«Si no hay comida para todos los niños no hay comida para nadie» es la consigna entre otras agitadas por las madres y padres de familia procedentes de los colegios públicos reunidos el pasado viernes frente a la alcaldía de Popayán; demandan del alcalde Juan Carlos López Castrillón dar salida a las justas exigencias toda vez que los niños “desde inicio del calendario no reciben los alimentos”, pero este funcionario gris, como en anteriores días, no quiso poner la cara; entre tanto los manifestantes llaman a pasar de los plantones a nutrir las movilizaciones hasta encontrar una solución seria.
La alimentación, una necesidad básica insatisfecha para los cientos de millares de escolares, se supone hace parte del plan del régimen mafioso y terrorista, el cual no cumple, ensañándose contra la niñez utilizando la “mal nutrición” –léase el hambre– como arma invisible de guerra, haciendo deficiente el Programa para Alimentación Escolar PAE; el mecanismo es fácil de aplicar y no deja huellas: lo ejecutan de manera silenciosa sobre las escuelas y colegios de Popayán, el Cauca y Colombia; es un golpe doloroso del que sabrán reponerse y transformar en fuerza los padres, madres de familia, maestras, maestros y el pueblo en general.
Estos hechos enfrentan de manera directa a la población desempleada de Popayán, a los campesinos pobres que son desterrados desde sus territorios por la guerra reaccionaria, donde además de la disputa por la renta de los sicotrópicos y la minería, se presenta la alianza macabra entre los monopolios y terratenientes caucanos con el Estado colombiano, entre ellas la multinacional maderera irlandesa Cartón de Colombia que se ha apoderado mediante el despojo las mejores tierras caucanas.
El incumplimiento con el PAE, es otra forma de matar de modo sistemático una parte de la población, con el robo de los “recursos destinados a los más necesitados”; un plan siniestro donde se hacen cada vez más notorios los intereses privados que se valen del soborno a los funcionarios públicos, contando con la “ceguera” y “sordera” aparente por los mal llamados entes de control; las defensorías, fiscalías, procuradurías, personerías que guardan silencio frente a la mala calidad, cantidad, tiempos de suministro, operatividad, manejo de recursos, etc., de un programa desfinanciado que va de mal en peor.
La problemática de la alimentación escolar, es otra de las nefastas políticas del Estado a través de la Secretaría de Educación del Cauca y el caso es que los recursos destinados para la atención de la alimentación y la nutrición de los niños no llegan a las instituciones educativas; por consiguiente, los restaurantes escolares este año no han funcionado, es decir, no hay recursos para suministrarles a los niños y niñas un refrigerio al día; por este motivo algunos de ellos se desesperan de hambre, por cuanto las madres tienen que ir a trabajar todo el día por un mísero salario y desde la familia tampoco alcanza para brindar una alimentación adecuada.
Por otra parte la ración alimentaria que se brinda desde los contratistas u operadores es mínima y no alcanza, ya que una libra de arroz se reparte para 20 estudiantes, una libra de papa para 20 estudiantes y así sucesivamente, es decir, que no suple la nutrición que requiere la niñez; se sabe que las empresas contratistas deben entregar el refrigerio servido en las instituciones, pero esto no lo cumplen, obligando a la institución a contratar uno o dos manipuladores de alimento, pero les ofrecen de salario 10 mil pesos ¿quién cocina y sirve a doscientos o más estudiantes por 10 mil pesos?
Como consecuencia para que el restaurante escolar funcione, las asociaciones de padres de familia hacen actividades económicas para aumentar el mísero salario de las trabajadoras. En conclusión, el padre de familia resulta subsidiando a las empresas intermediarias el funcionamiento de los restaurantes escolares.
Este hecho es otra prueba de la corrupción inherente al Estado burgués, y en especial el actual régimen mafioso y todos los politiqueros del pelambre que sea, desfilando indiferentes al hambre de los hijos del pueblo, alejados de la de percepción de la injusticia social, indiferentes ante la angustia sentida por los niños, madres y padres de familia, incluso de las maestras y maestros que se ven impotentes ante esta aberrante situación.
Justas y ciertas las consignas de los manifestantes en Popayán: «Sino hay comida para los niños, no hay comida para nadie» y «unidos vamos a vencer». Por eso llaman y necesitan la solidaridad del pueblo y a «pasar de los plantones a grandes movilizaciones». Justo el llamado a la lucha y a no caer en el embeleco distractor de las mesas de “concertación” y de “trabajo”, cuyo único fin es aplazar y prolongar el problema; a cambio, sí trabajar en la organización y preparación de un gran paro nacional indefinido, un nuevo levantamiento popular que transforme la problemática en solución definitiva a los problemas de los pobres del campo y la ciudad.