IMPERIALISTAS YANQUIS: TERRORISTAS CON DISCURSO PACIFICADOR. A propósito del asesinato del General Soleimani

IMPERIALISTAS YANQUIS: TERRORISTAS CON DISCURSO PACIFICADOR. A propósito del asesinato del General Soleimani 1

Los imperialistas en el Medio Oriente dicen luchar contra el terrorismo, pero en realidad son ellos los peores terroristas que sembrando muerte y destrucción, invaden países y promueven guerras reaccionarias para controlar el territorio y apoderarse de la producción petrolera.

El reciente asesinato en Irak del General Qasem Soleimani, jefe de la fuerza Quds de Irán a manos de los imperialistas de Estados Unidos, aumenta las tensiones en el Medio Oriente provocando una reacción en cadena, donde, como es costumbre en este tipo de enfrentamientos, es la población civil la mayor sacrificada, la que queda en peores condiciones y la que pone la mayoría de los muertos.

El asesinato de este jefe militar, considerado el segundo más importante en la columna de mando del reaccionario régimen de gobierno en Irán, hace parte de la agudización de los enfrentamientos entre imperialistas por el control y dominio del Medio Oriente, enfrentamientos no directos sino a través de los gobiernos reaccionarios locales de Israel, Arabia Saudita, Turquía, Siria, Irak, Irán.

Los imperialistas de Estados Unidos se retiraron a finales del 2018 de un acuerdo nuclear que venía desde julio de 2015 y que buscaba frenar la adquisición de uranio que viene desarrollando el país de los Ayatolas como parte de su incursión en la producción de bombas atómicas. En 2015, el diario El País de España publicó Una era empieza en Oriente Próximo. Irán y seis potencias internacionales lograron este martes en Viena un acuerdo que limita el programa nuclear iraní a cambio de un levantamiento de las sanciones. Además de poner fin a 35 años de enfrentamiento entre Washington y Teherán, el acuerdo puede reconfigurar los equilibrios geopolíticos en una región sacudida por la violencia extremista”.

Ese hipócrita compadrazgo solo duró poco más de 3 años, pues los imperialistas yanquis encabezados por Donald Trump se retiraron del acuerdo nuclear, imponiendo severas sanciones en todos los órdenes contra Irán, e intensificando sus acciones militares en la región como parte de su estrategia para fortalecer su dominio en esta, la principal zona productora de petróleo del mundo.

Y es que a la producción de armamento nuclear dentro de la disputa interimperialista, se le suma el apetitoso botín del crudo que precisamente tiene en Irán a uno de sus principales protagonistas, ya que además de ser un productor y exportador importante, tiene en sus costas el control del Estrecho de Ormuz, un pequeño canal entre Irán y Omán de tan solo 33 km, pero por donde pasa la quinta parte del petróleo de todo el planeta, que equivale a 19 millones de barriles de petróleo por día. La producción de crudo, además representa las dos terceras partes de las exportaciones de Irán, lo que hace que esencialmente dependa del petróleo para su economía. Y los imperialistas yanquis, que se creen los dueños y amos del mundo, amenazan con sanciones económicas a todo país que le compre petróleo a Irán.

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Así que el asesinato de este General iraní, va más allá de la muerte de un “enemigo de la paz y un peligro” para los estadounidenses; como también es una falsedad la afirmación del asesino Trump de “buscar con su muerte, no iniciar una guerra, sino impedirla”. El imperialismo es precisamente guerra, muerte, destrucción, dominación y disputa por el control militar y económico de regiones enteras; es el forcejeo entre asesinos por arrebatarle a sus contrapartes el control sobre países y pueblos, es someter a los demás e imponer sus políticas y restricciones, mientras se sienten con el derecho a ejercer y desarrollar lo que pretenden impedir a los demás (producción y uso de arsenal atómico). Los imperialistas, pero no solo los del norte de América, chorrean sangre de millones de mujeres y hombres caídos en sus incursiones, mientras proclaman a los cuatro vientos ser los pacificadores del mundo.

En Irán, el odio contra los imperialistas tiene profundas raíces, sentimiento que viene por décadas en las que los yanquis han metido sus garras para imponer sus políticas, bien sea descaradamente abiertas, o a través de sus aliados en la región como Arabia Saudita o Israel. Y ese odio genera lucha y resistencia, sin embargo, mientras en países como Irán, las masas no cuenten con un fuerte Partido Comunista Revolucionario que pueda dirigirlas por el camino de la Guerra Popular contra la dominación semicolonial imperialista y contra el reaccionario régimen teocrático de los Ayatolas, seguirán siendo utilizadas por fuerzas reaccionarias islamistas con un discurso antiimperialista falso, pues el régimen iraní es aliado de los imperialistas rusos y chinos en su lucha contra el reaccionario régimen de Arabia Saudita por la hegemonía regional, por el control económico, político y militar del Medio Oriente.

Los imperialistas en el Medio Oriente dicen luchar contra el terrorismo, pero en realidad son ellos los peores terroristas que sembrando muerte y destrucción, invaden países y promueven guerras reaccionarias para controlar el territorio y apoderarse de la producción petrolera. A pesar de su gran poder militar los imperialistas han sufrido derrotas y hoy se encuentran entrampados en sus guerras de agresión a Afganistán, Libia, Irak y Siria, donde más temprano que tarde serán sepultados por las guerras justas de los pueblos.

Tal es el significado de las sabias palabras del maestro del proletariado, el Presidente Mao: “Todos los reaccionarios son tigres de papel. Parecen terribles, pero en realidad no son tan poderosos. Visto en perspectiva, no son los reaccionarios sino el pueblo quien es realmente poderoso”.

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Para las masas de Irán, que en meses pasados realizaron poderosas manifestaciones contra el régimen teocrático de los Ayatolas, lo mismo que para las del resto del mundo, el único camino correcto es avanzar en la lucha revolucionaria, construir en medio de esas luchas el Partido Revolucionario de la clase obrera, que en alianza con los campesinos, pueda desarrollar una auténtica Guerra Popular que enfrente a las fuerzas reaccionarias, de fuera y de dentro, y conduzca hacia una verdadera emancipación de las masas y no a un simple cambio de régimen para seguir siendo sometidas y explotadas.

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