Mientras que en el 2021, los grandes empresarios duplicaron sus ganancias, a los trabajadores se les multiplicaron sus desdichas.
Dice un reciente Informe de la Superintendencia de Sociedades: Con un crecimiento de 115%, en un año las 1.000 empresas más grandes de Colombia duplicaron sus ganancias, pasando de $45 billones en 2020 a $98 billones ($98.000.000.000) en 2021.
Según las estadísticas laborales, el salario mínimo mensual de los obreros —la clase más numerosa de la sociedad colombiana— cuya fuerza de trabajo es realmente la que produce las ganancias a los empresarios, pasó de $1.014.980 a $1.117.172 (incluido el subsidio de transporte), esto es, sus entradas en el 2021 para todos los gastos de su existencia pasaron de $12.179.760 a $13.406.064.
Y como si fuera poca esa abismal diferencia en la distribución del producto social, entre burgueses y proletarios, el gremio de los empresarios, la ANDI, confiesa en un Informe sobre el hambre en Colombia publicado en diciembre de 2021:
En el país tenemos 21 millones de personas que a diario pasan hambre y sufren todas las fatales consecuencias de la misma, en cuanto a la degradación de sus vidas. El malestar que agobia a esos millones de seres y las enfermedades que los aquejan, atenta fatalmente contra las posibilidades del desarrollo nativo, la seguridad social y el futuro del país. Esas personas rara vez consiguen escalar la barrera de la desigualdad, ni estudiar, ni subir los peldaños para superar la agobiadora tragedia en la que nacen y llevan a cuestas con inmenso dolor.
Esta es apenas una muestra de la desigualdad producto del capitalismo en la sociedad colombiana, con datos y en palabras directas de los ricos, sin contar los millones de trabajadores informales y de sub-empleados a quienes ni siquiera se les remunera con el salario mínimo legal.
Conclusión elemental: ¡el capitalismo es la causa principal de los males, sufrimientos y mal vivir de los pobres! El remedio no es entonces “defender y fomentar el capitalismo” como propone el elegido Presidente Petro.
Para acabar con los males sociales del capitalismo es necesario erradicar su causa profunda, la explotación asalariada, que por fuerza, por los mismos hechos de la vida, obliga a los trabajadores a resistir económicamente, es decir, a luchar por mejorar la remuneración salarial, que al viejo y nuevo gobierno cuya promesa es mejorar las condiciones de vida de los pobres, debe exigirse en términos de ¡Alza General de Salarios!
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Pero no se trata solo de la lucha de resistencia económica, lo principal es la lucha política que arranque de raíz el capitalismo, que acabe la explotación, y solo hay un camino para lograrlo: expropiar a los capitalistas y socializar la propiedad sobre los medios de producción, lo cual no se puede hacer con un simple cambio de gobierno respetuoso del Estado actual y sus leyes, sino destruyendo toda esa máquina político-militar que protege a sangre y fuego la propiedad privada de los capitalistas. Tal es la tarea de una revolución comunista, la cual viene andando desde el fondo de la sociedad, silenciosa y con estallidos, demorada seguramente, pero tan inevitable como el derrumbe de la edificación cuando el topo ha horadado por años sus cimientos.