
El 5 de marzo de 1953 falleció José Stalin, uno de los más destacados personajes del siglo pasado y uno de los grandes dirigentes del proletariado internacional. Su muerte fue saludada por la burguesía y los reaccionarios del mundo, pero llorada por millones de obreros y campesinos en los cinco continentes. Con ese motivo, el poeta chileno Pablo Neruda escribió su Oda a Stalin y de la cual traemos para la ocasión un fragmento que describe algunos rasgos de ese gran hombre:
¡Ser hombres! ¡Es ésta
la ley staliniana!
Ser comunista es difícil.
Hay que aprender a serlo.
Ser hombres comunistas
es aún más difícil,
y hay que aprender de Stalin
su intensidad serena,
su claridad concreta,
su desprecio
al oropel vacío,
a la hueca abstracción editorial.
Él fue directamente
desentrañando el nudo
y mostrando la recta
claridad de la línea,
entrando en los problemas
sin las frases que ocultan
el vacío,
derecho al centro débil
que en nuestra lucha rectificaremos
podando los follajes
y mostrando el designio de los frutos.
Stalin es el mediodía,
la madurez del hombre y de los pueblos.
Solo nombrar a Stalin despierta el odio y el terror en la burguesía decadente, y entre los oportunistas de todos los pelajes. Por ello los verdaderos comunistas recuerdan y enseñan su legado a las legiones que se disponen a barrer el capitalismo imperialista moribundo, a la vez que señalan sus errores para evitarlos en el futuro.
Los ataques a Stalin, característicos de la reacción, del trotskismo y oficializados por el revisionismo jrushchevista en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1956 −la nueva burguesía que tomó el poder en la URSS− fueron refutados por los marxistas leninistas en la gran polémica contra el revisionismo moderno, con un histórico balance del papel del camarada Stalin, que los marxistas-leninistas-maoístas defendemos en la actualidad:
«Los méritos y errores en la vida de Stalin son una realidad objetiva histórica. Comparados sus méritos y sus errores, pesan más los primeros que los últimos. Las acciones principales de su vida son acertadas, y sus errores son de segundo orden. Todo comunista honrado que respete la historia, al hacer el balance de las actividades teóricas y prácticas de Stalin en conjunto, verá primero, sin duda, lo que constituye el aspecto principal de su vida. Por lo tanto, al apreciar, criticar y vencer con acierto los errores de Stalin, debemos salvaguardar el aspecto principal de su vida, y salvaguardar el marxismo-leninismo, que él defendió y desarrolló».
Hoy, en el 72 aniversario del fallecimiento del camarada Stalin, rendimos homenaje a su memoria y renovamos nuestras convicciones para seguir su ejemplo de lucha infatigable contra la reacción y el oportunismo, tratando de hacer nuestra su intensidad serena, su claridad concreta, su desprecio al oropel vacío… como diría el gran Pablo Neruda.