Así como hay que reconocer las derrotas y transformarlas en victorias sacando las enseñanzas correspondientes, también es necesario recordar y exaltar los triunfos; por eso a través de estas líneas, mencionaremos un poco lo vivido el 28 de enero de 2021 en algunas ciudades de Colombia y registrado por diversos medios digitales.
Una jornada convocada por los Comités de Lucha para mostrar la inconformidad de las masas, protestar y hacer sentir sus voces contra los explotadores, su Estado y el criminal gobierno de Duque; un día para exigir: ¡Alza general de salarios, empleo y subsidio para los desempleados! ¡Cubrimiento de salud total y gratuita para toda la población! ¡Contratación directa, medidas de protección y mejores salarios para los trabajadores de la salud! ¡Fin a la racha de asesinatos y terror contra los dirigentes populares!
Muchos acudieron al llamado a pesar de la guerra psicológica y las amenazas: que si salían a protestar serían contagiados por la COVID-19. En este caso sí se contagiaron, pero de entusiasmo y convicción para tomar las calles y pelear por sus derechos, demostrándoles a aquellos dirigentes escépticos que sí hay condiciones para seguir y avanzar hacia la unidad y generalización de la Huelga Política de Masas, hoy en la forma de Paro General Indefinido.
En Bogotá, Cali, Medellín y Manizales, reportaron entre 100 y 150 por ciudad, activistas de diferentes sectores, organizaciones sindicales, ambientalistas, víctimas de la guerra contra el pueblo, recicladores, estudiantes, algunas organizaciones políticas; una cantidad muy valiosa, sobre todo si se tiene en cuenta que los burócratas de la centrales, los partidos politiqueros e incluso la mayoría de las organizaciones que dicen estar de acuerdo con el paro, no movieron un dedo para impulsar la jornada, precisamente porque no se atreven a romper definitivamente el cordón umbilical que los mantiene atados a esas camarillas. Además, fue una excelente jornada, de agitación política viva a través de las consignas, los discursos e intervenciones, a lo que se sumó el ingenio en expresiones artísticas y el entusiasmo de la juventud.
Con toda seguridad fue un triunfo en todo sentido, un gran número de luchadores salió a manifestar su repudio al régimen y al oportunismo conciliador de los dirigentes de las Centrales Obreras y del mal llamado “Comité Nacional de Paro” que siempre deja evidente su total oposición al Paro General Indefinido; pero además, fue un éxito enorme haber hecho una movilización coordinada nacionalmente, sin depender de las maquinarias burocráticas de las centrales y en contra de los que dicen estar por la movilización, pero que no movieron un dedo para apoyarla.
Se convocó y preparó con total independencia de los politiqueros, del Estado y de los jefes burócratas que hoy están pensando única y exclusivamente en centrar esfuerzos hacia la campaña politiquera para el 2022, y llevarse entre sus garras a las masas luchadoras por ese camino para que sigan confiando en sus eternos enemigos de clase, en los burgueses, terratenientes e imperialistas y su Estado como máquina de opresión y explotación.
Fue correcto hacer el llamado, porque los motivos para salir a las calles son muchísimos; se expresó conscientemente el sentir de millones de personas del pueblo y de las masas que están dispuestas a seguir transitando por el camino de la lucha directa. Las denuncias de diferentes sectores, hicieron ver que todos los explotados y oprimidos sufren los mismos problemas y las mismas consecuencias de un Estado que defiende los intereses de los ricos, que el pueblo está dispuesto a salir, unirse y luchar como clase contra su común enemigo.
Ese 28 de enero se reafirmó el camino de la lucha y no el de la conciliación y la concertación; y aunque comparativamente, no fue de la magnitud de otras jornadas que ya hemos vivido en Colombia, sí fue un termómetro para medir la disposición real de aquellos que dicen estar por el paro, pero no hacen nada para avanzar hacia allá. Fue un pulso entre los dos caminos y puso al descubierto las intenciones de los representantes de uno y otro lado; de los que están por trabajar realmente para enfrentar a los explotadores y acabar con su reinado, y los que están por hacerle remiendos al sistema capitalista para eternizar el infierno en que vive la clase obrera y todo el pueblo trabajador. Y además, fue un campanazo para aquellos revolucionarios honestos que sí quieren y están dispuestos a trabajar por el paro, pero que no encuentran en sus dirigentes, a verdaderos jefes políticos que sin titubeos se pongan al frente de las tareas por el Paro General Indefinido.