
Hoy, el mundo se estremece sacudido por guerras, crisis ambiental, hambruna, desempleo y conflictos que parecen perpetuos. Y nosotras, que sostenemos la mitad del cielo, enfrentamos este mundo que parece inamovible.
Sin embargo, recordamos que el 26 y 27 de agosto de 1910, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, se declaró el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, marcando un hito y un camino hacia la transformación de lo que se creía inmutable para nosotras: la esclavitud asalariada y la esclavitud doméstica.
Desde aquella fecha, las mujeres en el mundo salimos a las calles a luchar por conquistar nuestros derechos. Más ahora cuando nos movilizamos en contra de la violencia hacia nuestros cuerpos, pues con la degradación del imperialismo y sus crisis en los últimos años se ha ido profundizando en forma de misoginia, racismo y distintas formas de violencia que padecemos en el hogar, las calles, los colegios, las universidades y los espacios laborales y contra las que luchamos a diario.
Las movilizaciones de las mujeres en Argentina (2015), Estados Unidos y el Salvador (2017), Palestina y España (2018), Sudán (2019), México (2020), Afganistán (2021), Irán (2022)…, la larga historia de las Mujeres Patronas que acompañan migrantes en Centro América, nos recuerdan que la única vía para cambiar la cuestión de la mujer es la organización y la lucha, que va desde mejorar las condiciones de vida hasta transformar las formas de relacionarnos y vernos los unos a los otros.
Hoy en Colombia, las mujeres seguimos desafiando un sistema que perpetúa la doble explotación, la opresión y los diversos tipos de violencia en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana. A pesar de los avances en la lucha por la igualdad, las mujeres enfrentamos enormes brechas salariales, violencia doméstica, violencia sexual, explotación laboral, condiciones precarias en los puestos de trabajo… Además, el tráfico de mujeres y niñas para la explotación sexual sigue siendo una realidad alarmante, al igual que los feminicidios. El acceso a derechos fundamentales como la educación, la vivienda, la tierra y el empleo digno siguen siendo un privilegio.
Por ello, hacemos un llamado a la unidad y a la organización de las mujeres para luchar por erradicar de raíz todo tipo de explotación, opresión y violencia; para aunar esfuerzos y avanzar en el camino de un mundo libre de opresión; donde podamos ser autónomas y libres de elegir nuestro destino. A seguir luchando por una sociedad justa, donde un nuevo Estado sea responsable de garantizar condiciones de vida dignas para todas, donde el capitalismo imperialista no esté al mando y donde erradiquemos el machismo, el fascismo y la explotación.
«Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres». Rosa Luxemburgo