Retos del Movimiento Campesino y los Pueblos Indígenas y Afro en el Cauca

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La agroindustria de la caña de azúcar – Cauca

Desde la década del 70 hasta el 2000 el movimiento campesino desarrolló en la región suroccidental del país una lucha muy grande por la tierra; se enfrentó a sus enemigos de clase, los terratenientes que habían monopolizado la tierra empleando diversas estrategias como la violencia, el desplazamiento forzado, la desaparición selectiva, la amenaza, la masacre colectiva, la persecución permanente a las comunidades rurales, el hostigamiento, la ocupación y el control territorial armado.

En medio de toda esta violencia el campesinado se fue organizando para enfrentar a su enemigo de clase, enfrentándolo directamente con la toma de la tierra y en muchos municipios se recuperaron predios que fueron distribuidos en la comunidades rurales; todo este proceso de levantamiento campesino, indígena y afro, obligó al INCORA luego al INCODER a legalizar la toma de la tierra, pagándole el Estado a los terratenientes; la lucha por la tierra llevó a los terratenientes a vender sus haciendas a empresas como los ingenios del Valle del Cauca, a la multinacional Cartón de Colombia, a grandes reforestadoras, o empresas agroindustriales como las arroceras y otras.

Hoy los retos de las comunidades rurales es otro; ayer se enfrentó al terrateniente hoy las comunidades rurales no se enfrentan a terratenientes individuales, hoy la lucha por la tierra conlleva a enfrentarse a otros enemigos más poderosos, con poder económico, político y militar como las multinacionales, los grandes capitalistas agroindustriales del azúcar organizados a través de los ingenios, que producen caña para la transformación industrial y producción del azúcar. Empresas que monopolizan entre el Valle del Cauca y el norte del Cauca alrededor de 280.000 hectáreas. Eliminando en este territorio totalmente la economía campesina, la economía propia de las comunidades afros y de los pueblos indígenas.

EI monocultivo de la caña extinguió los saberes, la cultura y las costumbres en la producción; a nivel ambiental extinguió las especies florísticas y faunísticas destruyendo totalmente el paisaje, extinguió la diversidad de cultivos tradicionales en la producción agrícola para la vida.

Los agroindustriales del azúcar aprendieron rápidamente todos los llamados sistemas neoliberales para la contratación transmitidos por Cartón de Colombia, traídos de la experiencia de Chile, heredados de un fascista como Pinochet: contratos miserables, a destajo, por terceros, sin contratación directa y en muchos casos sin pensión, salud ni seguridad industrial.

Más adelante los agroindustriales del azúcar no se quedaron únicamente con esos sistemas de contratación para aplicárselos a los corteros de caña, sino que armaron una comisión para ir a la Costa Atlántica y al Magdalena Medio con el fin de relacionarse con Carlos Castaño para traer a los paramilitares, conformando el grupo Calima de las Autodefensas que sembró el terror en toda la región suroccidental, desarrollando la violencia, las masacres y los asesinatos selectivos. Muerte y terror que el grupo Calima desarrolló financiado y patrocinado por todos los cañeros del Valle del Cauca, quienes todavía no pagan por sus horrendos asesinatos y masacres convirtiéndose en los mayores criminales de guerra en toda la región suroccidental.

Hoy los cañeros a través del embalse Salvajina han privatizado totalmente el río Cauca colocando a la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca – CVC y a la Corporación Autónoma Regional del Cauca – CRC a cobrarles a las comunidades el impuesto por el uso del agua; y el río Cauca, que ha sido patrimonio del pueblo colombiano, va quedando como patrimonio privado de los ingenios de caña. Ellos utilizan este río como todos sus afluentes para colocarlos a servicio de sus plantaciones, despojando del derecho de uso del agua que tenían las comunidades del Valle del Cauca y las comunidades del norte del Cauca.

Si avanzamos al sur, encontramos la multinacional maderera Smurfit Cartón de Colombia que monopoliza más de 24.000 hectáreas de tierra en la producción de bosque de pino para producir madera, la materia prima de la producción de papel y de otros derivados como cartón o diversos aglomerados de madera.

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Cultivo de madera en el Cauca

Toda la mano de obra que ocupa la multinacional Cartón de Colombia para la siembra, manejo de los cultivos del bosque de pino, aprovechamiento y transporte de la madera, está contratada a destajo por medio de empresas intermediarias; es decir, todos los obreros están tercerizados, nadie tiene derechos laborales o contrato laboral, cada obrero se coloca el salario; para que el trabajador pueda sacar un salario tiene que trabajar más de la cuenta, es decir vive y trabaja en condiciones de la nueva esclavitud del gran capital financiero.

Los cultivos de pino de la multinacional maderera Smurfit Cartón de Colombia acabó con el bosque nativo, exterminó la diversidad del paisaje, debilito enormemente la biodiversidad faunística y florística, en toda el área de sus cultivos, extinguió los cultivos tradicionales de los campesinos, afros y pueblos indígenas, destruyó el sistema tradicional de producción de alimentos de las comunidades rurales, desplazó a los campesinos, a los indígenas, a los afros, de su territorio y tierra.

Como los pinos son especies para producción de madera consumen mucha agua, que a través de su sistema de raíces profundas, compiten por el agua de la zona, afectando los caudales de los nacimientos, quebradas y ríos.

Según la Federación Nacional de Cafeteros, en las regiones centro, norte, sur y oriente del departamento, encontramos familias campesinas, afros e indígenas productoras de café en minifundio; son aproximadamente 94.000 hectáreas para 95.000 familias con un promedio de menos de una hectárea por familia. Esta producción está dirigida por la Federación Nacional de Cafeteros y a la vez esta depende de la orientación técnica y política de la multinacional Nestlé, la compañía que dirige la producción de café en el mundo, imponiendo paquetes tecnológicos según sus intereses económicos, y es a la vez quien fija los precios del café.

La Federación Nacional de Cafeteros, aplicando la política de la multinacional Nestlé, ha impulsado un paquete tecnológico que consiste en acabar con todo el sistema tradicional de producción de café arrasando con las parcelas tradicionales campesinas, afros e indígenas que producían el café en medio de un bosque nativo, el cual le daba una mayor calidad a este producto; el bosque tradicional fue extinguido totalmente con las variedades de café Castilla, Colombia, Caturra, Típica, Borbón y Tabí, produciendo un crimen ambiental ya que todo el bosque diverso fue destruido, convertido en madera para leña, acabando muchas especies faunísticas y florísticas, trayendo graves consecuencias a nivel ambiental y en la calidad del café.

El reto de las familias campesinas afros e indígenas productoras de café, es enfrentar una multinacional que permanentemente cambia el paquete tecnológico según sus intereses económicos; este paquete, como toda la política del café en el mundo, ha traído para las familias productoras inestabilidad en los precios y una crisis permanente sin ninguna solución, puesto que los pequeños productores producen a pérdida.

Con antecedentes muy desfavorables que tiene un gremio como la Federación Nacional de Cafeteros, que no está en manos de los pequeños productores sino de los grandes productores de café, dirigidos por una multinacional como Nestlé, se ha impuesto un sistema de producción que convierte en esclavos a los pequeños productores.

Pero las comunidades rurales en el suroccidente colombiano no solamente enfrentan estas multinacionales a que nos hemos referido; tienen que enfrentar otra multinacional como es la multinacional del narcotráfico, que desde que legalizó sus capitales en los diversos lavaderos de activos como Londres, Panamá, Nueva York o Suiza se convirtió en otra multinacional que cumple con los roles que le da el imperialismo y el gran poder del capital financiero en el mundo.

Hoy en el suroccidente como en muchas zonas de Colombia, un área inmensa del territorio está tomada por el narcotráfico.

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Cultivo de Marihuna – Cauca

En todo el área territorial que domina el narcotráfico, esta nueva multinacional controla el territorio por medio de las armas con ejércitos formados por paramilitares, o por bandas militares que se hacen pasar como fuerzas guerrilleras, que en realidad son fuerzas armadas al servicio del narcotráfico para el control del territorio, las que le brindan la seguridad a los cultivos de coca, a las cocinas donde se transforma la base de coca y a las rutas por dónde sacan o mueven la droga para su comercialización.

Alrededor del narcotráfico conviven diversas bandas armadas que compiten el control del territorio, para ellos colocar el famoso “impuesto del gramaje” desarrollando una guerra muy fuerte, porque quien domina el territorio militarmente impone el impuesto del gramaje, y todos los demás impuestos que tienen que pagar las comunidades rurales, como el impuesto al kilo de coca, el impuesto a la arroba de hoja de coca, a la arroba de café, el impuesto a la vaca o a cualquier animal que produzca el campesino en la zona, el impuesto al raspachín, a la tienda, a los pequeños negocios, y hasta el impuesto por vivir en las casas. Las comunidades no pueden moverse libres en su territorio, las comunidades son controladas al salir y al entrar al territorio, cada habitante tiene que portar un carnet de cada grupo armado, todos los problemas se solucionan por la vía de la fuerza de las armas.

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Cultivo de coca – Cauca

Las comunidades no tienen autonomía para producir y comercializar sus productos; no tienen autonomía para tratar sus problemas y darles solución. No tienen autonomía para organizarse con libertad. Las disputas territoriales promueven la zozobra de las comunidades que no pueden trabajar en paz, y un gran número de habitantes son asesinados por orden de los comandantes de las bandas, otros son amenazados o desplazados, y tienen que desterrarse de los territorios dejando sus pertenencias.

En el área de control del narcotráfico y de todas las bandas, las comunidades rurales perdieron su sistema de producción; no se producen alimentos y la mayoría de productos para la alimentación se producen en otras zonas; en la zona se produce fundamentalmente coca, marihuana o amapola.

Las costumbres en la producción se perdieron imponiéndose en el área las costumbres del narcotráfico; la cultura de las comunidades rurales está en extinción, se perdió el tejido social y hasta sus diversas formas de organización.

Los campesinos que mantienen su producción o su cultura cada día están en minoría, la tendencia es extinguirse la cultura campesina, afro e indígena, y la subcultura del narcotráfico se está imponiendo y desarrollando.

Para liberarse las comunidades rurales en estos territorios, se requiere de profundos levantamientos sociales y políticos que se propongan como metas liberar el territorio y reconstruir su sistema productivo, su libertad y autonomía a todos los niveles; reconstruir el sistema organizativo y la movilidad de las comunidades donde las comunidades sean capaces de construir poder popular para reconstruir su vida destrozada por el narcotráfico y todas estas bandas armadas que están al servicio de la mafia.

En alianza con el narcotráfico opera otra fuerza económica y militar como es la fuerza de la minería legal e ilegal, que también controla militarmente amplios territorios en la región suroccidental. Esta fuerza como las demás ha destruido el sistema de producción de las comunidades rurales, ha destruido la cultura, las costumbres, los saberes y el conocimiento de las comunidades.

La minería legal o ilegal como el narcotráfico, ha destruido el concepto del trabajo que es el que produce riqueza, imponiendo en las comunidades el enriquecimiento “fácil y rápido”, que la subcultura de la minería y del narcotráfico ha impuesto con la violencia y la fuerza de las armas militarizando la vida de las comunidades campesinas, indígenas y afros.

Los cambios económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales de la región del suroccidente son grandes, ya no vivimos las condiciones de la época del setenta; el desarrollo del capitalismo ha traído a la región otros retos y luchas; los enemigos de las comunidades rurales no son los mismos, vivimos la época donde domina el capital financiero en alianza con los terratenientes, siendo predominante el gran capital financiero internacional. Esta es la época donde las multinacionales imperialistas arremeten para saquear los recursos al máximo de los territorios de los pueblos.

Esta es la época donde exige que las comunidades rurales coordinen al máximo sus luchas y se unan como una sola para enfrentar la arremetida del imperialismo, que invade con el objetivo de vaciar la riqueza de los territorios de los pueblos del mundo.

Los retos del movimiento de todas las comunidades rurales son mucho más grande que ayer; hoy enfrentan en los territorios al imperialismo con todo el poder económico, político militar e ideológico; el imperialismo con sus multinacionales coloca en primera línea la disputa de los recursos minerales, del petróleo, de la tierra fértil, del agua, del bosque, de la biodiversidad, del oxígeno, de la cultura y del conocimiento de los pueblos.

El imperialismo como fuerza invasora está más experimentada; tiene más experiencia para masacras a los pueblos, pero los pueblos del mundo cuentan con su fuerza indestructible, cuando los pueblos son conscientes que para construir la libertad, la autonomía, el poder de decisión, la autodeterminación, la independencia, la soberanía… se requiere de unidad, de organización, movilidad social y política que es la fuerza indestructible de los pueblos.

Por esta razón las comunidades rurales deben ser inmensamente conscientes que la lucha de los pobres del campo no se puede desarrollar sin la alianza con los pobres de la ciudad; es decir, no se pueden derrotar los enemigos de clase como el imperialismo con sus aliados, como son los burgueses y los terratenientes colombianos, sin una verdadera alianza obrera, campesina, indígena, afro y popular contra el imperialismo, enemigo número uno de todos los pueblos del mundo.

El reto está en hacer grandes esfuerzos por construir esta alianza que produzca como resultado un gran frente anti imperialista y anti capitalista con la participación en la lucha de la mayoría de los sectores sociales del pueblo colombiano.

La alianza obrero campesina, indígena afro y popular, es esencial para la conquista del poder, pero es vital en la construcción de una nueva sociedad, en la construcción de la sociedad socialista.

La toma del poder, la destrucción revolucionaria del Estado burgués, terrateniente y proimperialista y la construcción del nuevo Estado, no se puede realizar sin la alianza de los pobres del campo con los pobres de la ciudad, y menos se puede construir la sociedad socialista.

Lo cimientos, la columna vertebral de la sociedad socialista es la alianza obrero campesina, indígena, afro y popular dirigida por un verdadero Partido Comunista.

Camarada Miguel H.
Abril del 2024

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