El trapo rojo que ondea silencioso en los barrios populares, reclamando la ayuda del Estado que nunca llegó, se está convirtiendo en otra cosa:
Cientos de trabajadores, hombres, mujeres y niños han decidido salir a la calle desafiando la orden de quedarse en casa. No hay nada más que hacer: el hambre no tiene cuarentena.
Vendedores ambulantes de las distintas ciudades se juegan la vida para llevar el pan a sus hogares. La ayuda prometida por los gobernantes mentirosos nunca llegó y el hambre no tiene cuarentena.
Vecinos de los barrios populares salen a organizar la olla comunitaria para que nadie pase un día sin probar alimento. Los mercados anunciados con bombos y platillos por los mandatarios solo llegaron a unos pocos y no eran más que una tapadera para seguir robando: ¡Criminales, el hambre no tiene cuarentena!
Organizaciones populares hacen colectas de mercados para entregarlos en los barrios marginados. La única ayuda que han recibido, porque las promesas de los 160.000 y 200.000 pesos, no solo era insuficiente; era sobre todo una mampara para suavizar el hecho de que el régimen mafioso y criminal le había entregado billones a los grandes banqueros para seguir engordando sus pestilentes fortunas. ¡Malditos, el hambre no tiene cuarentena!
Cientos de familias trabajadoras en las diferentes ciudades del país han salido a las calles con sus cacerolas, otros se han atrevido a bloquear desafiando el Estado y las fuerzas represivas. Solo están exigiendo su merecido pan. Ya se cansaron de esperar… el hambre no tiene cuarentena.
El trapo rojo, ahora silencioso, ya no es el trapo resignado y más parece una bandera. Se está gestando una gran revuelta popular, porque el hambre no tiene cuarentena.
¡El hambre ya no tiene miedo! Y no está lejano el día en que ese trapo silencioso se levante majestuoso en las manos de los hambrientos, como Roja Bandera de la Revolución que acabará para siempre con los privilegios de esa minoría de parásitos criminales que hoy están matando de hambre al pueblo laborioso.
