Dos asambleas, dos caminos

Avancemos hacia una Asamblea Nacional Popular independiente y revolucionaria

El 14 y 15 de septiembre se celebró en Bogotá la Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad, organizada por el Pacto Histórico, la Coordinadora Nacional para el Cambio, la Minga del Suroccidente, las centrales sindicales, es decir, los sectores políticos y populares gobiernistas. Meses antes, el 13 y 14 de julio en la ciudad de Cali se llevó a cabo la Asamblea Nacional Popular Independiente (ANPI), impulsada por organizaciones obreras, campesinas, populares, juveniles, ambientalistas, de mujeres, entre otros sectores sociales, así como organizaciones políticas independientes y revolucionarias, entre estas, la Unión Obrera Comunista (mlm). Ambas asambleas, que contaron con participación popular, representan dos posiciones de clase distintas y, por tanto, dos caminos diferentes en aras del mejoramiento de las condiciones de vida de la clase obrera y las masas populares.

Desarrollo de las asambleas, el tipo de democracia

Una de las diferencias notables entre ambas asambleas es en cuanto a su desarrollo, al método de discusión y aprobación de los materiales emanados de cada asamblea.

La Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad (ANR, de ahora en adelante), estuvo con un marcado tinte gobiernista e institucional, se asemeja a esos eventos que el gobierno organiza en distintos lugares del país en donde presenta algún acuerdo o balance de ejecución de alguna tarea de su Plan de Gobierno. Incluso contó con la participación del propio presidente Petro. En cambio, en la Asamblea Nacional Popular Independiente (ANPI, de ahora en adelante), su carácter fue bastante popular, no solo porque no contó con ningún apoyo monetario por parte del gobierno, sino por la ausencia de algún funcionario del gobierno, de algún congresista, y porque el papel principal radicó en los delegados de las distintas organizaciones obreras y populares, y no en las «personalidades políticas».

Ambas asambleas fueron desarrolladas en dos días. En el caso de la ANR, se dio inicio con un balance de dos años del gobierno Petro, en realidad, fue la presentación de cuentas por parte de los encargados de algunas instituciones del gobierno. La mesa directiva de esa asamblea ya estaba decidida de antemano por los que habían organizado el evento. Luego de las palabras de los funcionarios del gobierno, congresistas del Pacto Histórico, se dio paso a las discusiones en las mesas temáticas que habían adoptado. Al terminar el trabajo en las respectivas mesas de trabajo, se dio el cierre de la asamblea. La declaración política de la misma ya había sido aprobada de antemano por los organizadores. Al final se presentaron las conclusiones, pero no se votó ninguna propuesta o declaración porque de hecho, la participación ya se había reducido, luego de varias horas de esperar la plenaria.

En cambio, en la ANPI, a pesar de que había algunas organizaciones que realizaron el trabajo de organización del evento, la mesa directiva de la asamblea no fue establecida de antemano, sino que ahí mismo se dio la posibilidad de que fueran los propios asistentes a la asamblea que eligieran los encargados de dirigirla y llevar las actas correspondientes. Y se pasó a la discusión en plenaria del análisis de la situación nacional e internacional, luego el debate se dio en las mesas de trabajo: campesinado, pueblos indígenas y afro, vivienda y territorio; mujer y diversidades sexuales; sindical; juvenil; y ambiental. Al final, la asamblea concluyó con la Plenaria de cierre donde se votaron los diferentes documentos aprobados que recogían las conclusiones de las discusiones[1]. Asimismo, se hizo la elección de un Comité de Dirección encargado de dinamizar y llevar adelante las tareas que quedaron de la asamblea.

Como se puede evidenciar, el método, la democracia en ambas asambleas son diferentes. Sobre esto ya se había publicado un artículo interesante en Revolución Obrera[2].

Dos asambleas, dos caminos 1

Sobre el gobierno

En su Declaración Política, la ANR plantea sus análisis sobre la situación nacional, expone sus objetivos y tareas. Como era de esperarse, en ese documento reafirmaron su apoyo incondicional al gobierno. A pesar de manifestar su apoyo, reconocen en cierta medida que el gobierno debe mejorar en algunas acciones y elementos. Consideran que estas falencias se deben a una «falta de articulación entre el Gobierno Nacional y el Poder Popular» y a su vez, justifican que parte de los errores se debe a que «solo son cuatro años, pero son muchas las injusticias a las que se les debe hacer frente y el tiempo no da espera»[3].

La ANPI por su lado, es crítica frente al gobierno, denuncia, entre otras cosas, la continuidad de la política lacaya del gobierno respecto del imperialismo, especialmente, el yankee: «Que el gobierno mantiene una estrecha colaboración con el imperialismo estadounidense en materia económica, política y militar expresada en la continuidad de los ejercicios militares con la OTAN y el Comando Sur; en los tratados comerciales y de protección de inversiones de Colombia en las fuerzas marítimas combinadas; entre otras»[4].

En cuanto a su análisis de la situación, la ANR establece una distinción entre el gobierno, que, según ellos, «transforma y mejora progresivamente las condiciones materiales de la vida de la gente de todo el país», y las clases dominantes o «fuerzas tradicionales y reaccionarias» que se oponen al gobierno y se resisten a los supuestos cambios que está realizando. Plantean que las falencias del gobierno radican en las «anacrónicas burocracias de las instituciones del Estado», en «una institucionalidad endeudada y con graves problemas de corrupción», etc., es decir, el problema no es de voluntad política del gobierno, tampoco de los límites propios del reformismo, sino que está actuando desde unas instituciones con problemas, corruptas, con funcionarios derechistas, aunado a las acciones desestabilizadoras de la derecha.

En el caso de la ANPI, ellos también reconocen que las clases dominantes se oponen a cualquier intento de cambio, de mejorar la situación de los explotados y oprimidos del país, pero, a diferencia de la ANR reconocen que un acuerdo con estas clases lejos de avanzar en la lucha se retrocede:

«Tenemos claro que las clases explotadoras y los imperialistas son los responsables de la situación de miseria, guerra y depredación de la riqueza natural del país. Que son los enemigos del pueblo, por cuanto NO están dispuestos a conceder mejoras que beneficien realmente a los trabajadores del campo y de la ciudad; y que cualquier acuerdo con los de arriba, conlleva mayores beneficios para ellos y migajas o desmejoras para el pueblo»[5].

A diferencia de la asamblea gobiernista, la ANPI no solo reconoce el carácter de clase del Estado, sino que es consecuente al ver que es imposible poner esa maquina al servicio de los intereses populares. «Mientras las clases explotadoras y el imperialismo mantengan el poder económico y la dominación política e ideológica, cualquier gobierno quiera o no, estará a su servicio»[6]. Por tanto, es cierto que el Estado y sus instituciones son podridas y que sirven a los intereses de las clases dominantes, lo que demuestra con mayor razón que los cambios radicales que necesita el país no podrán obtenerse desde esas instituciones, que estas no pueden transformarse y ponerse al servicio del pueblo trabajador, el golpe de realidad que han recibido la izquierda reformista sobre el carácter del Estado y sobre sus instituciones, refleja los límites de su estrategia política de cooptarlas y ponerlas a andar para sus fines, porque como ellos mismos señalan es «un aparato jurídico-institucional inerte y diseñado para favorecer intereses corporativos, empresariales y de clases privilegiadas».

Diferentes tareas

La ANR, al igual que manifiesta su respaldo al gobierno, deciden respaldar las reformas impulsadas por este (pensional, laboral, de salud, financiación de la educación, entre otras), así como el proyecto de presupuesto general y la ley de financiamiento, las negociaciones de paz con los grupos armados.

Para la ANPI, los objetivos de la lucha no pueden reducirse a la política del gobierno, a su Plan de Gobierno. Partiendo de reconocer que ni siquiera ha cumplido con las reivindicaciones populares: «Que las reivindicaciones del pueblo colombiano, por las cuales se levantó en el 2001, no han sido resueltas y sus condiciones de vida siguen deteriorándose»[7]. Asimismo, se considera que hay que recoger las demás reivindicaciones populares no contempladas u olvidadas por el gobierno, por ejemplo, «exigir la liberación inmediata de los presos por luchar y la terminación de todos los procesos judiciales o montajes judiciales en su contra»[8].

En cuanto a las tareas, desde la ANR se llama a la unidad para crear un «Frente Amplio Social y Político», con miras a las elecciones del 2026, con el fin de «ganar y profundizar las reformas y los cambios que el pueblo necesita». Como parte de esa tarea proponen como labor organizativa la de conformar «Coordinadoras por el Cambio» por municipio y departamento, que tienen por objetivo defender el programa del gobierno y sus reformas, y lograr una mayor movilización en pro de ese objetivo, así como contribuir en el proceso electoral de 2026.

En otras palabras, la asamblea para los sectores del gobierno fue concebida como una mera reunión entre gobierno y sectores populares, no piensan darle continuidad, sino que se proponen conformar las llamadas coordinadoras por el cambio, es decir, comités electorales. En cambio, la ANPI plantea que hay que fortalecer la organización independiente del pueblo trabajador, que se concreta en el fortalecimiento de las Asambleas Populares: «Son las Asambleas Populares Independientes, la forma de organización que nos permitirá estar preparados para enfrentar las fuerzas oscuras de la reacción y para ejercer el poder real, sometiendo a los explotadores y llevando a cabo nosotros mismos, sin tutela extranjera, los sueños de bienestar y dignidad para todo el pueblo»[9]. Estas no son de carácter coyuntural para realizarlas cada tanto, sino que la asamblea debe fortalecerse en cada ciudad mediante comités impulsores de asamblea, encargados de recoger las reivindicaciones particulares de cada sector y región, e impulsar asambleas populares independientes en distintos niveles y sectores. El poder popular radica en la Asamblea Popular, no en el gobierno.

Asimismo, la lucha no tiene como fin la obtención de las mayorías en el congreso o lograr otro periodo presidencial, sino que la ANPI recalca que es mediante la lucha independiente el camino a seguir. «Que la forma de conquistarlas es con la lucha directa de las masas en las calles y no esperando que sea por medio del Estado o institucionalidad de los ricos»[10].

Carácter de clase de las dos asambleas

Aunque ambas asambleas hayan contado con participación obrera y popular, su carácter de clase es diferente. Son dos asambleas, pero que reflejan dos posiciones sociales distintas: la Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad, refleja las posiciones de la pequeña burguesía democrática; en cambio, la Asamblea Nacional Popular Independiente, expresa las posiciones de la clase obrera revolucionaria. Igualmente, se manifiestan dos caminos diferentes: el camino de la conciliación de clases y el reformismo, y el camino de la lucha de clases y la lucha directa.

Una de las características de la pequeña burguesía es su ambivalencia entre los cambios radicales y la permanencia de lo existente, entre el futuro y el pasado. Al estar en medio entre una lucha descarnada entre dos clases sociales (la burguesía y el proletariado), la pequeña burguesía se mueve de un lado a otro, por eso es que hace críticas al capitalismo, se opone a la arbitrariedad política burguesa, denuncia la situación de miseria del pueblo, pero, cuando la lucha avanza, cuando las contradicciones se agudizan, la pequeña burguesía llama a la calma, al cambio «pacífico y democrático», a las mesas de diálogo, a la conciliación nacional; porque sus objetivos no van en superar el sistema capitalista, solo reformarlo, no busca eliminar los antagonismos sociales, sino apaciguarlos.

En la ANR se puede apreciar la actitud típica de la pequeña burguesía democrática de izquierda. En la Declaración Política ya mencionada, nos dicen que «desde la lucha de clases y con los territorios y sus diferentes expresiones populares» se debe «radicalizar la lucha de la mano del movimiento social y popular»,  el cual tiene como fin «un gran acuerdo nacional de orientación popular», es decir, «construir los acuerdos con las clases oligárquicas sobre esa base» y «lograr un ACUERDO NACIONAL que garantice para todos los sectores de la sociedad la participación política y económica que nos encamine en un proyecto de país del cambio y la esperanza para todos y todas». En otras palabras, ¡llaman a radicalizar la lucha para terminar conciliando con las clases dominantes!

La ANPI denuncia esa política de conciliación de clases del gobierno y sus sectores afines, nos dicen: «la política de colaboración de clases promovida por el gobierno no es el camino para conquistar las reivindicaciones del pueblo colombiano, y, por el contrario, profundiza la explotación y opresión de las masas». En cambio, invita a las masas populares a abrazar la independencia política, ideológica y organizativa con relación a las clases dominantes, y en cuanto a la unidad plantea que «la unidad es con el pueblo trabajador, no puede ser con sus enemigos»[11].

A pesar de sus declaraciones de lucha por parte de la ANR, sus posiciones terminan en últimas en reformar el podrido Estado capitalista y que el pueblo trabajador fortalezca su confianza y sus ilusiones de cambio en este, por ejemplo, proponen que el gobierno debe ajustar la gobernanza con el fin de «estabilizar el ejercicio de gobierno y sus instituciones para construir la confianza en la sociedad». Otra vez la típica posición pequeñoburguesa de pretender mejorar las podridas instituciones del Estado capitalista.

Mientras que la ANPI ha sido clara en su posición respecto del camino que el pueblo colombiano debe seguir: «No queda otra que tomar el camino de la lucha directa en las calles para conquistar el cambio real. Ese fue precisamente el legado del Paro Cívico de 1977 y el Estallido social de 2021, así es como históricamente los trabajadores hemos conquistado nuestras reivindicaciones»[12].

El actual momento político exige a los obreros conscientes y a todo el pueblo rebelde a definirse frente a estos dos caminos. O se continua por la vía de la conciliación de clases, del reformismo y de las derrotas. O se elige transitar por el rojo sendero de la lucha de clases, de la lucha revolucionaria y de la consecución de los objetivos populares.

León
Vocero de la UOC (mlm)

[1] Comunicado de la Asamblea Nacional Popular Independiente. 20 de julio de 2024.

[2] https://revolucionobrera.com/actualidad/democracia-directa-asambleas-populares/

[3] Declaración Política de la Asamblea Nacional y Popular por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad. https://partido-up.org/declaracion-politica-de-la-asamblea-nacional-y-popular-por-las-reformas-sociales-la-paz-y-la-unidad/

[4] Asamblea Nacional Popular Independiente. Resolución sobre la Situación nacional. 14 de julio de 2024.

[5] Comité de Dirección de la ANPI. A la Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad. 14 de septiembre de 2024. Este documento junto a otros de la ANPI se puede leer en el siguiente link: https://linktr.ee/anp_i

[6] Ibid.

[7] Asamblea Nacional Popular Independiente. Resolución sobre la Situación nacional. 14 de julio de 2024.

[8] Ibid.

[9] Comité de Dirección de la ANPI. A la Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad. 14 de septiembre de 2024.

[10] Ibid.

[11] Comité de Dirección de la ANPI. A la Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad. 14 de septiembre de 2024.

[12] Comité de Dirección de la ANPI. A la Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad. 14 de septiembre de 2024.

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