Guerra ruso-ucraniana

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Introducción

No es posible hablar del actual conflicto en Ucrania sin hacer referencia a dos hechos históricos ineludibles: el pasado socialista de Rusia y Ucrania y el movimiento del euromaidan con el golpe de Estado de 2013 en Kiev, y la subsecuente política de ruptura de Ucrania hacía Rusia y su acercamiento a «occidente» y su alineamiento a la política militar y objetivos de la OTAN. La comprensión de aquellos dos fenómenos históricos cuyo desarrollo genuino y caótico dentro de la historia universal tienen la trascendencia de configurar el panorama mundial y la geopolítica, centrándose como el foco de atención de todos los países poderosos que embargan sus empeños en sacar la mejor partida en la contienda militar, en vistas a obtener una mejor posición tanto del punto de vista económico, político y militar, que les pueda reportar mayores ventajas en un futuro cercano, como también para una futura contienda armada o una guerra de escala mundial y nuclear.

El marxismo enseña a enfocar multilateralmente la guerra, a considerarla como una forma de hacer política, es la política por otros medios, éste no solo ayuda a comprender el mundo y las tensiones y alianzas entre distintos países, su disputa económica y lucha política, sino que además el marxismo enseña una serie de leyes objetivas a que está sujeta el mismo desarrollo y desenlace de la guerra; es decir, por un lado la dependencia de la marcha y desenlace de la guerra, y los modos de conducción de la misma guerra respecto al estado y la correlación de las fuerzas económicas y político-morales de las partes beligerantes y, por otro lado, la ley de dependencia entre la marcha y desenlace de la guerra, y los modos de conducción y la disposición de las fuerzas propiamente militares con la disponibilidad de dicha fuerza en un momento determinado.

Gracias a dicho método los proletarios contamos con una útil herramienta para interpretar la realidad y «pronosticar» su futuro, de seguro que, con mayor tacto, objetividad y multilateralidad que cualquier analista sesgado por la óptica pro-rusa o pro-OTAN; pero como sabemos, también el marxismo no es solo una herramienta para interpretar la realidad, sino tiene aún más utilidad cuando sirve de guía para orientar las fuerzas sociales de la revolución.

Aunque el Movimiento Comunista Internacional lleva décadas sin levantar cabeza, ya el tema de la guerra ruso-ucraniana ha ocupado terreno en posturas, declaraciones, consignas y debates en todas sus corrientes; tanto desde el ala más derechista del movimiento que enfila sus esfuerzos y política para apoyar las fuerzas pro-rusas, considerándola como una guerra justa y liberadora, como también una parte del movimiento MLM que tiende a apoyar a la burguesía pro-OTAN ucraniana a nombre del legítimo derecho del pueblo ucraniano a defenderse de la «invasión rusa». Son escasos los análisis profundos desde el marxismo de las causas económicas, políticas y los análisis militares serios de los nuevos fenómenos que ha arrojado la guerra ruso-ucraniana, las cuales con base al desarrollo de la robótica (drones) e internet han tenido importantes cambios en comparación con las grandes guerras de las décadas pasadas, como de igual forma los misiles guiados e hipersónicos han configurado la guerra con fenómenos nuevos en las formas de ataque y defensa, los cuales deben ser estudiados a profundidad.

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Tanque ruso destruido durante la Operación Militar Especial

Parte 1 – Antecedentes

Ucrania es conocida por ser país de «tierra negra», es decir, es famoso por poseer una de las tierras más fértiles del mundo; históricamente ha sido un país rico en producción de trigo, y por muchas décadas cuando hizo parte de la Unión Soviética, ambos se desempeñaron como el productor más grande de trigo en el mundo, con cerca de 66.850 toneladas de trigo en 1964, en la actualidad y antes de la guerra ruso-ucraniana, Ucrania llegó a ocupar el 5to lugar en producción de trigo. En la geografía ucraniana, el río Dniper divide al país en dos de norte a sur, y éste ha sido una frontera natural que históricamente ha dividido a pueblos y culturas.

Ucrania cuenta no solo con la represa más grande de Europa –la represa de Kajovka– volada recientemente en una acción de sabotaje, sino también cuenta con la central nuclear más grande de Europa, una herencia de su pasado soviético y de los planes quinquenales dirigidos por Stalin. Todo ello no solo convierte a Ucrania en un lugar con mucho valor estratégico y de vital importancia en el escenario mundial, sino que además goza de una importancia geoestratégica por tener salida al mar Negro y al mar de Azov, así como de ser el puente entre Europa y Rusia.

Históricamente Ucrania fue poblada por una mezcla de pueblos eslavos, quienes a través de los siglos fueron rivales del imperio romano, aprovecharon muchas oportunidades para hacer incursiones armadas en territorios enemigos. Cerca del Siglo IX los pueblos eslavos sufrieron las invasiones vikingas que llevaron a fundar el Rus de Kiev, que adoptó el cristianismo «ortodoxo» cómo religión oficial, con el tiempo llegarían a convertirse en un enclave feudal fuerte que poco a poco perdió su esplendor hasta que fue sepultado por las poderosas invasiones mongolas en el siglo XIII. Los mongoles no dominaron por mucho tiempo, y tras su caída, la suerte de lo que hoy se conoce como Ucrania quedó relegada a la disputa entre varios principados feudales de los cuales ganaría el dominio el principado de Moscú, el antecesor histórico y cultural de lo que hoy es Rusia.

En Ucrania cohabitan varias culturas como la tártara (asentados históricamente en Crimea), rusos asentados en el Donbass, ucranianos y cosacos; este último pueblo se formó por la desintegración de otros pueblos y de grandes poblaciones que huyeron de la esclavitud, pretendiendo volverse siervos. Los cosacos lograron desarrollar una cultura y una sociedad conocida como los cosacos de zaporizhia, que serían finalmente derrotados e integrados al imperio ruso a finales del siglo XVIII. Los rusos a lo largo de la creación del gran imperio zarista iniciaron en todo el territorio bajo su dominio una brutal dominación con la prohibición de las lenguas maternas de los pueblos que subyugaban, acompañado de un proceso de rusificación, borrando el legado cultural de dichos pueblos y educándolos bajo su cultura propia. En el siglo XVIII, Rusia ya dominaba Crimea y dominaba la salida al mar Negro, amenazando con extender sus tentáculos a toda Europa; esta razón fue la que motivó la guerra de Crimea, en dónde Inglaterra, Francia y Turquía le ganaron una disputa diplomática obligando la desmilitarización del Mar Negro a Rusia en el año 1856, la vigencia de dicho tratado duró tan solo unos cuantos años y no logró detener el avance ruso.

Después de la guerra de Crimea, en el año 1861 se dio la abolición de la servidumbre en Rusia, a lo que el gran escritor León Tolstói, quien había combatido en la misma guerra, aseguró: «lo mínimo que podía hacer el Estado para premiar el sacrificio de los campesinos»; una medida destinada no con un fin altruista, sino pensada más en una acción administrativa que permitiera modernizar el Ejército según los estándares occidentales y abrir las puertas al lento pero decidido desarrollo del capitalismo en Rusia.

En el año 1877 Rusia emprende la guerra ruso-turca, con la cual logró extender su influencia por el mar Mediterráneo, «liberando» a los pueblos eslavos de los Balcanes de más de 400 años de dominación turca, es decir, logrando la independencia de Bulgaria y obligando a una repartición de los Balcanes entre Inglaterra y Prusia a expensas de los turcos que perdieron la región.

A inicios del siglo XX se da un proceso de industrialización en toda Rusia, y con ello aparece la clase obrera y sus luchas; con dicho proceso de proletarización el partido bolchevique llegó en corto tiempo a convertirse en un partido de vanguardia y el más avanzado de todos los países europeos; templado en casi dos décadas de lucha y pasando por tres revoluciones, llega a tomar el poder en octubre de 1917, transformando radicalmente la realidad rusa y de casi toda la esfera de su influencia. La gran revolución socialista de octubre fue la que permitió ponerle freno a la carnicería de la primera guerra mundial, en donde Rusia había pagado un alto costo humano y económico. En el desarrollo de la misma guerra el descontento popular tanto en el Ejército como entre las masas rusas supo ser canalizado por los bolcheviques para transformar la guerra reaccionaria en guerra civil, pasando de la revolución de febrero de 1917, a la revolución socialista de octubre. En aquel contexto la burguesía ucraniana vio la oportunidad de liberarse del yugo del zar, y se tomó el poder con la ayuda y favor del imperialismo alemán, con lo cual inicia una guerra civil entre las fuerzas revolucionarias y las fuerzas blancas en el poder. No sería sino hasta 1922 que Ucrania se vería integrada a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas cuando el movimiento nacionalista ucraniano fue derrotado por las fuerzas de la revolución, pasando los burgueses nacionalistas a la clandestinidad.

Con el poder soviético establecido en Ucrania, ocurrieron una serie de cambios que desarrollarían las fuerzas productivas y pondrían al proletariado a la cabeza de aquel proceso. Stalin condujo la industrialización del país y la colectivización del campo, ganándose un odio visceral de las clases expropiadas que no solo asociaban históricamente todo lo malo a la influencia rusa, sino que ahora se les expropiaba y cercenaban sus privilegios de clase. En plena guerra civil la burguesía ucraniana no había tenido problema de aliarse al imperialismo alemán para recibir armas y recursos para combatir a los «rojos» a cambio del trigo de su país; igualmente cometió los peores crímenes en contra de las masas ucranianas, como la expropiación de las propiedades de los campesinos pobres y medios a través de sus bandas paramilitares y militares, asesinato en masa de prisioneros de guerra y ejecuciones masivas de población civil. Dicho odio visceral hacia todo lo relacionado con lo soviético, volvería a renacer bajo los líderes que apoyarían a los nazis en la segunda guerra mundial, una fuerza armada por los nazis y usada como una fuerza que ejecutó el trabajo sucio que no se atrevían a hacer las fuerzas de ocupación. Los reaccionarios ucranianos, cuyo líder fue Stepán Bandera, ejecutarían otra serie de crímenes atroces como el asesinato de comunistas, gitanos, polacos y judíos en masa, asesinato de soldados prisioneros y violaciones y ejecuciones de mujeres que eran entregadas en botín al Ejército alemán. La OUN (Organización de Nacionalistas Ucranianos) que lideraba Bandera contaba con al menos 500 mil hombres, quienes previamente habían sido adiestrados y armados por la Gestapo; su reino de terror duró hasta que fue aplastada la bota fascista por el poder soviético, pero la OUN pasó a la clandestinidad y comenzó a desarrollar una lucha de guerrillas a través del Ejército Insurgente Ucraniano en la región de Volinia hasta mediados de los años 50ta cuando sus destacamentos fueron desarticulados por el poder soviético. En Volinia dicho Ejército realizó matanzas de polacos y en el este de Galitzia llegaron a matar hasta 100.000 civiles. Su brutalidad era bien reconocida por las SS y occidente. En el año 1954 la república socialista de Rusia le cedió Crimea a la república socialista ucraniana en muestra de la hermandad y solidaridad de los pueblos socialistas.

Después del XX congreso del PCUS comienza el viraje y el desmantelamiento del socialismo en todas las repúblicas soviéticas con los revisionistas a la cabeza; la hermandad entre pueblos comienza a cambiarse por un apoyo irrestricto a las necesidades económicas y bélicas de la Rusia socialimperialista; en pocos años surge el desempleo, la inflación y el desabastecimiento de materias primas, problemas erradicados desde los años 30 mediante los planes quinquenales de la época de Stalin, entrando en crisis el sistema soviético, que comenzó a perder influencia en las masas, que se comenzaron a desencantar del «régimen soviético» y los nacionalistas tuvieron un escenario en el cual operar. En el año 1986 ocurre la catástrofe de Chernóbil en Ucrania, catástrofe que marco el ocaso del socialimperialismo ruso. La catástrofe tuvo consecuencias humanitarias y ambientales que aún hoy perduran en la zona de exclusión que permanecerá inhabitada por otras décadas más.

La Perestroika y la caída del muro de Berlín fue consecuencia no solo del relajamiento y el descuido de la vigilancia revolucionaria que conscientemente “olvidaron” los revisionistas soviéticos, la nueva burguesía socialimperialista. Con el tiempo salió a la luz que además fue obra de un plan orquestado con los recursos del magnate George Soros y que contó con su alfil Mijaíl Gorbachov para ayudar en su colapso; Gorbachov renunció a su militancia «comunista» para declararse socialdemócrata, décadas después él mismo confesaría sobre su misión en el desmantelamiento de la URSS: «El objetivo de mi vida fue la aniquilación del comunismo… mi esposa me apoyó plenamente y lo entendió incluso antes que yo […] para lograrlo logré encontrar compañeros de lucha, entre ellos A.N. Yakovlev y Shevardnadze»… «Para lograrlo aproveché mi posición en el Partido y en el país, tuve que sustituir a toda la dirección del PCUS y de la URSS, así como a la dirección de todos los países socialistas de Europa».

Aunque el plan inicial de occidente era acabar con el “comunismo”, es decir, el revisionismo soviético, la reacción mundial aprovecho la oportunidad para hacer una de las campañas propagandísticas más grandes en la historia sobre el fin del comunismo y el advenimiento de la era de la “libertad” y el “fin de la historia”; pero los objetivos de occidente rápidamente pasaron a proseguir su ofensiva para desmembrar a toda Rusia, ya que una Rusia imperialista continuaría siendo una temible enemiga. Así fue que, tras el colapso de la Unión Soviética, ésta perdió una serie de repúblicas satélites, entre ellas se reconoció la independencia de Ucrania.

Desde 1991 los burgueses nacionalistas ucranianos salieron de la clandestinidad y comenzaron a trabajar por alejar aún más a Ucrania de la esfera de influencia rusa y acercarla a occidente. Desovietizar a Ucrania y borrar todo su legado socialista. Poco a poco los pequeños grupos neo-nazis y fascistas comenzaron a organizarse y a ganar influencia. En el año 2010, el presidente saliente de Ucrania, Víktor Yúshchenko, le otorgó el título póstumo de Héroe de Ucrania a Stepán Bandera, lo cual género el rechazo no solo nacional, sino del mismo Parlamento Europeo y de Rusia, los nacionalistas ucranianos, de tendencia neo-nazi y fascista pasaron a formar milicias armadas y a prepararse para el futuro «Euromaidan».

[Continuará]

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