El gran Paro Nacional del 21 de noviembre y las posteriores movilizaciones, manifestaciones, concentraciones, cacerolazos, plantones, mítines… muestran en forma viva y aterradora que mientras el mafioso régimen gobernante llama al pueblo a manifestarse pacíficamente, la única respuesta a sus exigencias es la más feroz represión del ESMAD con garrotes, gases, aturdidoras, recalzadas, detenciones, contra los muchachos luchadores porque esconden su identidad o porque ocupan las calles, “delito” por el cual fue asesinado Dylan Cruz. La brutalidad policial es descargada contra quienes se manifiestan con el ruido de cacerolas que incluso han sido decomisadas por la policía, contra quienes hacen plantones armados de pancartas y bocinas, y hasta contra dos mujeres extranjeras en el aeropuerto por portar carteles apoyando el Paro… La orden del régimen es descargar con saña la brutalidad policial sobre los huelguistas, los manifestantes, los transeúntes…
El ESMAD es el escuadrón encargado especialmente de ejecutar esa brutalidad policial, golpear y gasear a la gente, perseguir y detener a los activistas, y en algunos casos iniciar su proceso de desaparición.
Sistemática y brutal represión que aumenta el odio del pueblo contra la policía y demás cuerpos violentos del Estado, donde muchos exigen el desmonte del ESMAD a lo cual la burguesía a través de sus gobernantes responde tajantemente que jamás aceptará eso, puesto que es “un cuerpo especial para proteger a la ciudadanía”.
El ESMAD es un escuadrón de las fuerzas armadas del Estado, no para proteger a todos los ciudadanos, sino un escuadrón especializado en reprimir y disolver las protestas que con frecuencia causan los gobernados, los explotados, los oprimidos. Jamás se ha visto al ESMAD reprimiendo a los patrones que cierran empresas y despiden trabajadores sin ninguna indemnización… pero sí es frecuente ver al ESMAD encarnizado reprimiendo a los huelguistas a pesar de que en la letra de la ley se reconoce el derecho de huelga en Colombia.
Todas las fuerzas armadas (ejército, policía, ESMAD, paramilitares, armada, fuerza aérea, CTI, Inpec…) las cárceles y demás medios para someter el pueblo a la violencia reaccionaria,son el armazón central del Estado en Colombia, igual que en otros países y en otras épocas cuando el Estado todavía no estaba en manos de los capitalistas, sino de los terratenientes feudales o de los patricios esclavistas, cuando los ejércitos de los Estados eran más pequeños y rudimentario su armamento.
En esta época del capitalismo, las clases opresoras y explotadoras han inculcado en la población la idea de que el Estado y por tanto sus fuerzas armadas, “son para proteger la vida, honra y bienes de todos los ciudadanos”, que “el Estado es del pueblo y representa el poder del pueblo”, teorías que la experiencia histórica ha enseñado en los hechos que son falsas, mentirosas, artimañas para embaucar a la gente y mantenerla sometida a sus opresores, pues el Estado en la práctica protege exclusivamente la vida, la propiedad privada y los negocios de los ciudadanos capitalistas.
La teoría de que el Estado es un aparato neutral y sirve por igual a todas las clases, a ricos y pobres, es un embeleco, un prejuicio, que los reformadores sociales y los politiqueros parlamentaristas, se han encargado de reforzar en ayuda franca a los explotadores, con la no menos engañosa teoría del Estado Social de Derecho.
Todo Estado es una máquina de opresión de una clase sobre otra. El Estado capitalista es una máquina de fuerza armada, de represión, en manos de los dueños del capital, de las tierras, de los bancos, de las fábricas que son una minoría, para someter a la explotación a las demás clases subordinadas, a las clases trabajadoras, que son la mayoría de la población; para garantizarles a los capitalistas el privilegio de enriquecerse a expensas de explotar trabajo ajeno, pues no es posible obligar a la mayor parte de la sociedad a que trabaje sistemáticamente en beneficio de la otra parte, sin un aparato permanente de coerción.
Todo Estado es en esencia una dictadura de clase. En el Estado capitalista de las repúblicas democráticas, la burguesía oculta su dictadura de clase bajo el velo de la democracia cuyas leyes reconocen formalmente el derecho a la igualdad y hasta la libertad para elegir a los gobernantes, pero en los hechos es una democracia falsa, recortada, una farsa como queda al descubierto en las elecciones.
El Estado en Colombia es de los capitalistas y sirve como instrumento de explotación para reproducir y acumular el capital en unas pocas manos, mientras reproduce y acumula hambre y miseria en la población trabajadora, en la masa explotada. Y esto que suena injusto e inaceptable lo consiguen los capitalistas mediante su aparato especial de coerción, mediante sus fuerzas armadas, entre ellas el ESMAD que siempre y en toda ocasión defienden los derechos, la propiedad, los privilegios de los ricos; siempre y en toda ocasión reprimen a los pobres, les limitan sus procedimientos de lucha, les impiden todo intento de rebeldía y de reclamo de sus derechos fundamentales. Mientras exista el poder económico del capital, el Estado en Colombia servirá exclusivamente a los capitalistas incluidos los mafiosos que hoy tienen la manija del gobierno.
La explotación asalariada es la vida del capitalismo y la fuente de todos los males que padece el pueblo colombiano. Para liberarse de tal maldición, debe romper y acabar la máquina de fuerza que garantiza esa explotación; tiene que destruir completamente el Estado capitalista, destrozar las fuerzas armadas incluido el ESMAD que son el pilar central del poder político de los explotadores y suprimir el ejército de funcionarios parásitos que oprimen al pueblo mediante leyes, decretos, reformas, códigos, condenas, lanzamientos, impuestos, sanciones, multas…
Mientras tanto, se deben causar derrotas al ESMAD con el combate organizado y masivo de la población tal como lo demostraron los campesinos en el paro agrario de 2013 y los indígenas en varias de sus Mingas. Si el Estado es el ejecutor de la violencia reaccionaria contra el pueblo, éste tiene legítimo derecho a defenderse, a responder con la violencia revolucionaria, hoy la de las piedras, los garrotes, las molotov… mañana la de los fusiles en manos de los trabajadores para que por fin sometan a los explotadores a la Dictadura de los explotados y apliquen la justicia popular a sus verdugos centenarios.
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