El pasado sábado 3 de julio, el joven Samuel Luiz de 24 años fue asesinado a golpes a la salida de una discoteca en la ciudad de Coruña en España. A Samuel, quien trabajaba en un hogar para personas mayores, lo mató una turba en plena calle después de que le lanzaran improperios y frases de odio referentes a su condición sexual. A la fecha hay 6 sospechosos detenidos por este brutal asesinato.
Desde este Portal Digital, rechazamos este crimen de odio, este crimen homofóbico que lastimosamente no es el único que sufren miles de personas a nivel mundial por pertenecer a la comunidad LGBT+.
No más en España, uno de los países supuestamente “del primer mundo”, “desarrollados”, “culturalmente avanzados” y demás calificativos que tienen los países imperialistas, es común la quema de banderas irisadas, pintas nazis sobre símbolos de dicha comunidad e incluso videos de grupos neonazis incitando abiertamente a la “caza de maricones”. Políticamente esto es avalado de diferentes formas por partidos ultraconservadores como el derechista VOX o los reaccionarios del Partido Popular; por la Iglesia Católica que sólo formalmente acepta a los LGBT+, pero en los hechos, rechaza los matrimonios homosexuales; también por el gobierno de “izquierda” del Partido Socialista Obrero Español – Unidas Podemos, que a la fecha, no ha aprobado ninguna ley de fondo que contribuya a garantizar los derechos y libertades de dicha comunidad.
Este asesinato provocó manifestaciones en más de 70 ciudades de España. En Madrid, por ejemplo, la Policía atacó brutalmente a un grupo de manifestantes -incluidos periodistas que rociaron con gas pimienta- en el barrio de Argüelles. En la Puerta del Sol, centro de Madrid, la manifestación concentró más de 4.000 personas. Algunas de las pancartas y consignas que enarboló el pueblo en medio de las protestas fueron “Samuel hermano, nosotros no olvidamos”, “No pasarán”, “Ninguna agresión sin respuesta”, “Contra los nazis, marikonazos”, “Homofobia y fascismo son los mismo”, “Samuel no ha muerto, lo han asesinado”. Entre lágrimas una amiga de Samuel dijo: “hice todo lo posible para que sobreviviera”, mientras otra afirmó que “nunca” se había imaginado que la última vez que vería a Samuel sería “a través de una videollamada”, en la que escuchó “cómo le arrebataban la vida”.
Ante estos crímenes de odio, ¡unidad y lucha directa! Unidad de los movimientos pro-derechos LGBT+ con el movimiento obrero y revolucionario para convocar y realizar manifestaciones más contundentes y masivas, como lo fueron los históricos disturbios de Stonewall (Nueva York, EEUU) sucedidos a partir del 28 de junio de 1969, en los cuales la comunidad LGBT luchó directamente contra la policía para reivindicar sus derechos, lucha que se conoce como el Día Internacional del Orgullo LGBT y que año a año se conmemora en diversas partes del mundo.
Aunque dicho movimiento sea policlasista (como el femenino o el estudiantil por ejemplo), es evidente que la opresión capitalista es sufrida en un grado mucho mayor por los obreros y semiproletarios del campo que pertenecen a esa comunidad, pues bajo el capitalismo es muy diferente poseer medios de producción con privilegios y ser homosexual, que ser obrero y llevar consigo el yugo que implica ser señalado y discriminado por ser gay o trans, por ejemplo.
Pero principalmente, los abusos cometidos contra los LGBT+ tienen su causa más profunda en la existencia del capitalismo, de la sociedad dividida en clases sociales, que desde su inicio privilegió la dominación de los hombres desplazando al matriarcado, dándoles a estos toda clase de derechos y posiciones de superioridad sobre la mujer. Esa es la razón para que hombres y mujeres cisgénero -personas cuya identidad de género se corresponde con su sexo biológico- respaldadas por todo tipo de instituciones burguesas como su podrido Estado, sus fuerzas armadas, sus partidos políticos, y demás, que en su estrechez y reaccionaria posición, se creen con el derecho de humillar, golpear y asesinar a otras personas que consideran “anormales”, como fue el caso de Samuel.
Por eso es tan importante la unidad del pueblo explotado y oprimido por el capitalismo (como los negros, las mujeres, los indígenas, los LGBT) para luchar como un solo para destruir las clases y las relaciones sociales que genera la propiedad privada sobre los medios de producción, reconociendo, eso sí, las reivindicaciones y necesidades propias de cada sector del pueblo ultrajado por el capital que deben servir, no para dividir el movimiento, sino para unir esfuerzos por destruir el asqueroso reino del capital. Solo así, destruyendo la raíz del problema por medio de la violencia revolucionaria de las masas armadas y movilizadas en todo el mundo en sendas Guerras Populares dirigidas por auténticos Partidos revolucionarios, los oprimidos del mundo podrán vivir en una sociedad diferente bajo la cual no exista este tipo de discriminación ni de violencias por su género u orientación sexual. Solo bajo el Socialismo científico, como antesala del Comunismo, las masas oprimidas y explotadas no tendrán mayores problemas con las diferencias normales que existen en la sociedad (por raza, género, étnia y demás) y no serán discriminadas ni asesinadas por pertenecer o identificarse con una u otra, pues todos serán regidos bajo el principio de “el que no trabaja, no come”, siendo los únicos afectados por esto los imperialistas, los burgueses y terratenientes, parásitos sociales que hoy gobiernan con su dictadura de clase la actual sociedad burguesa.