El odiado reaccionario Trump urdió la payasada de “asaltar” el Capitolio de EU para boicotear a sus contrincantes con fanáticos activistas defensores de la supremacía blanca, del fascismo y del racismo.
El “asalto” se consumó con banderas, arengas y carteles, pero sin armas ni resistencia de la guardia. Y a esa pantomima, los nuevos administradores del gobierno imperialista yanqui, llamaron “intento de insurrección terrorista” y la convirtieron en punto de apoyo para declararse campeones en la defensa de la “democracia” y la salvación de esa suprema institución burguesa.
Defensa de la democracia a la cual se han unido los jefes de otros países imperialistas, los déspotas gobernantes en los países oprimidos, y los jefes reformistas matriculados en el amplio y gelatinoso espectro de la llamada “izquierda”.
Todos defienden la democracia imperialista que hoy personifican en el triunfo de Joe Biden, pero que fue la misma democracia que ungió a Trump en la presidencia. Todos invocan la defensa de la república democrática, la mejor envoltura política de la dictadura del capital.
En nombre de la democracia imperialista, el gobierno de Biden seguirá siendo un instrumento de explotación y opresión de pueblo estadounidense; de discriminación y dominio supremacista blanco sobre los negros, inmigrantes y otras minorías; de opresión machista a las mujeres; de agresión, terror y saqueo a los países oprimidos; de arrasamiento de la naturaleza; de subyugación de pueblos y países; de superexplotación al proletariado mundial.
La democracia que hoy defienden los amos imperialistas y sus lacayos con la venia de reformistas y oportunistas de todos los matices, es en esencia la dictadura del capital financiero que ha convertido al imperialismo en un sistema mundial de opresión y explotación. ¡Tal es la democracia de los esclavistas modernos!
La clase obrera internacional, el pueblo de Estados Unidos, los pueblos del mundo, necesitan una verdadera democracia proletaria, donde los trabajadores armados quienes todo lo producen, sean quienes todo lo administren y gobiernen en la sociedad.
Democracia proletaria instaurada no por la vía electoral, sino por la vía de las armas, por el pueblo armado que con la insurrección, con la guerra popular, desbarate por completo el viejo Estado de la sacrosanta democracia burguesa, el Estado de la dictadura del capital.
Democracia proletaria que solo puede ser la dictadura de los explotados sobre sus explotadores, la dictadura de los oprimidos sobre sus opresores, ¡la Dictadura del Proletariado! Y será así como una verdadera insurrección armada de los trabajadores en Estados Unidos, no solo destruirá los retablos y atriles del Capitolio, sino todo el poder político de los dictadores imperialistas.