El pasado viernes 13 de agosto falleció el burgués Carlos Ardila Lülle a los 91 años. Burgueses, terratenientes y sus representantes en los diferentes partidos políticos y en los medios de comunicación de los monopolios expresaron de diferentes formas su pesar, recordaron anécdotas para ennoblecer la estampa de dicho burgués y manifestaron sus condolencias a la familia que continúa al mando del enorme conglomerado de empresas capitalistas, construidas sobre la base de la superexplotación de millones de obreros durante décadas.
Por su parte, reformistas de la pequeña burguesía como Jorge Enrique Robledo jefe de Dignidad (antiguo MOIR) también expresó sus condolencias a los colaboradores (léase socios burgueses) de Ardila Lülle por el fallecimiento del burgués, además de alabar los supuestos «significativos aportes al progreso de Colombia», dejando en claro que dicho Partido que otrora se autodenominaba “maoísta” tiene entre sus amigos y aliados a la supuesta burguesía nacional que no existe en Colombia, pues desde hace décadas la burguesía y los terratenientes en este país, son clases socias y lacayas de los imperialistas de todo tipo. Por su parte, los obreros no deben hacer coro de los lloriqueos propios de otras clases ajenas a la suya. Los obreros y campesinos pobres y medios no lloran la muerte natural de un parásito envejecido en medio de lujos y propiedades obtenidas a costa de superexplotar trabajo ajeno.
La sociedad colombiana es capitalista porque las relaciones de producción predominantes son de explotación asalariada y se encuentra inserta en el imperialismo como país oprimido por el imperialismo. Esa es una verdad demostrada por la investigación científica de la realidad y la existencia de burgueses ahítos de ganancia como Ardila Lülle, y millones de obreros asalariados, muchos de ellos desempleados. Hoy, es anacrónico hablar de una “burguesía nacional” o “burguesía revolucionaria” en un país como Colombia, donde millones de obreros mueven la economía capitalista del país con su trabajo, a cambio de miserables salarios de hambre y de formas paupérrimas de contratación laboral como los que se pagan en las empresas del monopolio que encabezaba Ardila Lülle; siendo esta superexplotación la que le ha permitido a estos parásitos igualar la taza de ganancia con la burguesía imperialista y por tanto no solo ser lacaya sino socia.
Ardila Lülle era un burgués enemigo de la clase obrera que hizo su fortuna quebrando a las malas a otros burgueses y superexplotando a la clase obrera; financiando al paramilitarismo y al régimen uribista de la mafia y haciendo uso de su Estado para incrementar su fortuna; por eso su muerte pesa menos que una pluma para el sentir de la clase obrera.
El proletariado no llora la muerte de un enemigo de clase como lo fue el parásito Ardila Lülle, que además de construir su riqueza a costa de la superexplotación asalariada de millones de obreros, les cargó sobre sus hombros los efectos de la crisis económica capitalista, reflejada en “tercerización” laboral, rebaja sistemática de los salarios, desempleo, enfermedades y accidentes laborales, destrucción de sindicatos y demás consecuencias que tiene el producir las mercancías al servicio de la ganancia.
Los obreros y campesinos no lloran la muerte de un financiador del paramilitarismo, como quedó en evidencia, por ejemplo, con el testimonio de la exparamilitar del Bloque Héroes de Granada, Mónica María Castaño Acevedo, quien nombró diferentes empresas que giraron recursos a los paramilitares a cambio de protección en las zonas de producción, como las del Grupo Nutresa y en concreto Postobón de la Organización Ardila Lülle. Los desplazados por la violencia reaccionaria saben que burgueses despreciables como este, son los causantes de sus tragedias, al tener que salir corriendo de sus tierras mientras un fusil les apuntaba por la espalda, después de ver las cabezas de sus familiares y vecinos rodar a causa de los grupos armados que parásitos y asesinos como Ardila Lülle financió en vida para mantener y expandir su reino de opresión y explotación sobre el pueblo, en contubernio con el régimen uribista de la mafia que lleva en cabeza del Estado burgués-terrateniente cerca de 20 años.
Ardila Lülle actuó como todos los burgueses que obtienen sus ganancias al costo que sea, así que destruyó la competencia con métodos despreciables, dejando en evidencia que la “sana competencia” promulgada por el capitalismo, es una gran mentira difundida por los medios de comunicación de burgueses como el ya difunto parásito social. En su momento, diferentes medianos empresarios acusaron a Postobón de destruir miles de envases de sus gaseosas para generar caos y pérdidas en la producción, mientras se construía el monopolio de Ardila Lülle. Esto sucedió con Gaseosas Cóndor en La Plata y Algeciras (Huila) donde se encontraron cementerios de envases de esa empresa. Además, robaba y destruía carpas, publicidad, botelleros, canastas, envases de Gaseosas La Reina de Popayán, Gaseosas Glacial de Mariquita, El Sol de Girardot…empresas que producían juntas en un mes lo que Postobón hacía en un solo día.
Y todo esto con la anuencia del Estado burgués terrateniente que finalmente les pertenece a las clases enemigas del proletariado y la revolución socialista. El Estado, es una máquina de opresión y dominación al servicio exclusivo de sus intereses de clase, como arma de explotación contra las clases oprimidas. Estado que ha usado la violencia reaccionaria para defender los intereses de clase de una minoría explotadora –a la cual pertenecía Ardila Lülle-, ahogando en sangre todo grito de rebeldía de las masas trabajadoras, como bien lo expresa la Línea de Masasde la UOC (mlm).
Ese es el carácter de un burgués como Ardila Lülle y como él, quedan varios en Colombia a quienes las masas populares oponen a diario la lucha directa en diferentes fábricas, comercios, bancos y agroindustrias. Ese es el carácter del Estado de las clases dominantes al cual llaman a destruir, los comunistas revolucionarios, y para ello centran sus esfuerzos en organizar el Partido político del proletariado como parte de la Internacional Comunista de Nuevo Tipo basada en el mlm, que dirija la lucha del proletariado contra la explotación asalariada, contra estos parásitos burgueses, como Ardila Lülle, que no han traído progreso sino desgracia a la sociedad.