Publicamos este importante artículo de los camaradas del Partido Comunista Maoísta – Francia, subido el 24 de abril de 2017 en: http://www.pcmaoiste.org/communique/au-sujet-du-jihadisme/ La Traducción al español es de Revolución Obrera
Acerca del Yihadismo
Partido Comunista Maoísta – Francia
En el Estado francés, en los últimos años, las noticias han girado en torno al terrorismo. Principalmente el terrorismo islamista. Los ataques contra una escuela judía, contra soldados, contra Charlie Hebdo, Hypercasher, Bataclan, Niza, en terrazas de café, etc., han llevado a una reacción muy fuerte en nuestra sociedad. El aspecto principal ha sido el fortalecimiento de la lógica de la guerra imperialista, especialmente en nuestro territorio: el ejército patrulla más en las calles, los allanamientos resultan más frecuentes, el estado de emergencia se ha prolongado una y otra vez, los tribunales están llenos. Los refugiados llegan por miles para sobrevivir a las bombas. La guerra en África y Oriente Medio existía sobre todo en nuestras pantallas: ahora es parte de nuestras vidas.
Por supuesto, tanto el gobierno como la oposición usaron estos hechos para dividir al pueblo, dividir a nuestra clase. Relacionaron el terrorismo y la inmigración, poniendo a los verdugos y las víctimas al mismo nivel, y negando su responsabilidad en esta situación. Justificaron sus prácticas de seguridad pública, y señalaron o designaron a los musulmanes como responsables colectivos. En los medios de comunicación, las posiciones de las franjas más reaccionarias de la sociedad, los fascistas, son cada vez más dominantes: vinculan la cuestión del Islam a la violencia, la inseguridad, la guerra, las drogas, la inmigración, el desempleo. Todo está mezclado para preparar las mentes a aceptar la violencia de masas, y estas ideas penetran poco a poco en la gente. El antiterrorismo es principalmente llevado por la clase media, es decir, en términos científicos, los pequeños burgueses, incluyendo la aristocracia obrera. Esta clase social fue particularmente afectada por los ataques de los últimos años. La gran burguesía sabe que está protegida y está principalmente interesada en defender sus intereses económicos en el extranjero: es ella quien detenta el poder. En cuanto al proletariado, está simplemente excluido de la vida política, excepto durante los períodos electorales mediante los cuales las clases dominantes tratan de movilizarlo a las urnas. Cuando el movimiento por «Charlie», el aspecto principal fue el apoyo al Estado imperialista, a su policía, y escarbando un poco más, era una demanda de más represión.
Contra los discursos agresivos sobre el Islam, muchos demócratas sinceros simplemente dicen que los yihadistas son malos musulmanes, que no entienden los textos correctamente o que representan una anomalía. Este argumento no es suficiente para luchar contra la islamofobia, ni contra el yihadismo. Esto no es un análisis científico, y creemos que es necesario ir más allá y estudiar la raíz de estos problemas.
¿Qué es Islamismo, Salafismo, Yihadismo, Daesh…?
El islamismo es la teoría política de que el Islam, es decir, la religión musulmana, debe gobernar la sociedad, que el Estado y sus leyes deben seguir los principios del Corán. Esta posición es minoritaria entre los musulmanes en nuestro Estado.
Entre los islamistas sunitas, el salafismo es una corriente poderosa. Los salafistas quieren volver a la pureza de los primeros días del Islam, los salaf salih, de los que derivan su nombre. Tienen una visión muy reaccionaria del Islam. Sin embargo, la mayoría de los salafistas en Francia se llaman «quietistas», es decir, no tratan de confrontar el Estado laico: consideran que este último desaparecerá por la voluntad de Dios.
Una minoría de salafistas, que viene de la mayoría salafista que son quietistas, son yihadistas. Es decir, para ellos, es necesario luchar contra los incrédulos para restaurar la dignidad a los musulmanes. El deber de los creyentes sería tomar las armas contra el culto de los ídolos, contra el taghut, como por ejemplo la democracia que sustituye al poder de Dios por la del pueblo (algunos fundamentalistas católicos piensan lo mismo). Las dos corrientes del salafismo se tratan como khawaridj, es decir, como desviados. Los yihadistas de hoy se llaman a menudo takfiristas, es decir, personas que consideran a todos sus adversarios como incrédulos que deben ser excomulgados (takfir).
¿Una corriente es correcta y la otra equivocada? Todo es una cuestión de interpretación: aunque la inmensa mayoría de los reclutas de Daesh están muy mal formados, los yihadistas confían en dalil (sura o verso del Corán) para legitimar su acción. El salafismo es una aqida, una creencia religiosa coherente que se basa en textos, referencias históricas y un pensamiento político. Es inútil tratar de desmantelar las creencias de un takfirista confiando en otra aqida más pacífica.
Daesh, oficialmente llamado el Estado Islámico, es una organización creada originalmente en Irak en 2006, cuando partes importantes de la resistencia antiamericana se volvieron al yihadismo. Inicialmente, Daesh estaba vinculado a Al Qaeda. Finalmente, el alumno superó al maestro al declarar primero el califato. El desarrollo de Daesh puede explicarse por razones similares a las que hicieron que Al Qaeda tuviera éxito en los años 80 y 90:
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Por un lado, los imperialistas (principalmente rusos y luego estadounidenses) ocasionaron una fuerte resistencia popular en Afganistán, Irak, Siria, Libia y otros lugares: tomó diferentes formas, incluido el islamismo. Hoy, los yihadistas se presentan falsamente como resistencia al imperialismo para atraer apoyo.
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Durante los levantamientos populares, ya sea en Palestina, Afganistán, Siria o Libia, los imperialistas y sus aliados siempre han permitido que los islamistas se desarrollen. Estos son mejores enemigos que los grupos revolucionarios y seculares, que han sido masacrados tanto por los islamistas como por los imperialistas. A veces los imperialistas incluso apoyaban directamente a los grupos yihadistas cuando servían a sus intereses (contra los soviéticos, contra los kurdos, contra el régimen sirio, contra el FPLP en Palestina…).
Hoy en día, Daesh es una poderosa organización, establecida en muchos países. Tanto es así que la OTAN está trabajando ahora con otros islamistas de Al Qaeda contra ellos, lo cual representa un terrible fracaso político. En realidad hay dos caras de Daesh: el Estado mismo, entre Siria e Irak; y su organización clandestina en otros países.
El papel social de Daesh
En Irak y Cham (el Levante, es decir, principalmente Siria), Daesh está construyendo un Estado real que probablemente no desaparecerá en el corto plazo. Está basado en la ley islámica, la sharia. Es extremadamente reaccionario: masacres de incrédulos (incluidos los yezidis), represión de toda oposición, esclavitud sexual general, atrocidad contra la mujer, guerra permanente, tortura, miseria y ejecuciones públicas. De hecho, el apoyo a Daesh en algunas regiones se debe principalmente a su reputación de defender los intereses sunníes y luchar contra la corrupción. Así, muchos oficiales sirios e iraquíes y líderes tribales se unieron a la organización. Daesh no es el país soñado de la Ummah, de la comunidad musulmana: además, es un Estado reaccionario que baja los salarios, aterroriza a su población y mantiene desigualdades violentas. La realidad está lejos de la ficción alimentada por la propaganda y la situación se agrava en la misma medida que el colapso económico y social de una región devastada por la guerra librada por los imperialistas para dominar la región.
Sin embargo, en el extranjero, el proyecto radical islamista atrae a algunas personas o grupos pequeños. Inicialmente, algunos consideran que los yihadistas son los verdaderos opositores del imperialismo americano o ruso. Otras personas están motivadas por el humanitarismo: las atroces imágenes de la guerra en Siria les instan a ir y ayudar a un pueblo martirizado. Por lo tanto, hay motivos a veces muy legítimos, un deseo de luchar por la justicia, contra los crímenes de guerra, contra el imperialismo. Pero los yihadistas han construido una máquina de propaganda muy efectiva para aprovechar estos sentimientos en su beneficio y poco a poco atraer a las personas más motivadas en sus redes. Una vez que llegas a Cham, es demasiado tarde, tienes que seguir la organización o sufrir las consecuencias. Y la gente dispuesta con todo su corazón a ayudar al pueblo sirio se convierte en sus atormentadores.
¿Cuál es la base de clase de Daesh? Es difícil saber con precisión. Sabemos que entre los numerosos combatientes extranjeros que se unen a él muchos provienen de familias bien educadas. No se trata de personas desesperadas. La organización depende de desertores, veteranos de la yihad internacional (pashtún, chechenos, sauditas y tunecinos en particular) y de algunas poderosas tribus sunitas iraquíes. La pequeña burguesía parece particularmente bien representada. Más allá de la ideología, Daesh funciona así como un contrapeso a los regímenes Ba’athist considerados demasiado seculares y demasiado tolerantes del chiísmo. Es un estado capitalista en construcción, más abiertamente brutal que otros, y nacido de la guerra inter-imperialista en Siria y la desilusión de un levantamiento popular aplastado en sangre.
Las guerras interimperialistas alimentan a menudo movimientos radicales que transforman la violencia de la guerra en impulso político: Daesh no es una excepción. Es un movimiento semi-feudal, idealista y antipopular, que presenta una visión romántica del anticapitalismo debido a su base social, así como su mórbida fascinación por la violencia. Sin embargo, Daesh no representa los intereses de un imperialismo particular: si bien ha sido apoyado por diferentes potencias extranjeras, reclama un proyecto político autónomo, impulsado por una dinámica de retorno a un sistema feudal —un sistema que no puede lograrse— en un mundo totalmente dominado por la economía capitalista. El deseo de regresar al dinar de oro como moneda y apoyarlo en las redes tribales corresponde a este proyecto semi-feudal. Para resumir el Estado que Daesh está tratando de construir representa la reacción total en una forma brutal.
El islamismo radical en Francia y la gestión postcolonial de los suburbios
¿Qué hay de Daesh en Francia? Claramente, el takfirismo es una opinión ultra minoritaria, con un apoyo muy limitado en la población. Su papel social es inexistente y completamente separado de la vida política del país. La mayoría de los yihadistas optan por ocultar y practicar la taqiya, el ocultamiento, es decir, no practican rigurosamente su religión a diario para no despertar sospechas y son completamente marginados en la comunidad musulmana.
Los jóvenes convertidos o las familias musulmanas que se «radicalizan» y responden a la llamada del nuevo califa hacen su hijra, emigran a una tierra prometida e idealizada. Pero, ¿qué impulsa a los jóvenes santos de espíritu que han crecido en Francia a dejar todo para ir a una nueva vida en las fronteras de Siria? ¿Cómo se puede elegir morir como mártir en el otro extremo del mundo? El pensamiento republicano es incapaz de responder a esta pregunta. Porque para responderlo se enfrenta el Estado francés a sus propios demonios, esta pregunta pone la nariz en la mierda.
Los suburbios de Francia son áreas de una oscuridad absoluta, deprimente, con paredes grises y tristes. La policía se comporta como en las colonias, como una fuerza de ocupación. Los representantes elegidos sólo vienen a recoger el apoyo y distribuir boletos a las asociaciones de vecinos y «hermanos mayores». Clientelismo defectuoso, pacificación social más o menos efectiva. La cultura popular sigue ahí bajo el concreto, crece como una planta bajo el asfalto y crece la rabia: una horrible escuela que aprende la sumisión, una administración despectiva que nunca ha digerido la pérdida de las colonias, una policía racista, ninguna salida social… Y Esta situación de pesadilla, construida por el capitalismo francés, no podrá mejorar bajo este sistema económico.
Los vecindarios suburbanos alrededor de metrópolis y pequeñas ciudades también se ven afectados por este fenómeno. La islamofobia rompe los ya débiles lazos sociales en estos lugares, y las perspectivas para el futuro también son cada vez más limitadas para gran parte de la pequeña burguesía. Concretamente, el acceso a la universidad ya no aparece como un medio de reclasificación, de encontrar una posición social estable. Estos cambios producen frustración y enojo.
El Estado lo ha sentido. Confía en tres aliados para evitar la rebelión. Por un lado, despolitizando lo más posible las ciudades, lo que fue facilitado por el colapso de las organizaciones obreras. Además, permitiendo que las redes mafiosas se desarrollen: nada mejor que las lógicas de la pandilla y la cámara para dividir y estratificar al pueblo. Finalmente, organizando una pseudo-burguesía compradora. Es decir, una clase social de personas de estos barrios, pero que comen de manos de la potencia colonial y sirven a sus intereses —como los que apoyaron el colonialismo en el Magreb, África, Asia…
Pero a veces los sueños de inserción pacífica y los fantasmas de Scarface no son suficientes. Algunas personas particularmente desesperadas, confrontadas con el aburrimiento absoluto, la opresión racista y la miseria social que el capitalismo ofrece, buscan lo absoluto. Para aquellos, hombres o mujeres de otros lugares, Daesh propone una nueva salida hacia un país ideal y exótico. Un billete de avión que permitiría a estos galeotes convertirse en caballeros modernos. A menudo, el interés en la teoría yihadista viene más adelante, para justificar esta elección en la palabra de Dios. Huir de la dunya, vida materialista terrenal, también permite apropiarse el ghanima del khufars, es decir, tomar el botín a los infieles: Daesh da una justificación moral a la vida de un bandido en un país en guerra. Es una cruzada 2.0 en el momento de Facebook y Skype donde el cambio de vida parece fácil.
Así, en un libro recientemente publicado por D. Thomson, un yihadista francés que regresó de Siria testificó: «Estábamos aburridos, no había nada que hacer, era rutinario, faltaba un poco de especias. No busqué razones para vivir en el comunismo porque no fue la educación que me dieron, me enseñaron valores religiosos, así que me volví a la religión».
Esta revuelta nihilista, que acepta la muerte de mártir como posibilidad, es causada por la gestión postcolonial en los barrios obreros y suburbios: es la consecuencia directa de la política del imperialismo francés en los barrios populares. Sin una perspectiva política, sin la destrucción de este Estado, de sus lugartenientes compradores, de su policía y sus redes, siempre hará surgir rebeldes de la nada para seguir cualquier tipo de delirio místico, incluido el yihadismo.
Corresponde, pues, a los revolucionarios construir una alternativa política y cultural capaz de resolver los problemas reales que envenenan la vida de las masas, tanto en los suburbios como en los barrios suburbanos y en los pueblos. Esta perspectiva requiere el fortalecimiento de organizaciones de masas y del Partido para permitir el desarrollo de una teoría materialista y dar una perspectiva constructiva a la ira y la frustración. Contra el desierto del capitalismo y la pesadilla yihadista: ¡sólo la rebelión del pueblo es portadora de esperanza!