Gustavo Petro no tiene el poder en su propio Gobierno: parte de sus ministros son de los partidos tradicionales que han vivido de la corrupción, el clientelismo y la politiquería; gran parte de sus funcionarios están en contra del Gobierno, convirtiéndose en una talanquera de todos los proyectos que van para los territorios. Petro no ha logrado, hasta ahora, controlar la corrupción en su propio Gobierno, mucho menos en todo el Estado.
Los pocos funcionarios que respaldan a Petro no tienen la experiencia necesaria y son una minoría incapaz de poner a funcionar el Gobierno, mucho menos el Estado. Es un gobierno que se ha quedado en el discurso y le falta practicidad, el discurso no está conectado con las transformaciones y los cambios en los territorios; los recursos y las inversiones no llegan a los territorios, obstaculizando el desarrollo y la solución de los problemas. Ya llevamos dos años, pero los cambios no arrancan.
Y no arrancan porque en el mismo Gobierno de Petro existen funcionarios que están obstaculizando el funcionamiento del gobierno; la mayoría de los funcionarios tienen amarrados los recursos para que no lleguen a las comunidades vulnerables; existen funcionarios que se caen de la silla cuando se les exigen que los recursos se inviertan en los territorios; por eso el gobierno de Petro no ha cumplido con los acuerdos, son funcionarios totalmente mezquinos con las comunidades y las organizaciones sociales.
Los funcionarios del Gobierno de Petro sabotean la política de inversión en los territorios, los funcionarios del Estado tienen un pacto para no dejar aplicar ninguna ley que desarrolle la participación de las comunidades desde los territorios, por ejemplo, la Corte tumbó la ley y los decretos donde las Juntas de Acción Comunal podían administrar y contratar inversiones para la vías terciarias, de nuevo estas inversiones se las entregó a los contratistas corruptos que todo el tiempo han desarrollado los contratos, con un poder de corrupción desastroso para el país y para las comunidades, porque la mayor parte de los recursos no llegan a la solución de los problemas desde abajo.
Este es un Estado totalmente corrupto, donde se le da el respaldo total a quienes a través de la corrupción convierten los dineros públicos en dineros de bolsillo, con toda una red de contratistas que no es otra cosa que la red de los corruptos y los mafiosos, echándole mano a los dineros de la nación para convertirlos en propiedad privada de unos pocos y de sus empresas.
La crisis de funcionamiento del Gobierno y del Estado empata con la crisis fiscal de la nación, provocada por el saqueo de los recursos de los gobiernos anteriores que lo que no se pudieron robar lo dejaron comprometido a través de contratos y convenios con toda la corruptela más grande empotrada en el gobierno y el Estado para apoderarse de los dineros de la nación que les proporciona tanta o más rentabilidad que el narcotráfico.
Todo el aparato del gobierno y del Estado está totalmente descompuesto y corrompido con las grandes mafias de la corrupción que actúan como verdaderas bandas criminales, donde el objetivo es apoderarse del presupuesto nacional convertido en la principal fuente de recursos para su enriquecimiento.
En estas condiciones el presidente Petro está solo, ya que gran parte de su Gobierno y del Estado están en su contra; se ha podido mantener, pese a la arremetida permanente de la derecha y de todos los corruptos, por el respaldo popular que todavía confía en que algo puede hacer por el pueblo.
El movimiento social esta resquebrajado y la mayoría actúa alrededor de intereses particulares, sectoriales, promovido por dirigentes que se han dejado arrastrar por la corrupción, el clientelismo, la politiquería y no están pensando en defender los intereses del pueblo mediante la movilización desde abajo, con una consigna central como lo es: solo el pueblo salva al pueblo, y con una actuación política independiente. Hoy lo que hay que hacer es aprovechar la crisis para avanzar en la construcción de verdaderos movimientos sociales, con pasos serios hacia la construcción de una nueva sociedad.
Por esta razón, desde esta tribuna estamos llamando de nuevo a la juventud, como el sector más beligerante que se comprobó en el anterior Levantamiento Popular, que ya es hora de colocarse a la cabeza de la movilización social para conducir al pueblo a un nuevo Levantamiento Popular por transformaciones y cambios desde abajo.
Ya los sectores reformistas, a través de las elecciones y alianzas con la derecha, demostraron que no tienen la capacidad de producir cambios reales desde abajo. Llegó la hora de que la juventud, con todo el pueblo, de nuevo entremos a construir decisiones efectivas para desarrollar transformaciones desde los territorios, moviendo todas las fuerzas para arrebatarle este país a las grandes mafias de la corrupción, del narcotráfico, dirigidas por la derecha más cruel y sanguinaria que ha tenido el continente.
Petro ya cumplió su papel y nos demostró con su accionar que las reformas no son viables por la vía de alianzas con los partidos tradicionales, porque los banqueros, los terratenientes, los grandes comerciantes, los grades transportadores, los grandes gremios económicos, que son los verdaderos dueños del poder, no están de acuerdo siquiera con las reformas que contribuyen a presentarle otra cara al sistema capitalista, para mantenerse otros años en el poder; esta derecha no sede en lo más mínimo para buscar una salida viable a la crisis de su podrido sistema de explotación. Lo que la alianza de los burgueses y terratenientes quieren es que las reformas no les toque en lo más mínimo sus intereses económicos; quieren mantenerse en el poder sin ceder ninguno de sus grandes privilegios.
Los banqueros y todos los burgueses no quieren ceder ni una pequeña parte de las ganancias que les genera el capital construido por el trabajo de todos los trabajadores; los terratenientes no quieren ceder lo más mínimo del monopolio de las tierras que le han arrebatado al campesinado a través de la violencia.
Es claro que todos los corruptos y las mafias del narcotráfico no quieren parar el saqueo de los recursos de la nación, de los recursos públicos que son propiedad de todo el pueblo, para convertirlos en propiedad privada como la principal fuente de enriquecimiento de sus empresas.
Eso también significa que el imperialismo, a través de sus empresas imperialistas, no quieren parar la invasión de este territorio para continuar el saqueo de las riquezas como el petróleo, los minerales, la biodiversidad, el oxígeno, la tierra fértil, el agua dulce, el conocimiento y la cultura. El gran capital internacional quiere seguir invadiendo para apoderarse de todo, sometiendo a los pueblos del mundo a la esclavitud.
Por todas estas razones planteamos que hoy más que nunca, el pueblo colombiano debe retomar el camino más seguro para construir desde abajo, con todos los sectores del pueblo colombiano y a través del Levantamiento Popular, la construcción de un movimiento antiimperialista para parar la arremetida, el saqueo, la opresión, la guerra y el genocidio que se viene desarrollando contra los pueblos mundo, como lo hace con Palestina.
Este frente antiimperialista debe luchar contra la alianza del imperialismo con la oligarquía que no es otra cosa que la alianza del imperialismo del capital financiero internacional con la burguesía y los terratenientes nativos que se arrodillan ante el imperialismo para entregarle todas las riquezas de los pueblos oprimidos.
Esta alianza de la burguesía y los terratenientes, es la alianza que ha contribuido para que el imperialismo invada el territorio apoderándose de las tierras fértiles, del agua dulce, de la biodiversidad, del petróleo; de los bosques, especialmente de los bosques de niebla para apoderarse del agua y del oxígeno, y de todos los minerales; pero no satisfecho con apoderarse de la riqueza material, el imperialismo también viene por la cultura, el saber de los pueblos. O hacemos ya la revolución o a la humanidad no le espera sino la nueva esclavitud sustentada por los mayores adelantos técnicos y científicos usurpados por el imperialismo como fuerza saqueadora, opresora y esclavista del mundo.
En la lucha antiimperialista hay que tener claro que el narcotráfico es una empresa imperialista que también le está sirviendo para invadir, descomponer y someter con la violencia a los pueblos del mundo. En Colombia las fuerzas del narcotráfico han descompuesto a fuerzas guerrilleras para colocarlas al servicio del imperialismo y, por medio, de ellas se han apoderado de grandes territorios donde han impuesto el terror, el control territorial armado tanto en el campo como en la ciudad.
Por eso llamamos a los campesinos, a la clase obrera de la ciudad, a todos los sectores populares a prepararse para levantarse en una guerra civil revolucionaria que libere a los territorios del dominio de la mafia que no es otra cosa que la esclavitud.
La tiranía del narcotráfico se apoya no solo en los grupos paramilitares, sino además en algunas fuerzas guerrilleras, como está pasando en varios territorios con las disidencias de las Farc. Fuerzas que hace mucho tiempo perdieron la dignidad y legitimidad como fuerzas guerrilleras y hoy son fuerzas mercenarias del narcotráfico, fuerzas de opresión y sometimiento. Ya no son fuerzas de liberación, ni fuerzas para la revolución; ya no están de acuerdo con la liberación de los territorios, sino con el control territorial armado para el narcotráfico como empresa imperialista.
A la alianza siniestra de los imperialistas, burgueses y terratenientes, los verdaderos dueños del poder, solo es posible hacerles frente con la unidad, la organización y la lucha revolucionaria del pueblo, construyendo su propio poder. No se puede seguir creyendo que, desde el viejo y descompuesto Estado al servicio de los esclavizadores, opresores y asesinos del pueblo, se puede cambiar la situación.
Miguel H