In memorian
A Dylan, el joven, el escolar inconcluso.
A Cruz, el luchador precoz,
le acaban de matar,
Asesinándole cuando se encontraba
al pie de los diplomas.
A un instante del trabajo
A un momento de la crianza y del amor.
Fue arrebatado rapazmente
–tan cerca se encontraba ya de todo–.
De sus oros y amaneceres.
En el mes de la alborada.
–De la lucha y el paro–.
Cayo entonando un canto juvenil
digno, justo, rebelde.
¡Tan caro pago su cara a cara
Contra el malvado!
Se fue sin probar triunfos ni fracasos.
Un proyectil
Le impactó en muchos pechos.
Sangro dolor,
Mucho dolor, por su herida.
Exhalando un dolor materno,
¡Ay por los hijos!
Un dolor fraterno,
¡Ay por los hermanos!
¡Un dolor solidario, ay por el pueblo!
Dylan,
¡Aunque fresca está la tinta en tus cuadernos!
Huérfanos de tu lozana figura.
¡Cuánta formula algebraica y física!
Faltas de demostración práctica
¡Cuánto horizonte!
A la espera de tu huella desapercibida.
Te vas y para colmo de la desdicha
Un inmenso y atroz vacío dejas,
En aquellos, en estos,
en los tuyos y en los míos.
Ahora que escribo estos versos,
Me pregunto
¿Con qué cara dar en la oficina?,
–si hay un nudo en la garganta–
¿Cómo ajustarse el overol?
–si la furia chirrea entre dientes–
¿Cómo asistir a clases?
–Si tu silla está vacía–.
Impávidos y pétreos los rostros,
–Todos–
Codeando la avidez de la garganta.
Solicitando a la balanza la revancha.
Entonándonos aún más fuerte tu
Cántico juvenil
Desde allí, saludo enérgicamente lo que nos legas.
La esperanza, no agotada con tu partida
Y desbordada de los muros de tu efímera lucha.
El futuro, resguardado en la cacerola
Expectante de tu mano izquierda.
La victoria, sospechada por la cuchara
Esperando repartirse en todas las casas.
La rabia, sordo rumor siempre latente
Tú le has dado la palabra y se ha levantado.
Dylan, por ti todo.
La luz, la noche,
La lucha
Cruz, por ti nada.
La incertidumbre, la impotencia
El silencio.
Esto apenas acaba de empezar…
Un Camarada
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