En estos días ha habido mucha alharaca con los temas de las reformas y sobre todo de los representantes de las clases dominantes, de los partidos políticos de las clases que representan al mismo Estado; un ejemplo de ello es la reforma pensional, con la cual endulzan al pueblo con discursos parlamentarios apoyados por la burocracia empotrada en las centrales sindicales. Alharaca pues el llamado sistema de pilares se mantiene y solo se hacen unas pequeñas modificaciones.
Seguramente, un porcentaje de los obreros no comprende el sistema de pilares, que ha sido la misma propuesta de Uribe, Duque y ahora del gobierno Petro, apoyada por la burocracia de las centrales sindicales. Por 30 años, los gremios capitalistas y sus representantes políticos desde el Estado se han encargado de justificar la participación del capital financiero en las pensiones; es decir, de defender la nefata Ley 100 de 1993, y la nueva reforma del gobierno no toca para nada la base de esta ley: la privatización de las pensiones.
La nueva reforma reduce el umbral a 2,3 salarios mínimos, obligando a este segmento de los trabajadores a cotizar en Colpensiones, de ahí que los trabajadores que ganan más de ese monto deberán cotizar en los fondos privados. Es decir, en el fondo estatal quedan la mayoría de los asalariados que perciben los salarios más bajos y en los privados los que ganan salarios medios y altos.
En la actualidad, si un trabajador gana en los últimos 10 años un promedio de $ 3.380.000 y está afiliado en Colpensiones la pensión le quedaría en $ 2.200.000, mientras que en el fondo privado si mucho un poco más del mínimo.
Ha sido por esto que los trabajadores que ganan más del salario mínimo hicieron demandas para pasarse a Colpensiones. Incluso los ministros y congresistas, que ganan súper sueldos, sabían que les convenía estar en Colpensiones, mientras que públicamente denigraban del régimen de prima media y le hacían propaganda a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), para que los trabajadores cayeran en la trampa de meter sus ahorros en un sistema que al final no pensiona, como tampoco se ve la supuesta gran rentabilidad que prometen y, lo peor, en cualquier momento se declaran en quiebra, como está sucediendo con las EPS.
Por eso los capitalistas financieros se negaron a que se afiliaran a Colpensiones quienes ganan hasta 4 salarios mínimos, como estaba en la propuesta inicial del gobierno, además con el propósito de descapitalizar el fondo estatal.
Algunos trabajadores dirán que en ese sentido es buena la reforma, pues obliga a que esos funcionarios de más de 20 millones de ingreso, se les rebaje la pensión. Pero miremos que estos personajes no necesitan una pensión alta, porque cuando salen de sus cargos terminan con un buen patrimonio, ya que aseguran sus negocios, y los políticos se aseguran a través de las contrataciones con el Estado, además de los dineros obtenidos por medio de la corrupción, de la que no se salva ninguno, porque participar de la politiquería burguesa es muy rentable.
Mientras que para el trabajador que se gana $ 3.380.000 —cuyo ingreso no es que sea el que súper sueldo, ya que es el que debería estar ganando un trabajador de salario mínimo—, se le reduce enormemente su mesada pensional. En ese sentido la nueva reforma realmente lo que hace es generalizar la miseria. Para los trabajadores que ganan en este momento un salario mínimo, no cambia mucho la situación, pues siempre está el riesgo de mantener la cotización para poder cumplir con las 1300 semanas, porque existe una gran inestabilidad laboral. Por eso, cualquier reforma pensional basada en el sistema de pilares, no beneficia de conjunto a la clase obrera.
En este sistema capitalista no se debe confiar en lo que propongan los capitalistas a los trabajadores, si ofrecen alguna migaja es porque ella les significa aumentar las ganancias, además de buscar calmar, desmovilizar y engañar al pueblo.
Por eso entre las migajas que ofrece la nueva reforma en el llamado pilar solidario está el subsidio de $ 225.000 mensuales que les darían a los proletarios que nunca pudieron cotizar para su pensión, subsidio que está muy lejos de lo que debe ser una pensión digna, empezando porque no es una pensión, es un auxilio y cualquier trabajador sabe que con $225.000 no se puede sobrevivir, aunque en comparación con el subsidio anterior sea mayor. Pero con esta limosna, lo que buscan burgueses y politiqueros, es que el pueblo se conforme y no luche.
Para nadie es un secreto que las órdenes vienen desde las agencias del imperialismo y la OCDE, ya se decía desde el 2015 que el régimen público de pensiones, es decir, el régimen de prima media a nivel mundial, mostraba incapacidad para acoplarse a los cambios demográficos, indicando que la gente tendría que ahorrar más en su vida productiva para enfrentar una vejez más longeva, por tanto se requería aumentar la edad de jubilación, las semanas de cotización e implementar las AFP que no pensionan, sino establecer un ahorro que se entregaría después de cumplir cierta cantidad de semanas cotizadas y ya que el trabajador se defienda con eso hasta el día de su muerte. La orientación de los imperialistas, es que el Estado no asuma esta responsabilidad (régimen de prima media), sino los fondos privados, que en realidad se dedicarían a lucrarse con los ahorros de los trabajadores, colocando ese capital a moverse en la bolsa de valores y a ser invertido en distintas empresas lucrativas cuyos dividendos terminan siendo acaparados por los grupos financieros dueños de tales fondos.
Estas verdades son escondidas por las burocracias de las centrales sindicales, afirmando que la nueva reforma pensional es buena, y que solo se lamentan en que el umbral haya quedado en 2,3 salarios mínimos, pues debe ser de cuatro. No señores, esas reformas obedecen a las orientaciones de los imperialistas.
A la ya recortada Reforma Pensional, lo más seguro es que la aprueben, dejando en el pensamiento de muchos, la mentira de que esa reforma pensional es un gran triunfo de los trabajadores. Pero la realidad es que el pueblo no puede dejar de luchar, pues solo su lucha directa logrará conquistar verdaderas medidas a su favor en el tema pensional, y en general conquistar todas las reivindicaciones exigidas en el último levantamiento popular, y en ese camino la tarea más importante hoy, es organizar las Asambleas Populares con independencia de clase.