Las dificultades a que somete el sistema a las madres proletarias

Las dificultades a que somete el sistema a las madres proletarias 1

El capitalismo impone una carga insoportable sobre las mujeres, y más para las mujeres que deciden o terminan siendo madres, pues el capitalismo no es más que un sistema de explotación y opresión donde las mujeres están sometidas a una doble esclavitud: la asalariada que les exige vender su fuerza de trabajo bajo condiciones de superexplotación y miseria, y la esclavitud doméstica, una labor mezquina, ingrata, dura y embrutecedora.

Muchas madres proletarias enfrentan dificultades para acceder a licencias de maternidad adecuadas o a una mínima flexibilidad horaria, lo que les genera estrés y problemas para cuidar de sus hijos mientras mantienen un empleo. Según el DNP (2020), solo el 39 % de las mujeres en edad laboral tienen acceso a empleos formales en los cuales se espera que cuenten con beneficios como licencias de maternidad. Y eso sin tener en cuenta que Colombia tiene una de las licencias de maternidad más cortas de la región (18 semanas). En comparación con otros países de América Latina como Chile (24 semanas) la burguesía colombiana demuestra una vez más su carácter reaccionario.

A la opresión laboral se le suma la carestía de criar un hijo. En 2024, según la Universidad EAN, el costo promedio de criar un hijo en Colombia hasta los 18 años puede varias entre los $150 millones y $662 millones según la estratificación burguesa en Colombia incluyendo gastos en educación, salud y alimentación. Cifras que dependiendo del nivel de pobreza también limita las condiciones de vida y bienestar de los hijos. Un costo inalcanzable para las mujeres de clase trabajadora, especialmente en un país donde el 30 % de los hogares están encabezados por mujeres que viven en condiciones de pobreza, según el Banco Mundial.

Si dividimos el costo total de criar un hijo ($150 millones) entre 18 años, el gasto anual promedio es de $8.333.333. Esto significa que, para una madre proletaria que gana el salario mínimo, más del 60 % de su ingreso anual se destinaría únicamente a cubrir los gastos básicos de un solo hijo, sin contar los otros gastos de los hogares obreros. Este dato expone con toda claridad cómo los salarios miserables en Colombia no permiten a las madres proletarias y campesinas cubrir ni lo más básico, condenándolas a una lucha constante por sobrevivir. Además, el 53,6 % de las mujeres trabajadoras en Colombia se encuentran en la informalidad laboral (DANE 2024), lo que agrava aún más su situación.

Dado el rol que el sistema capitalista y todos los sistemas donde ha reinado la propiedad privada les han dado a las mujeres, a las madres trabajadoras se les exige que sean eficaces en dos frentes: ser productivas como esclavas asalariadas y, al mismo tiempo, cumplir activamente como esclavas domésticas. Esto lleva al agotamiento físico y emocional, dando como resultados que las mujeres con hijos tengan 20 % menos probabilidades de ser promovidas en sus trabajos en comparación con las mujeres sin hijos, tal como lo señala el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario. Esta desigualdad y superexplotación son una consecuencia directa del podrido sistema capitalista imperialista, que concibe a las mujeres como meros instrumentos de producción y reproducción.

En Colombia los servicios de cuidado infantil son un lujo que solo unas pocas familias pueden permitirse, pues son costosos o de difícil acceso. De acuerdo con Informe Análisis Estadístico LEE de la Universidad Javeriana (2024), de los menores de 5 años, el 65,1 % en las zonas urbanas y el 41,9 % en las zonas rurales tienen acceso a servicios de cuidado infantil formal, lo que limita las oportunidades laborales de las madres obreras o hace que hasta el 60 % de las madres trabajadoras dependan de redes familiares informales para el cuidado de sus hijos.

Así las cosas, es claro que el capitalismo imperialista ha creado un infierno para las mujeres trabajadoras que son madres, pues a muchas las condena a una vida de pobreza, precariedad y desamparo. Por ello, las masas obreras deben nuevamente levantarse en lucha directa y en las calles por reformas que alivien la carga de las madres proletarias y campesinas. Exigir licencias de maternidad más largas, servicios de salud y cuidado infantil accesibles, alza general de salarios, educación prescolar de 3 grados garantizada plenamente por el Estado, etc.

Pero hay que tener claro que esta lucha por reformas inmediatas no es suficiente, ya que el capitalismo imperialista no puede proporcionar una verdadera emancipación a las mujeres. Solo el socialismo, como sistema capaz de abolir la esclavitud asalariada y doméstica, puede emancipar a las mujeres. El mejor regalo que le podemos dar a las madres proletarias y campesinas es la lucha revolucionaria por el socialismo.

Comparte

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *