El pico y placa ambiental y la lucha de clases

El pico y placa ambiental y la lucha de clases 1

Los vehículos de motor diésel (ACPM) consumen menos combustible que los de gasolina, pero causan cuatro veces más contaminación, emiten mayor cantidad de óxido nitroso causante de la lluvia ácida y del denominado smog, muchos de sus componentes también son altamente cancerígenos y peligrosos para la salud. El ACPM es de alto rendimiento y se emplea en vehículos de fuerza, “ayudando” a economizar en comparación con otros combustibles, pero es altamente dañino para la naturaleza y la vida. Estas características lo convierten en el combustible preferido por el sistema de producción capitalista en Colombia, es el consentido y defendido por los ambientalistas al servicio de los grandes magnates y es el único beneficiado por las decenas de alertas ambientales que se decretan en las grandes ciudades.

El tema de los pico y placa ambientales y el manejo que toman las administraciones locales para contrarrestar la contaminación, dejan traslucir que en el fondo la dictadura de los grandes monopolios se ejerce a través del Estado y se aplica sobre las amplias masas trabajadoras y el medio ambiente en las grandes ciudades. Son muchos los ejemplos y maniobras que usan los monopolios para enriquecerse a costa de la destrucción de la naturaleza y la salud de las masas. Por ejemplo, en Bogotá la administración ha contratado la compra de buses traídos del extranjero (Europa y Estados Unidos) que ya cumplieron su vida útil en esos países pero vienen a contaminar y a generar multitudinarias ganancias a Transmilenio; los vehículos llegan como nuevos a Colombia y por tal motivo tienen su primer revisión técnico mecánica a los 6 años de ingreso, mientras que la mayoría de vehículos de transporte privado que pueden adquirir las masas deben realizar la revisión a los 2 años de salir al mercado, seguida de revisiones anuales; aquí el Código Nacional de Tránsito también fue redactado con la intención de ser otro látigo y una forma de crear un buen negocio en perjuicio de las masas laboriosas y el enriquecimiento de las administraciones y Tránsitos municipales.

Los pico y placa ambientales decretados en Bogotá y Medellín buscan “contrarrestar los niveles de contaminación” sin tocar la ganancia de los monopolios del transporte público responsables de la contaminación ambiental, por tal motivo se sanciona y prohíbe la circulación de los vehículos particulares pero no de los contaminantes buses y articulados, creando una situación adversa que obliga a las masas que se movilizan en sus propios vehículos a transportarse en los colapsados y abarrotados sistemas de transporte público, pagando por ello un pasaje con uno de los precios más altos en Latinoamérica.

También la situación es aprovechada para saquear aún más a las masas y expropiarles sus “bienes”. Los tránsitos municipales prohíben la circulación de vehículos una noche y madrugan al otro día para inmovilizar e impartir sanciones y comparendos. Un comparendo ambiental está alrededor de los 30 salarios mínimos diarios más la inmovilización del vehículo (costo de grúa) y su traslado a los “patios” (costo de garaje), que daría un costo que ronda por encima del millón de pesos, perjudicando al propietario que cae en riesgo de perder su vehículo y beneficiando a la administración y todo su cuerpo de burócratas y funcionarios parásitos; pretextando defender el medio ambiente, las administraciones locales se llenan los bolsillos.

Medellín es la ciudad más contaminada de Colombia debido a sus condiciones geográficas y climatológicas, una condición que recae negativamente sobre la salud de los habitantes del Valle de Aburrá, como lo corroboró el pasado informe publicado por la Contraloría de Medellín, donde se indicó que en los últimos 4 años murieron 22 mil personas por enfermedades respiratorias relacionadas con la contaminación ambiental y el crecimiento alarmante de enfermedades asociadas a este fenómeno; por tal motivo, es perentoria la lucha de las mismas masas que sufren del yugo contaminador de los monopolios y de todo el sistema capitalista. Es urgente que todo el pueblo trabajador, quien en líneas generales sí cumple las normas ambientales y está completamente interesado en solucionar el problema de la destrucción de la naturaleza y la preservación de la salud pública, incluya en su plataforma de lucha la defensa del aire y del medio ambiente.

La contaminación ambiental es un problema que encontrará una solución definitiva con la revolución socialista, cuando las masas dirigidas por su partido revolucionario destronen al tirano rey que gobierna la producción (las ansias de ganancias y la avaricia capitalista) e instauren reyes a la naturaleza y al pueblo trabajador que regirán en armonía. Esto no es ningún “cuento chino” como quieren hacer creer los pregoneros y defensores del sistema; así fue precisamente como hicieron los obreros y campesinos en la URSS, quienes transformaron todo el país sin menoscabar y destruir la naturaleza, sin explotar y matar a las masas laboriosas, construyendo la que para su tiempo fue una de las represas hidroeléctricas más grandes del mundo en el Don —sin masacres ni haciendo daños a la naturaleza como en Hidroituango—, o como lo hizo el pueblo chino con su Estado socialista quien aprendió a controlar las inundaciones y sequías que azotaban el país, que en otros tiempos, cuando gobernaba la monarquía feudal morían centenares de campesinos en cada inundación y generaban la hambruna por perdida de cultivos.

La revolución socialista encontrará las formas técnicas y tecnológicas para desechar las tecnologías contaminantes del Siglo XX, generando un sistema de transporte limpio, pero este sistema capitalista decadente sigue usando tecnología contaminante, no por falta del desarrollo tecnológico y científico, sino por interés y designio de los grandes monopolios.

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