En defensa de la educación pública: desenmascarando las maniobras del Estado burgués

En defensa de la educación pública: desenmascarando las maniobras del Estado burgués 1

Como revolucionarios, es nuestro deber desenmascarar las maniobras viles y descaradas del Estado burgués, ya que estos enemigos del pueblo no descansan en su afán de despojar al pueblo trabajador de sus derechos fundamentales. En su voracidad insaciable pretenden convertir cada conquista social en una mercancía que engorde los bolsillos de unos pocos holgazanes, mientras condenan a la miseria, la ignorancia o la muerte a las mayorías laboriosas.

Esa es la razón por la cual año tras año, los elementos más reaccionarios del Congreso intentan privatizar la educación pública —tal como lo hicieron con la salud—, pues para ellos la educación no es un derecho del pueblo, sino un jugoso negocio para continuar aumentando sus fortunas a costa del bienestar popular.

Desde el Congreso burgués, los defensores de los capitalistas —como María Fernanda Cabal y Paloma Valencia—, no cesan de arremeter contra el magisterio colombiano. Nos quieren hacer creer que los profesores son los únicos responsables de las crisis que aqueja a la educación pública. Y este ataque no es una simple ocurrencia; es parte de un plan macabro y sistemático para destruir lo que queda de la educación pública, para privatizarla y así perpetuar la opresión y superexplotación de nuestra clase.

No nos dejemos engañar por sus mentiras convenientes, ¿acaso no es evidente que el verdadero problema no está en los maestros, sino en el abandono estatal? Hacinamiento en las aulas, desnutrición infantil, escasa financiación y una infraestructura deplorable son los verdaderos verdugos de la educación pública. Mientras los hijos de la burguesía disfrutan de escuelas con pocos estudiantes, bien equipadas y con más recursos, nuestros niños, niñas y jóvenes están condenados a estudiar en condiciones inhumanas, luchando por aprender mientras el Estado opresor y explotador les da la espalda.

Al comparar la educación pública con la privada, los defensores de la privatización hablan de que la diferencia está en los maestros, pero este es un argumento falso, pues ocurre que muchos de los maestros que hoy están en las aulas públicas han salido de las instituciones privadas. Cansados de la superexplotación, la falta de prestaciones sociales y de la inestabilidad laboral propia de la contratación en colegios privados, los docentes de esos mismos colegios participan en los concursos docentes y ganan nombramientos en los colegios y las escuelas públicas, donde esos mismos buenos maestros se enfrentan a una realidad brutal: clases atiborradas con 35, 40, 45 estudiantes, muchos de ellos con hambre, sin material pedagógico, sin acceso a tecnología, sin atención en salud física o mental y con padres superexplotados que no pueden brindarles el apoyo que necesitan en casa. Ante estas condiciones adversas, ¡no hay experiencia, ni especialización, ni maestría, ni doctorado que valga ante semejante desidia del Estado!

Así las cosas, la verdad es clara: ¡el problema no es la calidad de nuestros maestros, sino el desmantelamiento sistemático de la educación pública! que no es casual, sino que es un acto premeditado para justificar la privatización, para que la educación de nuestros hijos sea otro producto que engorda los bolsillos burgueses.

El llamado es entonces a que ¡no permitamos que sigan culpando a los profesores de lo que es, en realidad, el resultado del abandono estatal! Ya es hora de levantarnos como pueblo: los maestros nombrados, los futuros maestros, los provisionales, los súper explotados en colegios de concesión o de cobertura, los padres y madres de familia, los estudiantes, etc., y exigir lo que es nuestro por derecho: una educación pública digna, bien financiada, con infraestructuras adecuadas y materiales pedagógicos que permitan a nuestros hijos desarrollarse plenamente. Por ello es que debemos luchar por menos estudiantes por aula, por alza general de salarios y mejores condiciones de vida para las familias, para que nuestros niños puedan estar bien alimentados, bien cuidados, y en condiciones óptimas para aprender.

No nos dejemos engañar por las mentiras de los reaccionarios, la calidad de la educación no mejorará mientras le sigamos permitiendo al Estado burgués hacinar estudiantes, desfinanciar instituciones educativas o entregarlas al lucro privado. Debemos organizarnos, movilizarnos y luchar en las calles porque el futuro de nuestros hijos y de nuestra clase está en juego.

Luchamos hoy por una educación pública que sirva al pueblo y no a los intereses de la burguesía. ¡Luchamos por un futuro donde la educación sea un derecho inalienable, accesible para todos y todas, y no una mercancía más en las garras del capital!

Comparte

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbase a Nuestro Boletín