El trabajo de los comunistas dentro de las filas de las fuerzas armadas enemigas, constituye un aspecto de capital importancia; por cuanto su objetivo es destruir el Estado burgués para sobre sus ruinas construir el nuevo de Estado de Dictadura del proletariado. El Estado de dictadura burguesa sostiene su poder en las fuerzas militares, así que si estas fuerzas se descomponen, el Estado de los ricos se debilita, facilitando así su derrota y el triunfo de las fuerzas revolucionarias.
Así lo ha demostrado la lucha del movimiento obrero durante décadas; y aprender de esa valiosa experiencia es muy importante para las nuevas generaciones de revolucionarios que toman las banderas de la revolución proletaria para destruir con la Guerra Popular el Estado reaccionario y continuar con la edificación del mundo gobernado por los obreros y campesinos, gran obra de la que ya pusieron los cimientos y levantaron poderosas columnas en La URSS de los Soviets y en la portentosa Revolución China.
A propósito de este importante tema del trabajo en las fuerzas armadas enemigas, compartimos unas breves citas extraídas de uno de los capítulos del Libro La insurrección Armada de A. Neuberg. Una importante recopilación de valiosos documentos.
LA INSURRECCIÓN ARMADA
CAPÍTULO VII
LA LABOR DEL PARTIDO COMUNISTA PARA DESCOMPONER LAS FUERZAS ARMADAS DE LAS CLASES DOMINANTES
Josef Unschlicht y Palmiro Togliatti
CITAS DEL CAPITULO VII
El ejército es parte esencial de la organización de Estado. De su grado de solidez y de su estado general depende el grado de solidez del Estado entero. Del grado de descomposición de un ejército burgués dependerá, en gran parte, la posibilidad para el proletariado de derrocar a la burguesía, y de destruir el Estado burgués, en presencia de una situación inmediatamente revolucionaria, cuando se tenga que plantear la cuestión del derrocamiento de la clase burguesa en el terreno actual y practico.
La historia de todas las revoluciones demuestra que si un ejército y una policía bien instruidos militarmente, provistos de todos los modernos procedimientos de ataque y de defensa (ametralladoras, artefactos blindados, procedimientos químicos, aviación, etc…) y de un adecuado mando, sostenidos por los destacamentos fascistas armados que hoy existen en todos los países, combaten efectivamente la revolución, son capaces de hacer singularmente difícil su victoria, aun cuando todas las demás condiciones sean favorables.
Si la revolución no arrastra a las masas y no incluye al propio ejército, no puede haber ninguna lucha seria. Lenin
La maduración revolucionaria dentro de las tropas, sus dudas entre la revolución y la contrarrevolución, serán mucho más fuertes: las unidades aisladas que se pasen al lado del proletariado serán mucho más numerosas, si el partido revolucionario efectúa una labor política y de organización más intensa, mucho antes de producirse una situación inmediatamente revolucionaria, y sobre todo durante este tipo de situación.
Efectivamente, si en Alemania se hubiese efectuado una adecuada agitación revolucionaria en las unidades de la Reichswehr y de la policía (lo cual era perfectamente posible, a pesar del aislamiento de la Reichswehr), es indudable que la comandancia no hubiera podido tan fácilmente enviar sus tropas a ocupar las regiones revolucionarias de Sajonia y Thuringia, tal y como sucedió en septiembre-octubre de 1923
Del grado de simpatía frente a la revolución, por parte del ejército: de la medida en que la comandancia puede utilizar al ejército contra el proletariado revolucionario: de la solución que recibe el problema de la lucha política en el ejército: de todo ello depende muy a menudo el resultado mismo de la revolución, pues el paso del poder de una clase a manos de otra clase, o fin de cuentas, es decidido por la fuerza material. Y el ejército es el elemento esencial de esta fuerza
La experiencia de estos últimos años 1919 y 1923 en Alemania. 1923 en Bulgaria, 1924 en Estonia, julio de 1927 en Austria, en Viena, demuestra que la guerra civil del proletariado es provocada no solamente por las guerras imperialistas de la burguesía, sino también por la situación “normal” del capitalismo contemporáneo, que agrava en grado máximo la lucha de clases, y crea situaciones revolucionarias.
Pero aquí no se origina en absoluto la conclusión de los elementos derechistas de la I.C. que pretenden que la revolución sólo es posible después de una guerra. La conclusión a la cual se debe llegar es que la preparación de la insurrección debe realizarse a la vez mediante la agitación dentro del ejército, y mediante la formación de fuerzas armadas proletarias propias, capaces de luchar, con las armas en la mano, contra la fracción del ejército regular que todavía no ha sido descompuesto. No se debe olvidar que en el momento de la insurrección, la lucha en el ejército debe efectuarse también con las armas. Mientras más avanzada esté la descomposición del ejército burgués, más poderosas serán las fuerzas armadas del proletariado, más fácil será la lucha durante la insurrección en sí. También lo contrario es cierto.
Pero esta labor de organización y de agitación política dentro del ejército, en tiempos de guerra, se verá singularmente facilitada si el Partido se dedica a ella sistemáticamente en tiempos de paz.
Para cualquier partido revolucionario, el principio esencial es que se debe realizar una labor revolucionaria allí donde estén concentradas las masas. Los ejércitos y las marinas de la burguesía agrupan siempre decenas y centenares de miles de jóvenes proletarios o campesinos, que son tan aptos para recibir las consignas y las ideas revolucionarias como los obreros de las fábricas y ciertas categorías de campesinos.
Un partido que, directa o indirectamente renuncie a este aspecto esencial de la acción revolucionaria, se expone a sufrir consecuencias extremadamente nefastas para la revolución. Esta acción debe ser realizada sin descanso por todo el Partido Comunista, tanto en periodo de acumulación de las fuerzas revolucionarias como, y principalmente, en periodo de auge de la revolución. En vista de las consideraciones expuestas anteriormente, creemos que esta agitación no es menos esencial que la labor del Partido en muchos otros sectores (conquista de las clases medias, etc…, etc…).
La acción del Partido y de las Juventudes Comunistas para desmoralizar al ejército y a la marina de la burguesía, debe realizarse sobre dos planes esenciales: a) dentro del ejército y de la flota b) mediante la labor general de todo el Partido fuera del ejército: actividad de la fracción parlamentaria en las cuestiones militares, agitación oral y mediante la prensa, para popularizar en el ejército tal o cual consigna. etc. Estos dos modos de acción, dentro y fuera del ejército, deben estar íntimamente ligados, bajo la dirección de un centro único; el Comité Central del Partido.
Frente al ejército, principal factor de la guerra imperialista, la actitud del Partido y de todo el proletariado revolucionario debe tender a lograr la descomposición absoluta del ejército imperialista, y el ingreso de los soldados en el campo del proletariado. Esta es la meta final de toda agitación dentro del ejército.
Para ganarse al ejército burgués con miras a la revolución, para debilitarlo, hay que tomar muy en cuenta la agitación en favor de reivindicaciones parciales, así como la lucha revolucionaria por la reforma de tal o cual aspecto de la vida militar del Estado burgués.
Las reivindicaciones parciales del proletariado en materia militar variarán en todos los países, según la naturaleza de las fuerzas armadas regulares, el modo de reclutamiento, la duración del servicio y su carácter dentro de las tropas determinadas por el servicio militar obligatorio, la condición material y jurídica de los oficiales y de los soldados, etc…
Todas estas reivindicaciones sólo tendrán valor revolucionario cuando se combinen con un programa político concreto, tendiente a revolucionar el ejército burgués.
Las condiciones de la labor revolucionaria dentro de los ejércitos profesionales difieren de las que se plantean en los ejércitos reclutados por el servicio obligatorio. Generalmente, en las primeras es difícil llevar a cabo la propaganda de las reivindicaciones parciales anteriormente mencionadas. Sin embargo, no se debe renunciar a esta labor, bajo ningún pretexto. Los ejércitos profesionales están generalmente formados de elementos proletarios (desempleados) y de campesinos pobres: es una base para trabajar masivamente a esos soldados.
Elegíamos los camaradas particularmente seguros, sin importar nunca la cantidad, pues no considerábamos la organización militar como una fuerza capaz de ejercer por sí misma una acción directa. La considerábamos como un elemento organizador capaz de arrastrar, en el momento oportuno, a la masa de los soldados y de los marinos simpatizantes. Por lo tanto, no importaba la cantidad. – Experiencia del partido bolchevique.
El partido revolucionario también debe plantear y resolver convenientemente la cuestión de la labor dentro de la policía. Debido a su naturaleza social, la policía está compuesta en gran parte por elementos proletarios, y por consiguiente, se hace objetivamente posible una acción revolucionaria entre los simples policías.
La labor revolucionaría es necesaria y posible en los demás países. Debido a la importancia de la policía como instrumento de represión en manos de las clases dirigentes, y debido a los resultados que puede dar esta labor incluso en épocas de evolución “pacifica”, sin mencionar la influencia que tendrán las disposiciones políticas de la policía sobre la lucha del proletariado para tomar el poder, la labor que se efectúe en este sector nunca será excesiva.