Derogar la Ley 789 y la Ley 50 con la lucha directa

Derogar la Ley 789 y la Ley 50 con la lucha directa 1

En los albores del capitalismo en Colombia, los trabajadores no tenían siquiera derecho al descanso y las jornadas eran de más de 12 horas, ni mucho menos existía el recargo nocturno y las horas extras. Estas reivindicaciones fueron conquistadas a pulso en décadas de lucha contra los patronos y su Estado que los defiende.

El Código Sustantivo del Trabajo establecido con la Ley 141 de 1961, fue la expresión jurídica a la que se vio abocado el Estado a legislar gracias a cinco décadas de confrontación entre la clase obrera y la burguesía; con huelgas, movilizaciones, paros, huelgas políticas, despidos, asesinatos a dirigentes obreros y masacres se ganaron esos derechos. En el momento en el que el movimiento obrero perdió la independencia de clase y sus direcciones se postraron a los patronos, bajo la política de conciliación y concertación, se fueron perdiendo esas conquistas.

Cuando la mafia y el paramilitarismo se establecieron en el poder, hicieron un acuerdo con la burguesía para que la respaldara a cambio de entregar en bandeja de plata varias reivindicaciones del movimiento obrero, una de ellas fue la ley 789 del 2002 cuyo objetivo era supuestamente “la promoción del empleo”; reforma que fue avalada en su momento por la Corte Constitucional con la Sentencia C-038 de 2004; consistía en una rebaja del salario de los trabajadores permitiendo que el recargo nocturno iniciara a partir de las 10:00 p.m., se redujera el porcentaje del recargo dominical y festivo de 100% al 75% y la disminución del número de días de indemnización por despido sin justa causa.

Ese revés, tuvo también como responsable, la dirección conciliadora y vende-obrera de las centrales sindicales, quienes señalaron su inconformidad con comunicados de protesta, demandas y los acostumbrados desfiles que no hacían ningún efecto a los capitalistas y al gobierno que se instalaba en la Casa de Nariño. También hubo responsabilidad de los revolucionarios quienes consideraron imposible enfrentar al “matarife” e instaron a resguardarse. En cuanto a los comunistas revolucionarios, llamaron por el contrario a enfrentar al régimen caracterizándolo como un régimen narco paramilitar, con muchas contradicciones que era posible enfrentar y luchar por derogar las medidas antiobreras y antipopulares con la huelga política de masas, pero lastimosamente aún era muy pequeña su influencia en el movimiento obrero frente al poder del oportunismo que llevaba algunas décadas contaminando la consciencia de los trabajadores.

Derogar la Ley 789 es necesario, así como derogar la Ley 50 y lograr un alza general de salarios, puesto que la situación de la clase obrera es cada vez más precaria, la inflación continúa, los precios de los alimentos y en general la canasta familiar sigue al alza. Si bien la Ministra de Trabajo ha dicho que es una prioridad cambiar esta ley porque no se generaron los 600 mil empleos que prometió el gobierno en su tiempo; el hecho es que obedece a la presión ejercida por el levantamiento popular del 2021. Sin embargo, la clase obrera no puede confiarse pues las reformas deben pasar por el Congreso y si la correlación de fuerzas favorece a los capitalistas, quienes a través de la corrupción de funcionarios logran garantizar que sus intereses sigan intactos, quedarán archivadas para que en otro momento sean otra vez presentadas, como ha sucedido durante todos estos años, y mientras tanto, los trabajadores seguirán padeciendo hambre y miseria.

La historia de la clase obrera ha demostrado que las reivindicaciones se conquistan al calor de la lucha organizada, los capitalistas no van a ceder en sus pretensiones de seguir obteniendo ganancias fácilmente por medio de la superexplotación asalariada; a través de sus diferentes voceros (politiqueros y medios de comunicación) se han escuchado las más airadas réplicas, solamente con el anuncio de modificar la Ley 789, creando el ambiente político para impedir desde la institucionalidad esta reforma. Si bien, el pueblo debe presionar para que el nuevo gobierno cumpla lo que prometió en campaña, debe ganar consciencia en el sentido de que sólo por medio de la lucha directa se conquistan y defienden los derechos y libertades, pues hoy el Estado es una máquina al servicio de los capitalistas, y sólo cuando esa máquina esté en manos de la clase obrera es que podrá ser usada para garantizar los derechos de las masas trabajadoras.

La unidad de la clase obrera y sus aliados, la movilización combativa y masiva, la organización desde la base y la preparación de próximas luchas y estallidos sociales, siguen siendo la forma en que el pueblo logrará las demandas que se levantaron desde el Paro Nacional en el 2019 y el Paro Nacional Indefinido del 2021. ¡Solo el pueblo salva al pueblo!

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