
Ya se había planteado en este portal que el concepto de paz total de Petro era desubicado de la realidad.
Primero, porque paz total no se da ni en el socialismo ya que en este sistema social todavía existe la lucha de clases, y cuando existe lucha de clases es imposible hablar de paz total.
Segundo, porque en las condiciones de Colombia, el Estado es burgués terrateniente, donde los terratenientes han sido históricamente, patrocinadores y ejecutores directos de la guerra y de la violencia, convirtiendo la guerra en un negocio rentable ya que a través de ella han monopolizado la tierra que hoy poseen, tomándose grandes territorios, despojando a los campesinos de sus tierras a sangre y fuego, y jamás estarán de acuerdo con desarrollar una reforma agraria integral de una forma pacífica, negociada o concertada. La misma historia que hemos vivido nos comprueba, nos enseña que la reforma agraria en el país debe ser revolucionaria, donde el pueblo en armas se levanta y le recupera la tierra a los grandes terratenientes y latifundistas para entregársela a los campesinos que produzcan alimentos sanos para toda la población del campo y de la ciudad.
Tercero, porque los capitalistas o burgueses como aliados inseparables de los terratenientes no han estado de acuerdo con la reforma agraria; han respaldado por todos los medios el monopolio de la tierra, su concentración entre pocos propietarios aliándose con sus capitales para apoderarse de grandes territorios, desarrollando la guerra y la violencia conjuntamente con los terratenientes, poniendo al servicio todo el aparato Estatal para respaldar el despojo de la tierra y de los derechos del campesinado colombiano.
Cuarto, porque la guerra actual en Colombia no es solo ni principalmente por tierra, sino por la renta extraordinaria que dejan las grandes explotaciones agroindustriales, la producción de los llamados cultivos ilícitos (coca y marihuana), base de la industria de los psicotrópicos; a lo cual se suma la renta extraordinaria de las explotaciones de oro y otros minerales. Por eso la guerra y la violencia se concentra en determinadas regiones y su dinámica está influida por los precios internacionales de esos renglones.
Quinto, porque Petro lanza el concepto de paz total sin tener clara una política de paz en la práctica, llevándolo a cometer grandes errores que trataremos de desarrollar en este documento.
Para empezar, Petro no tuvo un criterio acertado entregándole el papel más importante en la paz al señor Danilo Rueda, quien entró como alto comisionado para la paz, con un criterio ya comprometido a favor de las disidencias y por eso ayudó a esos grupos a montar el Estado Mayor Central – EMC que no tenían. Tales destacamentos se habían convertido en bandas de narcotraficantes; y el señor Danilo Rueda comprometió al Estado y al gobierno de Petro a patrocinar el EMC, montando en los llanos del Yarí un show mediático donde movilizaron más de 7000 personas de todo el país legalizando el montaje del EMC de las disidencias y presentando a “Iván Mordisco” como un mariscal a quien nombran comandante supremo.
El señor Rueda cumplió bien la tarea con este montaje, para que las bandas llamadas disidencias conformaran su dirección única; una herramienta valiosísima para pasar de narcotraficantes a ser reconocidas por el Estado colombiano como una fuerza guerrillera con estatus político; es decir, de delincuentes pasaron a ser una fuerza guerrillera beligerante.
Este montaje no es un error cualquiera, sino una burla para la opinión pública nacional e internacional y para el pueblo colombiano que esperaba del gobierno manejar con honradez y seriedad el tal proceso de paz. Pero para las bandas del narcotráfico agrupadas en las disidencias de las FARC es un triunfo; es una victoria ya que logró un objetivo estratégico en poner al servicio de las bandas del narcotráfico el proceso de paz para desarrollar sus intereses y engañando a todo el mundo a través de un espectáculo mediático poniendo a su servicio el Estado colombiano y sus recursos.
Otro error que tiene la mismas consecuencias, fue el haber aceptado en el proceso de paz al Clan del Golfo; una fuerza de delincuentes especializados en la producción transformación y comercialización de cocaína, de la “minería ilegal” y otros delitos además de los conexos. Esta fuerza utilizó el tiempo que estuvo en el proceso de paz para fortalecer sus negocios y expandir el control territorial armado.
El fortalecimiento económico del Clan del Golfo desata el recrudecimiento inmenso de la violencia a través de las masacres, los paros armados, los desplazamientos de la población campesina, llevando al gobierno a suspender la negociación con esta agrupación delincuencial.
Mientras esto sucedía en el norte, en el sur del país la inteligencia militar puso en práctica un plan táctico y estratégico de infiltración del frente Comuneros del Sur, de la organización guerrillera ELN, con el objetivo de producir cambios a nivel ideológico y político en este frente, utilizando las condiciones internas de conflictos con la dirección de esa organización. La inteligencia militar de las fuerzas armadas utilizó los conflictos internos y los agudizó con el fin de que el frente Comuneros del Sur se separara del mando central del ELN.
Logrando la inteligencia militar su objetivo de separar este frente del Comando Central del ELN, los jefes de este frente guerrillero plantearon la negociación y la entrega de las armas de forma independiente, y todo parece indicar que la mayoría de ese frente se convirtió en la base para la creación de un nuevo grupo paramilitar en la zona del sur país, perpetrando un duro golpe al ELN y al movimiento guerrillero.
En todo este proceso hay que evaluar los pasos que dio la inteligencia militar: primero, trabajó en la descomposición ideológica y política como un arma fundamental para la infiltración, utilizando y agudizando los conflictos internos, obteniendo objetivos muy importantes como la separación del frente Comuneros del Sur del Comando Central del ELN; luego trabajó con el objetivo de seguir el proceso de paz y la entrega de las armas pero independiente de la dirección central. Obtenidos estos resultados, no es extraño que se ganaran una parte de ese frente, como base de un grupo paramilitar; tal es el resultado estratégico de la inteligencia militar de las fuerzas armadas.
Hay que tener en cuenta en esta experiencia que las fuerzas armadas de Colombia son formadas, educadas y adiestradas por el imperialismo norteamericano, que tiene una larga experiencia fundamentada en la práctica y la política del pentágono y la CIA. Donde se utilizan los métodos y prácticas más obscuras para obtener resultados al interior de las fuerzas contendoras y, en especial, en las fuerzas revolucionarias de los pueblos del mundo.
Es conveniente analizar la política y práctica del presidente del cambio y sus asesores; donde se permitió que en pleno proceso de paz se desarrollara una táctica siniestra para conseguir resultados a costa de descomponer combatientes, que finalmente cambian de bando para integrarse a la guerra paramilitar, convirtiéndolos en enemigos de la paz; una estrategia totalmente contraria a la mal llamada paz total y profundamente obscura en los métodos.
En el Catatumbo se habla mucho sobre el ELN y la descomposición de la guerra en esta región, llegando a ataques indiscriminados por parte del ELN, pero, poco se ha hablado de cuál es la naturaleza del Frente 33 de las FARC; un frente que ha venido gozando del respaldo del gobierno y de las fuerzas armadas oficiales, porque éste se encuentra en guerra total contra el ELN por la disputa territorial. Indicadores permiten analizar que en esta región también ha metido la mano la inteligencia militar de las fuerzas armadas, y posiblemente puede suceder el mismo proceso de descomposición que se viene dando con el Frente Comuneros del Sur.
En el proceso de paz también hay que evaluar el papel del señor Otty Patiño, otro alto comisionado y asesor de paz del presidente, que con sus prácticas obscuras en los procesos de descomposición del Frente Comuneros del Sur y del Frente 33 de las FARC, determinan que su papel no está en el desarrollo del proceso de paz, sino en la estrategia de la inteligencia militar para promover la descomposición interna de las fuerzas guerrilleras, para que el ejército obtenga resultados de entregas o de dar el salto definitivo en convertir algunas fuerzas guerrilleras en fuerzas paramilitares; el seguimiento y la evaluación seguramente permitirá la comprobación del papel que juega el señor Patiño en el proceso de paz.
Las experiencias de paz total con el Frente guerrillero Comuneros del Sur y en el Catatumbo, dejan muy claro que en el Estado no se puede confiar. Los revolucionarios debemos comprender que el Estado es un organismo de dominación, de opresión de una clase por otra clase; esta es su verdadera naturaleza, así esté en el gobierno una fuerza democrática, la realidad es que el Estado solo representa dos clases que son enemigas del pueblo: la burguesía y los terratenientes.
Las clases que están en el poder del Estado capitalista históricamente siempre han patrocinado la guerra y la violencia contra el pueblo; han preferido la muerte y jamás han pretendido la concertación, la construcción de una paz verdadera, reconociendo los derechos de la clase obrera, de los campesinos, de los pueblos indígenas, de las comunidades afro y demás sectores populares.
Como las clases dominantes y el Estado capitalista no han tenido voluntad de paz, todos los acuerdos de los diferentes procesos de paz han sido violados y no se han cumplido; los explotadores siempre han buscado en estos procesos aniquilar el movimiento guerrillero, aniquilar un gran número de revolucionarios masacrándolos desarmados, o descomponiéndolos ideológica y políticamente para convertir a algunos dirigentes en instrumentos de su dominación desde el Estado, o en delincuentes, narcotraficantes, paramilitares… llevándolos a traicionar los principios revolucionarios y al pueblo.
Por esta razón la negociación y la entrega de armas no es el camino. Los verdaderos revolucionarios luchan y combaten hasta la victoria, hasta ver cumplidos sus objetivos políticos estratégicos como es liberar al pueblo colombiano del dominio y sometimiento del imperialismo y la construcción de una sociedad socialista.
Toda la experiencia enseña que las fuerzas revolucionarias no pueden pensar en cambios y transformaciones a partir del gobierno manteniendo el viejo Estado; que tan solo el pueblo es quien tiene la capacidad para construir los cambios, las transformaciones y construir una nueva sociedad, la sociedad socialista y esto solo es posible destruyendo el Estado de los explotadores y construyendo un nuevo Estado.
Después de estas experiencias negativas y de ver cómo se desmorona la llamada paz total como un castillo de naipes, los revolucionarios debemos emplear todas nuestras fuerzas en fortalecer el movimiento revolucionario, fortalecer todas nuestras fuerzas para restaurar el Partido del Proletariado, el Frente de Liberación y el Ejército Popular de Liberación ya que la perspectiva es revolucionaria. Es de liberación y transformación.
Miguel H.