
La reciente decisión de Trump de descertificar a Colombia en la lucha contra las drogas ha ocasionado un nuevo gran alboroto: el presidente Petro llamó tal medida como chantaje, mientras que 11 partidos de la burguesía y los terratenientes, entre ellos los representantes de la mafia y el paramilitarismo (beneficiarios de la industria de la cocaína) se pronunciaron criticando al gobierno demostrando su servilismo ante el poder imperialista.
Por décadas Estados Unidos ha mantenido la política de «guerra contra las drogas» como justificación de su injerencia en los países oprimidos, argumentando que el narcotráfico es un problema de «seguridad nacional». «Guerra» que no ha significado ni la reducción de la producción y el consumo de sicotrópicos, pero que sí les ha servido a los imperialistas para aumentar su dominación y, sobre todo, su injerencia militar en estos países.
La decisión de Trump de descertificar a Colombia fue emitida sin ninguna sanción, una demostración de que realmente se trata de matonear al gobierno para ajustar el dogal sobre el país. En efecto, detrás de la «guerra contra las drogas» está la «asesoría militar», el «apoyo a las fuerzas armadas» y el «apoyo económico»; un entramado para entregar contratos y vender armas e insumos de las compañías imperialistas, entre ellos contratos a fuerzas que tras la mampara de la aspersión encubrían el tráfico de cocaína en los mismos aviones que fumigaban, a la vez que beneficiaba a Monsanto, entre otras, vendiendo el mortal glifosato. Medidas que no han impedido el aumento en la siembra, ni el incremento de la productividad por hectárea sembrada de coca, ni el tráfico, ni el consumo de cocaína.
La «lucha contra las drogas» por parte del imperialismo y las clases dominantes nativas tiene entonces dos componentes y ninguno real contra ese flagelo: el primero, aumentar el sometimiento y la dependencia económica, política y militar sobre el país; y el segundo, entregarles contratos a los dueños del poder en Estados Unidos para darle salida a sus armas, aeronaves y demás mercancías. Nada de esto contribuye a resolver los problemas económicos y sociales creados por la industria de los sicotrópicos, cuya rentabilidad extraordinaria y motivo de expansión reside justamente en mantenerla en la ilegalidad.
Colombia no necesita la injerencia de los imperialistas en el país; por el contrario, son los imperialistas y en particular los yanquis, quienes necesitan cada vez más afianzar su dominio sobre este, y con mayor razón ahora que sus competidores chinos y rusos desafían abiertamente su hegemonía en América Latina. Se entiende entonces por qué, a pesar de las «fuertes» declaraciones de Trump no hay ninguna sanción.
Pero la otra cara de la moneda es la postración lacayuna y servil de las clases dominantes colombianas frente a los imperialistas yanquis y su intención de que América Latina siga siendo el «patio trasero» de sus amos del norte. En ese sentido, llama la atención que el presidente Petro, quien al igual que Trump responde con fuertes palabras al chantaje imperialista, a la par que se apresura a entregarle cuentas, pero no se atreve a romper todos los tratados contraídos por la oligarquía cipaya colombiana, sino que, por el contrario, los refuerza.
Finalmente, tanto los pronunciamientos de Trump como de las clases dominantes colombianas tienen otro sentido y objetivo: la campaña para las elecciones del año entrante. De hecho, se convierte en un respaldo de Trump a las huestes más reaccionarias de Colombia al señalar que «el incumplimiento de Colombia en sus obligaciones de control de drogas durante el último año recae únicamente en su liderazgo político»; es decir, en el «gobierno del cambio».
El proletariado y los revolucionarios nos oponemos a la dominación semicolonial que ejerce el imperialismo, principalmente yanqui, sobre el país; condenamos la actitud servil de las clases dominantes y exigimos el rompimiento de todos los tratados económicos, políticos y militares que le sean lesivos al país, empezando por desmantelar las bases militares yanquis, que el progresismo en el gobierno aún mantiene y refuerza.






