y que la burguesía y los terratenientes los están poniendo de carne de cañón en las manifestaciones, en las cuales también han resultado heridos y pueden salir incluso muertos. No pueden olvidar que el “gran premio” que reciben por servir a los intereses de los enemigos del pueblo, en su gran mayoría, son $1.586.135 que es el miserable salario que le pagan a un patrullero o a un carabinero por exponer su vida. Un agente con más de 10 años de servicio devenga un salario apenas de $1.176.344 por salir a masacrar a jóvenes como Carlos Giovanni Blanco, Nicolás David Neira Álvarez, Jhonny Silva Aranguren, Oscar Leonardo Salas Ángel o Dilan Cruz, entre otros niños, indígenas y obreros que asesinó el Esmad desde su creación, mientras que los “generales de la patria” tienen un sueldo de $19.309.793 por enviar a sus subalternos a que arriesguen la vida por defender intereses ajenos y que son los de las clases parásitas de la sociedad.
Los policías y soldados no deben apuntar sus armas contra los hijos del pueblo al cual pertenecen mayoritariamente. Por el contrario, deben voltear las armas contra el Estado de los ricos, contra quienes los envían a asesinar y a reprimir al pueblo desde mullidos sillones de los altos mandos castrenses.
El pueblo está obligado a organizarse para destruir las fuerzas armadas de sus enemigos; para suprimir todas las fuerzas represivas que lo aplastan. Y sus mejores hijos y representantes deben aprestarse ahora a la tarea de contribuir a organizar el Partido político de la clase obrera, instrumento necesario para dirigir al pueblo hacia su emancipación por medio de la violencia revolucionaria, ya que no hay otra forma de resolver la contradicción antagónica existente entre los explotados y los explotadores, entre los oprimidos y los opresores del pueblo trabajador.