El pasado 10 de agosto, los reformistas montaron en rabia y vertieron insultos por las redes, porque el portal digital Revolución Obrera publicó el artículo La nueva Ministra de Trabajo: ¿al servicio de los trabajadores?, denunciando a los revisionistas del PCC – JUCO, por nublar la conciencia de los trabajadores, llamándolos a confiar en que la Ministra por ser militante del PCC, puede mejorar las condiciones laborales propias de la explotación asalariada.
Los falsos comunistas del PCC – JUCO engañan a los trabajadores por partida doble. En primer lugar porque ocultan que los Ministerios son instituciones del poder gobernante de los capitalistas, hoy en acuerdo y bajo la cubierta del reformismo petrista, donde la Ministra Ramírez se convierte en colaboradora del poder de los explotadores, comprometida a respetar sus intereses y proteger sus ganancias. En segundo lugar, los reformistas engañan a los trabajadores cuando “olvidan” que ya en varias ocasiones han presentado como salvadores de los explotados, a Ministros de Trabajo anteriores, por el hecho de ser “obreros” o “exdirigentes de las centrales” o “militantes” de su falso PCC, y en la práctica han sido Ministros sirvientes de los capitalistas.
Por eso, hoy cuando se repite la ilusión en un supuesto Ministerio del Trabajo en favor de los trabajadores, y cuando éstos saben por experiencia propia que la única ley que se respeta en Colombia, es la de proteger la ganancia de los explotadores, es necesario para bien de la conciencia obrera, y para más rabia a los reformistas, evocar la denuncia que hace 8 años, el 30 de mayo de 2015, hizo Revolución Obrera:
GARZON: “MINISTRO OBRERO” SIRVIENTE DE LOS CAPITALISTAS
El argumento de los reformistas y sus adeptos es que es mejor la “izquierda” que la derecha en el poder y en los cargos del Estado. Pero ambos son igual de peores. Incluso en ciertas circunstancias como la de crisis económica, la presión de las masas es más fácil de contener para la burguesía con gente que viene de la “izquierda”, como Garzón.
Cuando en una ofensiva hambreadora como hoy, las masas están alerta contra las medidas que aprietan más la soga de la opresión, un supuesto “amigo del pueblo” las engaña fácil.
Son comunes las celadas contra los trabajadores de parte de bandidos abogados, acordadas a puerta cerrada entre el Ministerio de Trabajo en cabeza de Garzón —ex miembro del Partido Comunista Colombiano, ex presidente de la Uso y de la CUT—y las empresas capitalistas para efectuar los despidos masivos.
Todo el argumento de los reformistas es que los trabajadores tienen que luchar por llevar a sus representantes a los organismos del Estado, que deben presionar para que se cumpla la democracia, aislando a la derecha… Pero la realidad es que todo el Estado capitalista es un ente podrido que sirve a los intereses del gran capital, que la democracia bajo este sistema es un tapa rabos para encubrir la dictadura de la ínfima minoría explotadora y opresora contra la inmensa mayoría trabajadora.
Veamos los hechos: son por lo menos 10.000 despidos autorizados por el Ministerio de Trabajo, en cabeza de Garzón, efectuados solo en la rama del petróleo. Fue una intervención letal la que tuvo este vendeobrero en la última negociación del gobierno con FECODE. Fueron 400 despidos aprobados de un solo tajo en productos Ramo, varios con estabilidad reforzada, que tanto dicen “respetar”. Son 1000 los arrojados de un solo tajo a la calle en Cadbury Adams.
La única ley que se respeta en Colombia, es la de proteger la ganancia de los explotadores. Al único que pueden servir los funcionarios del Estado, es al poder del dinero. Por esto los comunistas revolucionarios llaman a la clase obrera a conquistar la independencia ideológica, política y organizativa del proletariado, a rescatar su papel dirigente en la revolución, a no sacrificar los intereses a largo plazo de la clase obrera en aras de las ventajas inmediatas y pasajeras, como las propone el reformismo y el oportunismo apoyando la paz burguesa y comprometiéndose con salvar la institucionalidad del Estado de los explotadores, incluso haciendo parte de los gobiernos nacionales y locales de la burguesía, para darle estabilidad a su poder.