Por todo el país se anuncian cierres de hospitales públicos e Instituciones Primarias de Salud (IPS) que son las que atienden al pueblo. El mensaje es claro: al capitalismo no le importa la vida y el bienestar de los obreros y campesinos, el que tenga dinero que pague el servicio, el que no, que se enferme y se muera. Esta infamia no es posible humanizarla. El sistema capitalista ni siquiera es capaz de garantizar el más básico bienestar a sus esclavos asalariados y por esto la revolución proletaria debe sepultarlo. En el Hospital Universitario del Valle, la situación es desoladora, al observar el estado al que ha sido sometido por los mercaderes de la salud agrupados principalmente en las EPS’s. Un hospital de IV nivel que atiende a la población de toda la región, ya no cuenta ni con pacientes en sus pasillos, ni con personal de atención suficiente, debido a las deudas en salarios que completa tres meses. La mismas suerte corre el Hospital de San Andrés, el cual se ubica en atención de II nivel y atiende la población de los municipios de Astrea, Curumaní, Pailitas, Tamalameque, Chimichagua, La Jagua de Ibiricó, El paso, San Roque, entre otros, con una población estimada de 255.393 habitantes. A la fecha sus deudas lo están llevando al inminente cierre, donde el personal médico y de servicios generales, no reciben salarios desde hace ocho meses. Todo esto, producto de las millonarias deudas de las EPS’s Subsidiadas entre las que se cuentan Emdisalud, Saludvida, Cajacopi y Caprecom, las cuales el Estado no se atreve a expropiarlas para que paguen y se refinancie la salud para el pueblo, porque fueron creadas producto de la corrupción del mismo ente y en estrecho vínculo con poderosos capitalistas como la familia Uribe Moreno, dueña mayoritaria de Saludcoop. Del mismo modo, las IPS en Cúcuta que hacen parte de la Empresa Social del Estado (ESE) Imsalud, dejan de atender a más de 60 mil pacientes. La razón ¡es increíblemente la misma! Las EPS subsidiadas no pagan, por lo tanto no hay recursos para la contratación de personal, ni para la atención de la población. Y asombrosamente es la misma respuesta del Estado: esperar que cierren los hospitales y que la gente del pueblo no se siga atendiendo. ¡Esto es inhumano y vil y no se puede seguir permitiendo! Y la situación del Hospital San Juan de Dios de Floridablanca en Santander, no se salva tampoco de la amenaza de cierre. Sus trabajadores se declararon en huelga a comienzos de noviembre, porque se adeudan hasta cuatro meses de salario. La única culpa que tienen estos compañeros es atender bien a los pacientes, pero esto no le importa al gobierno de la paz, al fin de cuentas la economía del país no se va a mejorar si a los trabajadores se les atiende en salud como se merecen.
La salud pública en Colombia se encuentra en estado de coma, tras una dura paliza que le ha dado el capital y que la tiene al borde de la muerte. Por todo el territorio las masas se quedan sin atención, víctimas de la corrupción y la desidia e incapacidad del Estado, que tiene entreverados muchos de sus funcionarios con estas entidades saqueadoras, por intermedio de contratos, asesorías, administración, etc. Por ello ni la Superintendencia, Procuraduría o del Ministerio de Salud hacen algo eficaz ante semejante crisis, donde es evidente que las EPS’s se hacen los de la vista gorda y no pagan por sus “clientes” atendidos en los hospitales públicos.
La salud de los trabajadores colombianos, no le importa al Estado de los capitalistas, porque éste está para garantizar la ganancia de los explotadores, no la salud de los trabajadores; para someter a los oprimidos, no para salvarlos de una muerte segura por el carente sistema de salud pública. El Estado capitalista colombiano existe para garantizar la explotación del trabajo asalariado, no para librar a los obreros de las consecuencias en salud que trae este sistema económico social contaminante y enfermizo. Los opresores concentran su fuerza en el Estado, no para sacar a flote la sociedad, sino sus intereses de clase particulares. Por esto ninguna reforma de fondo garantizará en definitiva la salud para el pueblo mientras no se derroque el poder político de los explotadores en Colombia.
Por eso se cierra y se seguirán cerrando hospitales públicos sin ningún escrúpulo en el país, pues son una competencia para los intereses del gran capital, que ve en la salud un jugoso negocio potenciado por la necesidad de los pacientes cada vez más enfermos a causa de este asqueroso sistema depredador de hombres y destructor de la naturaleza. La salud en Colombia se ha convertido en el fortín de los monopolios, que llenan sus bolsillos con el pago obligatorio al sistema y con los recursos del erario que invierte el Estado para este fin, pues tienen a sumerced hospitales de excelente nivel a los cuales no les pagan, acumulando millonarias deudas que los dejan en la quiebra.
Pero también los politiqueros han utilizado los hospitales públicos, pues disponen a su gente para la dirección de los mismos, y con ello pagan los favores políticos que los llevan a ganar alcaldías, gobernaciones, etc., por ello no hay que confiar en que la situación actual de salud la resolverá un “amigo del pueblo” desde el establo parlamentario, porque ellos mismos han sido partícipes de esta gran crisis.
Los hospitales públicos que han existido en Colombia fueron ganados por la lucha del movimiento obrero. Era la época del enfrentamiento en todos los terrenos entre los dos sistemas, el socialista en los países de Europa oriental, y el capitalismo en el mundo occidental. El bloque del este socialista se enfrentaba al bloque occidental capitalista. Mientras el uno progresaba de manera asombrosa y atraía la simpatía de los obreros de todo el mundo animando su lucha contra la explotación, el otro se sumía en una profunda crisis económica, política y social. Entonces el imperialismo, en cabeza de los yanquis, invirtió capital en los países oprimidos como Colombia para financiar la red pública de servicios en aras de mantener su dominación sobre las colonias y semicolonias. Hoy ya este enfrentamiento no existe directo, lo cual le ha permitido a los imperialistas desmontar sus estados de bienestar y demostrar abiertamente su esencia expropiadora, antiobrera y antipopular, tanto en países oprimidos como en sus propias naciones.
Es política del capitalismo internacional convertir absolutamente todo en ganancia y responder a la necesidad social con guerra de clases, por esto a los manifestantes por la salud pública, les envían el Esmad y a quienes se oponen a los planes privatizadores, son procesados. Por esto el Ministro Gaviria no escucha ni escuchará los clamores de la gente que necesita que la atiendan y pide que no privaticen los hospitales. Él está ahí para garantizar que el negocio se le entregue al mejor postor y se le respete la propiedad privada a quienes han invertido en el negocio, así se hayan robado el sistema público, como el caso de los capitalistas de las EPS’s.
Hoy, la lucha debe ser directa y en las calles, no esperando los buenos oficios de las bancadas parlamentarias “amigas del pueblo”, implicadas también en los casos de corrupción hospitalaria, como es el caso de la del Valle del Cauca con Jorge Iván Ospina. La lucha debe lograr la unidad nacional de obreros y campesinos, y por la base, concretándose en un Gran Movimiento Nacional que defienda la salud pública y demás reivindicaciones que exigen los trabajadores en el campo y la ciudad. Solo con una actuación así se podrá impedir que el pueblo colombiano se quede sin los pocos hospitales que lo atienden, que se inyecte capital público a ellos y que se respete el servicio para los desposeídos. Solo la unidad y la lucha del pueblo pueden hacer retroceder este ataque asesino del Estado a la salud pública.
Obreros, campesinos, estudiantes, médicos, todo el pueblo colombiano ¡a las calles, por salud pública de calidad! ¡Contra la privatización de la salud: Huelga Política de Masas! ¡Por la defensa de los hospitales públicos: organizar el Movimiento Nacional por la Salud!