Un Discurso Farsante y Miserable

Un Discurso Farsante y Miserable 1

Alguna vez, Carlos Marx dijo que la historia a veces se repetía, y que si la primera vez ocurría como una gran tragedia, la segunda solo podría ser una farsa miserable. Y en efecto, este Primero de Mayo, Día Internacional de Clase Obrera, el presidente Petro representó la gran farsa evocando el discurso de López Pumarejo hace 87 años, contando, como en aquella época, con la anuencia de los jefes del oportunismo, del reformismo pequeñoburgués y de los jefes sindicales vende-obreros.

La tragedia de la “revolución en marcha” de López Pumarejo consistió en tratar de establecer una alianza entre la clase obrera y la burguesía para limitar el poder de los terratenientes feudales de la época; ahora, 87 años después, la miserable farsa de Petro consiste en buscar el apoyo de los asalariados, para pactar con sus enemigos la salvación del capitalismo de su ruina inevitable. En resumidas cuentas, Petro llamó a la clase obrera a renunciar a la revolución a cambio de unas reformas miserables.

Entre las cosas que dijo en su discurso, Petro planteó: «Nosotros hemos tratado de cumplir esa directriz del pueblo que se expresó en las urnas, que supo entender que era el momento de dejar la barricada para ir por millones a las urnas, porque allí era donde verdaderamente se podría cambiar la historia de Colombia». La afirmación anterior deja ver varias cosas del reformismo, que se encuentra hoy en la presidencia del Estado burgués-terrateniente colombiano.

Lo primero, es que refuerza el terror y odio que sienten, Petro y sus copartidarios, en contra de la lucha directa de los desposeídos, que fue lo que realmente llevó a que las clases dominantes le permitieran a Petro llegar a la presidencia, las elecciones fueron apenas un formalismo necesario de la democracia burguesa. En pleno Paro Nacional o Estallido Popular de hace dos años, fue Petro el que llamó a respaldar el gobierno del títere Duque y desmovilizar la lucha, aprovechándose de la debilidad de los revolucionarios y comunistas en el movimiento obrero y popular, para encauzar la lucha directa de las masas hacia el camino electorero; se impuso así la vía constitucional que reverencia la dictadura de los explotadores, le confía los cambios sociales a los supuestos salvadores supremos y desecha de tajo la iniciativa y creatividad de las masas a la hora de dirigir la sociedad.

El llamado de Petro hace dos años, fue secundado por los jefes de los demás partidos políticos de la burguesía y la pequeña burguesía que vieron en el “Pacto Histórico” una salida a la crisis política y una oportunidad de sacar tajada del futuro gobierno reformista. Sin embargo, fue la lucha directa del pueblo la que presionó desde abajo a las clases dominantes a expulsar a la mafia del poder presidencial para instaurar un nuevo gobierno que no pusiera en peligro sus bienes, su capital, sus relaciones con los imperialistas, ni el poder político y militar que hasta hoy ostentan, y que en aquellos momentos estaba amenazado por el poderoso estallido social. «La violencia es la partera de la historia» afirmó acertadamente Carlos Marx, y es necesario que los comunistas revolucionarios trabajen por unir a la violencia espontanea de las masas a la política revolucionaria de destrucción del viejo Estado para construir sobre sus ruinas el Nuevo Estado de Obreros y Campesinos.

Lo segundo, es que Petro al afirmar que «No basta con ganar en las urnas. El cambio social implica una lucha permanente. Y la lucha permanente se da con un pueblo movilizado», dejó ver la hipocresía o doble rasero que maneja frente a la lucha popular. Ya vimos cómo despreció en su momento la vía del bloqueo, de la asonada, justamente cuando las masas populares estaban a punto de tumbar por la fuerza al régimen uribista de la mafia e instaurar un nuevo gobierno con base en las Asambleas Populares y las Primeras Líneas como embriones de las Milicias Populares. Ahora, que el reformismo está en el Gobierno del Estado de los capitalistas, Petro acude a que el pueblo se movilice para defenderlo con la movilización popular, es decir, a que el pueblo luche para defender un gobierno de coalición con las históricas clases dominantes que por décadas han oprimido y súperexplotado al pueblo trabajador del campo y la ciudad, a que defienda la dictadura burguesa que ya ha mutilado cada una de sus tímidas reformas propuestas, a que de su vida por un Gobierno que no representa los intereses de las masas obreras y campesinas.

Lo tercero, es necesario afirmar que el camino reformista no le ha traído ni le traerá al pueblo la solución de los problemas materiales que padece a diario en salud, empleo, salario, represión y demás. En la mutilada reforma a la salud, las EPS’s seguirán vivas; aún las masas continúan padeciendo los efectos de estar atadas a la explotación asalariada; la clase obrera vive en medio de la miseria que significa el salario mínimo, los trabajadores estatales aún no han tenido el aumento salarial de ley en el 2023 y reciben por parte del gobierno ofertas miserables, menores que las que ofrecía el régimen de la mafia; el gobierno reformista aún no cumple su promesa electoral de liberar a los presos por luchar, no desmontó el ESMAD que le sigue sacando los ojos a los luchadores populares.

Todo lo anterior sólo puede traer como consecuencia que la lucha revolucionaria de masas se imponga nuevamente, a pesar de los llamados a confiar en el nuevo gobierno, porque el pueblo ya experimentó que es por medio de la lucha directa que puede cambiar el rumbo de la sociedad, pues en medio del Paro Nacional del 2021 logró tumbar reformas y ministros, a la vez que en medio de los bloqueos, los combates de las primeras líneas y por la vía de las Asambleas Populares, decidir aunque embrionariamente, todos los asuntos que afectaban la sociedad: alimentación, salud, educación, seguridad…

Es necesario preparar el nuevo estallido popular que se desencadenará ante los incumplimientos del gobierno reformista de Petro-Márquez, teniendo muy en claro que no es la vía electoral la que trae los grandes cambios que el pueblo exige, como ya se ha visto durante este gobierno.

¡Sólo el pueblo, salva al pueblo! es una consigna que nació del seno de los luchadores populares y expresa una gran verdad: sólo las masas unidas, politizadas contra el capitalismo-imperialista, organizadas en sus Comités de Lucha o Asambleas Populares y militarmente, luchando contra el poder de los explotadores y barriendo con su fuerza revolucionaria el gobierno o el régimen que se les interponga, podrán conquistar no sólo las urgentes reformas que reclaman, sino, el Nuevo Poder obrero y campesino que la situación exige de inmediato para acabar con el capitalismo causante de sus males y cambiar de raíz la sociedad. ¡Es hora de retomar la organización desde abajo y las formas revolucionarias de lucha!

Si la tragedia de López Pumarejo demostró hace 87 años que era imposible una alianza con la burguesía para derrotar a los señores feudales, hoy la miserable farsa de Gustavo Petro demuestra la imposibilidad de conciliar los intereses de las clases antagónicas de la sociedad colombiana y la caducidad de la reforma: ¡la revolución es la única solución!

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