Más de la mitad de mi vida al servicio de la Revolución

Más de la mitad de mi vida al servicio de la Revolución 1

Escribir estas líneas no estaba dentro de mis planes inmediatos, o más bien dentro de aquellas tareas que mi colectivo me asigna, como granitos de arena para contribuir en esta montaña que venimos construyendo por más de 150 años los comunistas, y que tiene por objetivo final enterrar la sociedad dividida en clases para algún día heredarle a la humanidad, el nuevo mundo que se merecen todos nuestros laboriosos pueblos.

Lo que hoy escribo y quiero compartir con los lectores de nuestro portal Revolución Obrera, viene a raíz de dos comentarios que llegaron a nuestra organización con motivo del artículo titulado ¿Por qué no crecemos? El más corto de ellos, fue el propulsor de mis palabras hacia ustedes y quizás, por qué no, hacia ti directamente “Camilo”, quien escribiste lo siguiente: «La mitad de mi vida he estado con ustedes, tampoco he visto el crecimiento. Tal vez el nivel de consciencia no sea suficiente para comprenderlo, pero vivir una vida entera de sacrificio sin ver resultados, es frustrante a nivel de individuo».

Poco escribo sobre mi vida militante, pero hoy sentí esa necesidad, y lo hago porque al igual que Camilo llevo, no solo la mitad, sino casi toda mi vida en estas trincheras de los comunistas, bregando cada día por contribuir a que sea menor el tiempo en que podamos darle el puntillazo final a este oprobioso mundo burgués que condena a millones, todos los días a este infierno de la explotación, la muerte, el hambre, las desigualdades y toda la putrefacción, criminal y cruel realidad contra los sacrificados pueblos que lo dan todo y que a cambio reciben migajas.

Hoy, según mi cédula, ya soy de los viejos de la revolución, pero he procurado mantener mi mente y mi actitud con la energía de aquel joven que a los 17 años emprendió la búsqueda de la luz que le iluminara en el camino hacia la manera de cambiar este mundo; porque fue esa la primera decisión que tomé, aún sin haber terminado mi bachillerato, y perder a mi hermana quien también entregó su vida por la noble causa de la revolución. Su temprana muerte a manos de las balas asesinas del gobierno, no lo niego, fue un furgón que me impulsó a emprender esa búsqueda del camino y por lo cual en su epitafio quedó: “un paso más, hacia un mundo mejor”.

La decisión estaba tomada, pero hasta ahí, solo era una pasión de la cabeza, mis primeras búsquedas de la política, las encontré en un arduo trabajo en el movimiento estudiantil de la época, que lideramos con un puñado de amigos. Con la lectura de mis primeros libros, Las Venas Abiertas de América Latina y Diario de un Guerrillero, luego vinieron los coqueteos sobre todo del M-19 y del ELN quienes tocaron las puertas con mucha emotividad por mi hambre de política revolucionaria; así fue hasta cuando uno de esos días de tertulia política me topé con alguien que me increpó de manera cariñosa pero fuerte y contundente: «crees que sabes mucho de política, solo quiero una respuesta para saber qué tanto sabes… ¿has leído sobre quiénes eras los bolcheviques?» Ah tamaña corchada que me pegó aquel personaje del cual -con perdón- no recuerdo su nombre.

Pero esa palabra bolchevique, nos llevó a un grupo de jóvenes a nuestro primer encuentro con la revolución rusa y conocer un poco más sobre esta épica y aleccionadora experiencia, que junto con el estudio, y debate con amigos del M-19, del ELN y algunos pocos que parecían ser de las FARC, combinábamos con el trabajo de terreno entre el movimiento estudiantil.

El estudio de la historia nacional e internacional, de la filosofía y sus corrientes, la fundamentación en el marxismo con todos sus componentes, que luego sabríamos que se llamarían las 3 fuentes y 3 partes integrantes, me acompaño desde esas épocas para comprender con mucha más claridad el acontecer nacional e internacional y para hacer una mejor valoración crítica de tantas propuestas de organizaciones políticas que han existido, varias de ellas con pocos años de duración pero intenso y sacrificado trabajo, llamados en el trajinar del trabajo de masas como trabajo “político-militar”; todos con el sincero sueño de hacer avanzar la revolución.

Mi corto pero agradable trabajo en el campo del arte callejero y al servicio del pueblo, fue otro ingrediente que me permitió compenetrarme con algunos sectores de la población y que hoy recuerdo y agradezco por tan maravillosa experiencia, pues además de tanto trabajo satisfactorio y descubrir cuan poderosas son las masas cuando se logra compenetrarse con ellas, fue en medio de ese trabajo donde conocí a aquella mujer que desde la danza contribuía con esa común labor, mujer que desde entonces ha sido mi compañera, confidente y cómplice en estas décadas de trabajo revolucionario.

«La libertad no consiste en una soñada independencia respecto de las leyes naturales, sino en el reconocimiento de esas leyes y en la posibilidad, así dada, de hacerlas obrar según un plan para determinados fines. Esto vale tanto respecto de las leyes de la naturaleza externa cuanto respecto de aquellas que regulan el ser somático y espiritual del hombre mismo: dos clases de leyes que podemos separar a lo sumo en la representación, no en la realidad».

Así dice Engels en una parte del Anti-Dühring; y para mi esa libertad la encontré desde cuando comprendí que mi necesidad y realización máxima individual, está íntimamente ligada y determinada por la libertad de hacer lo mejor que puedo por la revolución en el momento histórico que me tocó vivir, y en el lugar donde esté en un momento determinado.

Y el haber encontrado en aquella época -en medio de tantas propuestas de organizaciones de izquierda en Colombia- a los amigos y luego camaradas que emprendieron la tarea de la Revista Contradicción en Colombia, del apoyo y adhesión al Movimiento Revolucionario Internacionalista, al trabajo de difusión de la revista internacional Un Mundo Que Ganar, a la Guerra Popular en el Perú, etc., para luego emprender la construcción de la Unión Obrera Comunista (mlm), fue y ha sido sin duda alguna, realizar, vivir y sentir ese concepto tan importante para uno como ser humano de la verdadera realización de “la Libertad”.

Contribuir en la medida de mis posibilidades a la causa de la revolución, me da enorme satisfacción y estarlo haciendo desde la organización que en Colombia, yo considero que tiene el Programa y la Línea correctas, es desde mi punto de vista, la actitud correcta; que si hubiera otra organización que cumpla mejor esos requisitos fundamentales, sin dudarlo la acogería, pero gústenos o no nos guste, no la hay.

Para mí, estar en las filas de la Unión, y eso va para todos los “Camilos”, la UOC (mlm) con todos sus defectos, es la mejor opción de ser consecuentes con la obligación de todo obrero consciente o intelectual revolucionario de disponerse a trabajar organizadamente dónde y de la mejor manera, en el tiempo y el lugar donde le tocó vivir y con todas las energías luchar por mejorarla. Espero jamás tenga que estar huérfano de la organización.

Tantos defectos tiene nuestra organización, cuántos obstáculos tenemos por superar, son tantas las necesidades que demanda la realidad y no pocas veces nuestras fuerzas se sienten débiles y a veces impotentes para resolverlo; pero es el hoy y el ahora en lo que podemos actuar; y si hay algo material que tenemos y sobre lo cual construir en Colombia para el futuro Partido y la Internacional, es este destacamento de Combate.

Rbn

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