A Anyeli Alejandra Úsuga de 13 años la mataron en Segovia (Antioquia) el 18 de septiembre, la sepultaron al día siguiente, y el domingo sus asesinos la sacaron de la profundidad de su sepulcro para violar, quemar y golpear su cadáver.
Alexandra Pisanda, líder indígena, fue asesinada el lunes 21 en Mallama (Nariño), mientras un sector de la sociedad se rasgaba las vestiduras porque se derribó la estatua de un conquistador genocida.
También el 21, mientras el pueblo marchaba en las ciudades, fueron masacrados 4 hombres en Mosquera (Nariño), a la vez que sus verdugos se grababan cuando ejecutaban este abominable hecho en medio de los manglares.
El 20 de septiembre ya habían sido asesinadas 7 personas en Buenos Aires (Cauca) vereda Munchique, entre los cuales se encontraba un menor de edad.
Un día antes en el corregimiento de Aguas Claras en Ocaña (Norte de Santander), tres jóvenes fueron asesinados en un estadero.
Y así, van y vienen las masacres en esta fosa común que es el país y en la que el Estado capitalista, hoy gobernado por el uribista régimen mafioso y paramilitar de Duque, ignora por completo. Masacres ordenadas desde las ciudades capitales o grandes haciendas por la burguesía y los terratenientes que se lucran de la producción y distribución de narcóticos, la minería y los cultivos intensivos.
Mujeres y jóvenes son las principales víctimas de la guerra contra el pueblo, en la cual los bandos mafiosos, mineros y agroindustriales se enfrentan por conquistar la ganancia que deja la explotación de las tierras que arrojan una renta extraordinaria por la inversión sucesiva de capital, utilizando para ello tanto las fuerzas militares y paramilitares oficiales, como los ejércitos privados.
El responsable principal de esta matanza, es el Estado de dictadura de los grandes capitalistas y monopolios, y el régimen mafioso que hoy administra los negocios de los ricos.
Mientras se contabilizan las masacres, se lloran los muertos, se responsabilizan a los verdugos intelectuales y materiales en redes sociales y medios de comunicación populares, también se redobla la lucha contra el terrorismo de Estado en las calles, a pesar y contra los señalamientos de los gremios económicos que culpan a las protestas de no permitir la “reactivación de la economía”.
Habrase visto tamaño despropósito reaccionario: ¿Además de masacrar al pueblo quieren silenciarlo? ¡Ni más faltaba!
Por el contrario, ¡Frente al terror estatal que asesina al pueblo en medio de la impunidad de la justicia burguesa, hay que redoblar la denuncia, los bloqueos y la movilización en las calles!
¡Hay que juntar todas las iniciativas y esfuerzos avanzando en la preparación del Paro General Indefinido!
¡Hay que prepararse para construir una sociedad donde las masacres contra el pueblo sean cosa del pasado, donde las armas estén en sus manos y con ellas garantice acabar con las causas de las guerras: la propiedad privada y las clases sociales!
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