ACERCA DEL ENCUENTRO NACIONAL «CON LAS PENSIONES NO Y SALARIO DIGNO»

ACERCA DEL ENCUENTRO NACIONAL "CON LAS PENSIONES NO Y SALARIO DIGNO" 1

La terrible situación del pueblo trabajador y las medidas que los burgueses preparan y empiezan a aplicar en su contra despiertan y acrecientan su indignación. Amplios sectores de masas continúan movilizándose, bloqueando, haciendo huelgas y luchando por impedir que los opulentos logren su cometido. Como parte de esa lucha general se conformó el Comité Nacional Con las Pensiones No, Salud y Salario Digno; comité que el pasado 8 y 9 de septiembre realizó un Encuentro Nacional en Bogotá y al cual asistieron obreros y activistas de diferentes lugares del país.

Como ha planteado Revolución Obrera, estas tareas hacen parte de la preparación del movimiento de masas para una gran batalla que se debe concretar en un Paro Nacional Indefinido, como único camino hoy para frenar el desastre de miseria y hambre que aumentarán para el pueblo con las nuevas reformas de burgueses, terratenientes e imperialistas. Por ello, esta prensa saludó el Encuentro, pues aunque existen diferencias entre los luchadores y revolucionarios es necesario unir fuerzas en la causa común para enfrentar a los enemigos comunes del pueblo colombiano.

Como era de esperarse, en el Encuentro se observaron posiciones, ideas y actitudes opuestas, algo normal en el seno del movimiento obrero y de masas. Sin embargo, la «Declaración Pública» ha sido correctamente cuestionada por cuanto no recoge todos los acuerdos de la reunión. Y a pesar de las declaraciones posteriores, tanto de los compañeros de Notas Obreras como del Movimiento Revolucionario de Trabajadores, tratando de invalidar las críticas de los compañeros de los Comités de Lucha y de la Escuela Sindical María Cano frente al método, es un hecho que el único problema sometido a votación en la reunión final del Encuentro fue la posición respecto a la necesidad o no de preparar el Paro Nacional Indefinido, en la cual ganó por mayoría el planteamiento difuso de la declaración. Por consiguiente, era apenas elemental, dentro de los métodos correctos de dirección y de trabajo, que la mesa directiva del evento se reuniera e hiciera la redacción final de la declaración, algo que no ocurrió. Esos son los hechos y a ellos hay que atenerse.

Más allá de las justificaciones, como el desorden, la falta de tiempo u otro tipo de argumentos, en el fondo de este episodio se encuentra la lucha entre dos programas, dos tácticas, dos actitudes frente al movimiento de masas, dos métodos para dirigirlos, dos posiciones de clase… dos caminos para resolver los problemas de la sociedad y el pueblo colombiano.

En el saludo enviado desde Revolución Obrera al Encuentro se decía: «Quienes se hacen presentes en este evento democrático necesitan cimentar su unidad alrededor de las ideas correctas, que les permitan desplegar la iniciativa para marchar al frente de los trabajadores del campo y la ciudad que buscan una salida a su terrible situación; por consiguiente, deben ponerse de acuerdo en que los grandes y agudos problemas del pueblo colombiano no obedecen a la falta de más explotación capitalista como aseguran Duque o Petro; tampoco son causados por la falta de un capitalismo nacional como creen algunos compañeros, pues el capitalismo en un país oprimido como Colombia es el causante directo de esos problemas».

En el Encuentro quedó en evidencia esa divergencia programática, pues tanto entre los compañeros de Notas Obreras como del Movimiento Revolucionario de Trabajadores, existe la idea profundamente equivocada, según la cual hay una supuesta burguesía nacional oprimida por el imperialismo, cuando para los trabajadores es evidente que la burguesía en este país, no solo es lacaya sino socia del imperialismo, principalmente yanqui. Esa idea equivocada de los compañeros va acompañada de otra no menos perjudicial y es la creencia de que en Colombia no existe el capitalismo o no suficientemente. De esa lógica se desprenden conclusiones de graves consecuencias para los trabajadores, que se reflejaron en las discusiones de las ponencias en las comisiones del evento. Por un lado, al eludir u oponerse a denunciar a toda la burguesía como una clase enemiga del pueblo y principalmente de la clase obrera cuya superexplotación es fuente de grandes ganancias para los capitalistas, se cuela la idea de sembrar ilusiones en una «burguesía nacional» y «revolucionaria» opuesta al imperialismo y por consiguiente, los obreros y campesinos tendrían que aliarse con ella en la lucha contra el imperialismo; por otro lado, si no existe o existe muy poco capitalismo y éste no es el causante principal de la dramática situación de los trabajadores, entonces puede defenderse tal capitalismo junto con la llamada «producción nacional» y no luchar contra ellos, que en términos de clase sería defender a los capitalistas colombianos, principales enemigos de la clase obrera y el pueblo; por tanto, los únicos enemigos del pueblo colombiano son el imperialismo, los terratenientes y solo una parte de la burguesía. En términos prácticos: los obreros y campesinos deben marchar de la mano con un sector de la burguesía y no contra toda la clase burguesa. Estas posiciones pueden verse más claramente en el documento «Declaración de Notas Obreras sobre la situación nacional».

En el fondo, son dos concepciones opuestas en el terreno programático: unos quieren luchar contra el imperialismo salvándole la vida al capital, buscando alianzas con una parte de la burguesía para desarrollar el capitalismo o hacer una revolución democrática de nuevo tipo; los otros llaman a destruir todo el poder del capital, con los obreros en la dirección del movimiento en alianza con los campesinos pobres y medios para construir el socialismo.

Esta es una vieja discusión que podría resolverse investigando y admitiendo la realidad tal como es; pero no es solo un problema del conocimiento sino de posiciones de clase: una posición programática corresponde a las ideas e intereses de la pequeña burguesía, la otra corresponde al proletariado.

Por eso las ideas equivocadas fueron defendidas en el Encuentro incluso con absurdos que llegan al colmo de solo ver pequeños burgueses (carniceros, carpinteros, tenderos…) desconociendo el hecho objetivo de que la mayoría de la población en Colombia, tanto en la ciudad y como en el campo, vive exclusivamente de la venta de su fuerza de trabajo, como asalariada de los capitalistas, en la condición de proletaria.

De las señaladas conclusiones equivocadas y absurdas es de donde surgieron las vacilaciones frente a la propuesta de que el Encuentro apoyara la exigencia del Alza General de Salarios y la necesidad de enfrentar la arremetida de los capitalistas comprometiéndose con la preparación de un Paro Nacional Indefinido. De esas conclusiones equivocadas y absurdas surgieron otras aún más desatinadas que se ventilaron en las discusiones en el Encuentro, como exigirles a los proletarios que defienden la necesidad de preparar y organizar el Paro Nacional Indefinido, «tener un fondo económico para sostener a quienes paren», tratarlos de «irresponsables» e incluso recurrir al sucio apelativo de «manosear la consigna del paro», por interpretar correctamente el sentimiento de las masas obreras y del pueblo en general que reclama una acción común para frenar la voracidad de los capitalistas.

Por fortuna las vacilaciones de los compañeros no se corresponden con la valentía y el heroísmo de los obreros corteros de los ingenios que se lanzaron a la huelga sin un peso en el 2008, sus argumentos tampoco interpretan a los campesinos pobres y medios que en el 2013 se lanzaron a las vías por encima de las fuerzas militares enviadas a levantar los bloqueos sin importarles las pérdidas inmediatas, ni su visión recortada expresa las aspiraciones de las masas populares y obreros desposeídos que en Buenaventura pasaron por encima de las fuerzas militares y paramilitares para hacerse oír y enfrentar con dignidad a los opulentos explotadores descuartizadores con una plataforma que recogía todas sus reivindicaciones inmediatas más sentidas.

En el fondo, los argumentos para oponerse al Alza General de Salarios y en general a preparar y organizar el Paro Nacional Indefinido, obedecen a que afectarían a la imaginaria «burguesía nacional» y tienen que ver además con la desconfianza de esos compañeros en las fuerzas de la clase obrera y de las masas populares. Y si no existe confianza en las fuerzas todopoderosas de las masas no pueden plantearse tareas de envergadura para transformar la situación.

Esto pone de relieve otro problema planteado en el Encuentro, el de la actitud del movimiento consciente: ¿Cuál en el papel de los revolucionarios y de los dirigentes?

Mientras una posición planteó abiertamente proponerse preparar y organizar el Paro Nacional Indefinido, uniendo a la clase obrera, a los campesinos y a las masas populares alrededor de sus reivindicaciones inmediatas más sentidas y de unas formas de organización en correspondencia, la otra posición no solo no ve las fuerzas para hacer el paro, sino que no se propone transformar la situación elevando la conciencia de las masas y luchado por unir y generalizar las luchas, reduciendo su actividad a la educación y a unos plantones, y solo en oposición a algunas reformas.

De esa incapacidad de comprender la situación objetiva, del papel de las masas, y del papel de los revolucionarios y dirigentes a quienes les corresponde la obligación de elevar la conciencia política de las masas, no marchar a su retaguardia, se deriva no solo la estrechez de miras, sino la negativa a denunciar a las camarillas vendeobreras de las centrales sindicales y la esperanza inútil en que sean ellas quienes encabecen la lucha, cuando está demostrado hasta la saciedad que son traidoras abiertas de los obreros y el pueblo, que son agentes de la burguesía y el imperialismo. Esto no es más que, sembrar confianza en aquellos de quienes solo puede esperarse nuevas traiciones, como evidencian no solo su largo historial sino los hechos recientes como la posición de la CUT frente a la propuesta de Uribe Vélez sobre el «aumento extraordinario» del salario mínimo y la invitación del representante del sector mafioso y paramilitar, Iván Duque, al X Congreso de CGT.

La consecuencia de esa actitud conlleva a que en la práctica los compañeros, independiente de su voluntad terminan, en última instancia, por su silencio y temor a denunciar a los enemigos agazapados de los trabajadores, alimentando ilusiones en las camarillas sindicales, cómplices de la situación actual de la clase obrera y alimentando ilusiones en los alegatos de los politiqueros en el establo parlamentario. Y no son exageraciones: si no existe confianza en la fuerza de las masas obreras y populares no queda otra opción que la manifiesta en la Declaración como «exigir [¿a las camarillas sindicales vendeobreras?] que se abandone la política apaciguadora de la concertación…»; en ese sentido, los «cacerolazos en contra de la reforma tributaria», los «plantones… para rechazar las reformas laboral y pensional y exigir el aumento del salario mínimo…» planteados en la Declaración, por sí mismos, al haber sido negada la necesidad de la preparación del Paro Nacional Indefinido, terminan sirviendo de apoyo a las mesas de concertación y de refuerzo a las discusiones en el parlamento, no hay término medio.

Como se ve, la discusión en torno al paro no es de poca monta, ni un asunto caprichoso o formalista de «convocarlo» o no, como se trata de aparentar: si los revolucionarios no se proponen conquistar las fuerzas que destacan las contradicciones sociales y la propia lucha de clases para arrancar con la lucha revolucionaria los derechos del pueblo, que ahora se concreta en la preparación del Paro Nacional Indefinido, objetiva e independiente de sus deseos, terminan llevándole agua al molino del reformismo, el camino que busca perpetuar la explotación asalariada y la dominación semicolonial imperialista.

Desde el punto de vista de clase, es una lucha entre la táctica reformista propia de la pequeña burguesía vacilante y la táctica revolucionaria que se corresponde a los intereses de los obreros y campesinos. Una lucha entre la táctica reformista que desconfía de las fuerzas de las masas diciendo que «no hay con quien», y la táctica revolucionaria que ve en los diferentes estallidos sociales del pueblo colombiano la materia para preparar el Paro Nacional Indefinido, siendo su responsabilidad unirlos y generalizarlos en torno a una plataforma de lucha común.

Por eso tienen mucha trascendencia las discusiones del Encuentro, más allá de la forma en que se presentaron, más allá de quién salió «vencedor» en él y las tareas que salieron del mismo, e incluso más allá de las pequeñas maniobras o rumores posteriores, por cuanto en realidad corresponden a la lucha que enfrenta, como se dijo arriba, dos programas, dos tácticas, dos actitudes, dos posiciones, dos caminos, que se corresponden a las concepciones de dos clases, la pequeña burguesía y el proletariado, para enfrentar a sus enemigos comunes, clases enemigas antagónicas de los trabajadores propietarios y de los trabajadores proletarios.

El Encuentro fue correcto en cuanto pretendía buscar la unidad entre los revolucionarios, dirigentes y activistas para acordar las tareas de lucha que les permitan a los trabajadores del campo y la ciudad enfrentar la nueva arremetida de las clases dominantes. La «Declaración Pública» refleja en parte la lucha por alcanzar un acuerdo, pero el Encuentro se convirtió en un episodio donde se malogró la unidad por el método incorrecto de los compañeros de Notas Obreras, método incorrecto respaldado extrañamente por los compañeros del Movimiento Revolucionario de Trabajadores. No se trata de la unidad por la unidad, el pueblo trabajador necesita de la unidad para la lucha contra sus enemigos irreconciliables y ella no puede conquistarse haciendo concesiones o aceptando los viejos métodos antidemocráticos.

El evento fue apenas un episodio en la larga lucha por la unidad, donde inevitablemente se presentaron divergencias frente al qué hacer para el avance de la lucha inmediata de los trabajadores, divergencias que tienen su raíz en las discusiones más de fondo que existen entre los revolucionarios, siendo necesario proseguirlas, así como redoblando energías en la preparación del Paro Nacional Indefinido y como parte de ello, haciendo los mayores esfuerzos por coordinar las distintas tareas y actividades entre todos los que se proponen enfrentar con la lucha revolucionaria de las masas las nuevas reformas antiobreras y antipopulares y conquistar en las calles y por las vías de hecho las reivindicaciones inmediatas más sentidas del pueblo colombiano.

Tal es el camino que sirve a la preparación de las masas de obreros y campesinos para enfrentar en un futuro que ojalá no sea lejano, las luchas decisivas por abolir para siempre la explotación capitalista y la dominación semicolonial imperialista, causantes de todas las desgracias que pesan sobre la sociedad colombiana.

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