Los pasados 28 y 29 de marzo tuvo lugar el paro de los maestros afiliados a la Asociación Distrital de Trabajadores y Trabajadoras de la educación ADE, quienes, tan pronto lanzaron la convocatoria, fueron asediados por el Estado a través de la Secretaría de Educación Distrital que, en su intento por impedir la conflagración huelguística, amenazó a los docentes con descontarles los días que durara su lucha.
Pero, como dice el grito combativo de los luchadores: «Con permiso o sin permiso, este paro ya se hizo», cuando menos pensamos pasaron los dos días anunciados y, a pesar de la amenaza, los maestros salieron con dignidad, no solamente a defender sus puestos de trabajo, sino también la educación de los hijos del pueblo.
Y es que los luchadores deben aprender la lección: el Estado burgués, terrateniente y pro-imperialista que rige los destinos en Colombia o en cualquier país del mundo, por más progresista que sea quien esté en concreto al frente de él, jamás le brindará nada por las buenas al pueblo.
Por el contrario, el pueblo debe convencerse de la necesidad de su unidad para la lucha, que solos nos derrotan o nos engañan con soluciones en el papel; en cambio, lo que debemos es intensificar nuestras luchas, pues la verdadera solución a toda la problemática social que vive el pueblo colombiano a manos de sus verdugos, las clases dominantes, está en derrotarlos definitivamente y para eso debemos prepararnos, arrancándoles desde las calles y a referendo de las asambleas obrero-populares las reivindicaciones más fundamentales que sirvan para elevar nuestras condiciones de lucha, mientras vamos por todo el poder del Estado.
En todo caso, como aspecto inevitable de la lucha de clase del proletariado no falta el oportunismo, ese agente al interior del movimiento obrero, del movimiento revolucionario, presto a secundar a la burguesía en sus intereses por mantener el statu quo y, bajo la pretensión de asesorar al movimiento obrero y como conocedor de la ley burguesa, se caracteriza por sentarse a manteles con los enemigos del pueblo y vender sus intereses al mejor postor.
En este sentido, los trabajadores de la educación tampoco pueden llamarse a engaños y, como parte del avance en esta lucha de clase del proletariado, deben apelar a las bases de su sector para neutralizar el papel del oportunismo hoy.
Por otra parte, los educadores deben reconquistar el espíritu de lucha de las familias obreras, de las familias proletarias, en defensa de la educación pública pues, lo ratificamos, solamente luchando como clase lograremos avanzar en la conquista de nuestros derechos.