editorial

¡Redoblar la solidaridad internacionalista con el pueblo palestino!

Tras dos años de la ofensiva sionista genocida contra el pueblo palestino, la Asamblea General de la ONU en Nueva York se vio obligada a debatir sobre el problema y formalmente fue reconocido el Estado palestino por parte de Francia, Reino Unido, Canadá, Australia, Bélgica, Portugal, México y otros países, dando como resultado que de 193 miembros de tal organización manipulada por los principales países imperialistas, ahora son 157 quienes de dientes para afuera reconocen el derecho del pueblo palestino a tener su propio Estado.

Sin embargo, el reconocimiento del Estado palestino es apenas simbólico, porque inmediatamente fue aplaudido el «plan de paz» de 20 puntos presentado por Trump con el aval de Turquía, Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Pakistán e Indonesia. Un plan que los imperialistas rusos y chinos consideraron «posible» y «vieron con buenos ojos» en la medida en que «facilite el fin del derramamiento de sangre».

En realidad, detrás de la diplomacia y las frases de los imperialistas y los gobernantes lacayos, el plan de Trump busca consolidar el dominio estadounidense en Medio Oriente, ofreciendo a Netanyahu una salida para no pasar a la historia como genocida y condenado por la Corte Penal Internacional, y por supuesto, dándole a las clases dominantes árabes y europeas un papel en la supuesta paz y parte de los negocios en la franja de Gaza que ocuparán en nombre de la paz.

La paz que proponen los imperialistas y sus lacayos es el sometimiento pacífico del pueblo palestino a la explotación, el coloniaje, la opresión y el fin de su heroica resistencia.

No otra cosa significa el punto 1: «Gaza será una zona libre de terrorismo y no representará una amenaza para Israel»; que se complementa con el punto 6 «Hamás se compromete a coexistir pacíficamente y a desarmarse»; el punto 18 que promete promover «un diálogo interreligioso para fomentar la tolerancia y la convivencia pacífica entre palestinos e israelíes», y el punto 20, donde «Estados Unidos establecerá un diálogo entre Israel y Palestina para acordar un horizonte político que permita una coexistencia pacífica y próspera».

En el mismo sentido va el punto 13 que excluye a la resistencia palestina de toda actividad política: «Hamas y otras facciones acuerdan no tener ningún papel en el gobierno de Gaza, directa o indirectamente». Que va de la mano con el desarme total, en la medida en que plantea destruir todo su arsenal militar bajo supervisión internacional, y por su supuesto de los negocios con el «programa de recompra de armas y reintegración financiado por donantes externos». Complementado con el punto 14 según el cual los países de la región garantizarán que «la nueva Gaza no represente una amenaza para sus ciudadanos ni vecinos».

Y como si no fuera suficiente tal plan de sometimiento el punto 15 promete que «se desplegará una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF según las siglas en inglés), apoyada por EE.UU. y socios árabes, para entrenar fuerzas policiales palestinas y mantener la seguridad interna y de fronteras, área en la que cooperarán Egipto e Israel».

Igualmente, los negocios detrás del plan son claros desde el punto 2 que promete: «Gaza será reconstruida para beneficio de su pueblo» (léase en beneficio de los imperialistas); complementada con el punto 9, «Gaza será administrada por un comité tecnocrático supervisado por una “Junta de la Paz” internacional presidida por el propio Trump y que incluirá al ex primer ministro británico Tony Blair; donde una supuesta Autoridad Palestina reformada tomará el control posteriormente»; medidas que van acompañadas del punto 10 «se creará un plan de desarrollo económico para Gaza que atraiga inversiones» y del punto 11 «se creará una zona económica especial en Gaza».

Resumiendo, si el pueblo palestino se somete y marchan bien los negocios de los imperialistas «se abrirá la posibilidad de la autodeterminación y la creación del Estado palestino» según reza el punto 19.

Las demás son medidas inmediatas como el cese el fuego, la entrega de rehenes , la liberación de prisioneros y la «libertad» para renunciar a la lucha o salir de la región condensadas en los puntos 3 «Alto el fuego inmediato y repliegue gradual de las fuerzas israelíes para preparar la liberación de rehenes»; 4 «Liberación en 72 horas de todos los rehenes de Hamás, tanto vivos como muertos»; 5. «Israel liberará a 250 presos palestinos condenados a cadena perpetua y 1.700 gazatíes detenidos tras los atentados del 7 de octubre»; rematando con el punto 12 «No habrá desplazamientos forzosos y quienes se vayan voluntariamente tendrán derecho a regresar, aunque se animará a la gente a quedarse y se les ofrecerá la oportunidad de construir una mejor Gaza».

Obviamente, después de aceptar esas medidas el punto 7 plantea que «se enviará toda la ayuda humanitaria necesaria para Gaza» realizada y distribuida «sin interferencias y a través de las agencias de Naciones Unidas» según el punto 8 de la propuesta, todo lo anterior, se implementará en las zonas «libres de terrorismo» que Israel haya transferido a la ISF.

Si bien la tregua y la llegada de la ayuda humanitaria es un respiro a la terrible situación del pueblo palestino, y en ese sentido es un acuerdo obligado, no se puede evadir que el plan de Trump respaldado por la mayoría de los países, incluidos países árabes, y aceptada por los imperialistas rusos y chinos son una demostración clara de que el pueblo palestino solo cuenta con la solidaridad del proletariado y los pueblos del mundo. Muestra que los supuestos buenos amigos de los pueblos, los imperialistas de Rusia y China, que recomiendan como aliados los reformistas, también son enemigos de los trabajadores de todos los países.

Y en una situación así, cuando el líder terrorista número uno del mundo Donald Trump vocifera que «la guerra ha terminado», mientras a pesar de la firma de la tregua persiste la masacre de palestinos en la franja de Gaza, en clara violación del alto el fuego por parte del sionismo, cuando incluso a pesar de las evidencias parte de la «autoridad palestina» se arrodilla ante los genocidas y los imperialistas declarando que «ha llegado el momento de la paz duradera»… es claro que los imperialistas y sus lacayos se proponen, no solo aplastar la causa palestina sino además, enviar el mensaje de que se debe desterrar toda idea de revolución y, sobre todo, las aspiraciones de la clase obrera de triunfar sobre sus enemigos e instaurar el socialismo en toda la tierra.

Le corresponde entonces al proletariado asimilar las lecciones y retomar con firmeza la idea de que el olvido de los lazos fraternales y la causa común que hermana a la clase obrera mundial para unificar su lucha en una sola, se traduce en la derrota de sus esfuerzos aislados; de ahí que se hace urgente establecer y estrechar los lazos de solidaridad, así como unificar la lucha mundial, redoblando los esfuerzos tanto de la resistencia del pueblo palestino, como de la clase obrera y los pueblos del mundo, contra el genocidio de nuestro pueblo hermano, contra los preparativos de guerra imperialista por un nuevo reparto del mundo, contra la ofensiva mundial del capitalismo imperialista hacia los trabajadores, en la perspectiva del triunfo de la revolución proletaria mundial.

La situación exige ¡redoblar la solidaridad internacionalista! El proletariado no puede ser cómplice del engaño y la perfidia del plan imperialista para el Medio Oriente y por ello debe movilizarse de manera aún más beligerante y continuar apoyando la heroica resistencia del pueblo palestino.

¡Viva Palestina Libre!
¡Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá!
¡Muerte al fascismo, al sionismo y al capitalismo imperialista!
¡Proletarios y pueblos del mundo, uníos contra el imperialismo!

Comité Ejecutivo – UOC (mlm)

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